Recientemente escuché en la radio que la palabra pontífice proviene del latín, formada por las palabras pons, “puente” +facere, “hacer”, lo que significa “constructor de puentes”. Sin considerar su vínculo con lo divino y lo religioso, encuentro una fascinación por el término, que resulta de su aplicabilidad a distintos espacios del conocimiento, pero de manera muy particular a la evaluación; pues esta busca construir puentes entre la generación de evidencia y la toma de decisiones.
En esta alegoría considero a la evaluación como mecanismo que construye distintos puentes: un primer puente que se cimenta en el ejercicio riguroso de generar evidencia con metodologías técnicamente sólidas y equipos con perfiles altamente profesionales y especializados. En este caso el estribo son las y los funcionarios que usan esa evidencia para la mejora de los programas y acciones gubernamentales a partir de recomendaciones y hallazgos de las evaluaciones.
El segundo puente es más largo e implica la generación de información y evidencia para la toma de decisiones en actividades de planeación, presupuestación, diseño de políticas y programas y democratización ciudadana. En este caso, el estribo es la mejora de la política social y de las condiciones de vida de las personas. En ambos casos, estos puentes son una herramienta para que el Estado mexicano avance en la mejora y consolidación de las políticas de desarrollo social.
Conviene recordar que la evaluación, en el caso de México, tuvo un importante avance en 1997 cuando se desarrolló la primera Línea Base para el programa Prospera. En ese momento no existía un sistema de monitoreo y evaluación y mucho menos un sistema de seguimiento de los resultados de la evaluación. Veintiséis años después, se han consolidado ambos elementos, colocándose como un ejemplo para muchos otros países.
La tarea de evaluar es un proceso continuo; consolidar, afianzar, abrir nuevos puentes a partir del conocimiento, aprendizajes, buenas prácticas e innovaciones, para lo cual se requiere de todos los actores involucrados —no solo del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (CONEVAL) y la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP), instancias coordinadoras de la evaluación, o las personas responsables de programas y acciones de desarrollo social— sino que también necesita de la participación activa de la ciudadanía, la academia, las organizaciones de la sociedad civil, los organismos evaluadores y la comunidad internacional para que además se impulsen las herramientas, el uso de la evidencia en la toma de decisiones y se mejore la política social y el ejercicio de derechos de todas y todos.
Con el objetivo de generar espacios donde estos actores interactuemos, dialoguemos y construyamos de manera colectiva, el CONEVAL organizará la Semana de Evaluación en México, del 29 de mayo al 2 de junio con actividades que buscan la reflexión y el diálogo respecto a la evaluación y los retos que hemos identificado para el uso de sus resultados, tales como: los cambios de administración (federal, estatal o municipal); la especialización técnica; la generación, disponibilidad, así como la calidad de información y de los registros administrativos; la coherencia en la identificación de responsabilidades; el presupuesto, entre muchos otros.
En 2023 la Semana de Evaluación en México se enmarca en el seminario: “Apropiación de la evidencia para la generación de estrategias de cambio” por lo que se han agendado mesas de diálogo, talleres y conferencias vinculadas con esta temática.
En este sentido, le invito a usted, amable lector, lectora a ser partícipe de este diálogo para construir puentes comunicativos, operativos y de conocimiento, en pos de la mejora de los programas y acciones gubernamentales, a través de la reflexión, el intercambio de información, la retroalimentación y el diálogo. La agenda de eventos está en la página del CONEVAL www.coneval.org.mx y son bienvenidas todas las voces.