Colaborador Invitado

Lecciones de la historia

Al darle un repaso a tiempos pasados podemos entender los desvaríos del actual gobierno y emprender acciones para salvar a México, comenta José Luis Coindreau.

Desde jóvenes nos enseñan que desconocer las lecciones de la historia, es correr el riesgo de repetir los errores del pasado solo para pagar el precio que ya pagamos anteriormente.

Creo que estamos a tiempo de darle una repasada a tiempos pasados ya vividos en nuestro país y entresacar de distintas etapas, lecciones que nos ayuden a entender los desvaríos del actual gobierno federal y a poner manos a la obra para salvar a nuestro país del desfiladero al que nos están conduciendo.

Advierto, que cada una de las etapas de nuestra historia que repasaré tiene características muy propias y que el lector pudiera pensar que no tiene nada que ver una con otra y por lo tanto no hay nada que aprender de épocas pasadas. Lo entiendo, solo le pediría al lector que siguiera leyendo con mente abierta porque seguramente al final encontrará el hilo conductor que une las diferentes etapas que en forma muy breve relataré.

Remontémonos a la época de nuestra revolución, ciertamente había una causa para ella, el dictador Díaz, y en el fondo el descontento por la creciente pobreza. Se inicia un levantamiento, mexicano en sus raíces, yo diría de manufactura auténtica y se levanta la gente en armas. Sin embargo, a mitad del camino se empieza a contaminar con la revolución marxista que sucedía simultáneamente en Rusia, afortunadamente nuestros líderes de aquel tiempo se percatan de la intromisión de ideologías extrañas a la forma de ser del mexicano, evitan abrazarlas como estandarte u objetivo de nuestro movimiento armado, adaptando sin embargo banderas que, como el ejido, acababan con los abusos de los terratenientes feudales de aquellos tiempos. Finalmente triunfa nuestra revolución y después de unos años de luchas por el poder, emerge un México unido y viendo un horizonte brillante y propio nos ponemos a trabajar y construir nuestra patria ideal.

El país avanza los siguientes 20 años en paz y relativa prosperidad. En 1934 llega al poder Lázaro Cárdenas y vuelve a introducir ideologías marxistas ajenas al pensar mexicano, ajenas a la siembra de odios y rencores, se instruye en las escuelas el socialismo, se cantan himnos socialistas, se inquieta el país, pero esa siembra no fructifica. El mexicano sigue siendo un pueblo incapaz de generar o guardar odios y decide volver a la normalidad de su vida cotidiana, a una vida de esfuerzo y trabajo. En 1940 elige el rumbo de la libertad y la democracia con el presidente Ávila Camacho y el país retoma la senda del desarrollo y progreso.

Pasan 20 años y llega López Mateos a la presidencia con su famosa “izquierda dentro de la Constitución”. México sufre otra vez los embates en contra de la iniciativa de los particulares, se desalienta la inversión privada, se nacionaliza la industria eléctrica, se vuelve a sembrar la división de clases, pero el mexicano no sabe odiar, la siembra no resulta, volvemos a la senda del trabajo y del esfuerzo.

Pasan otros 20 años y nos encontramos con Echeverría en la Presidencia. Otra vuelta al socialismo, se hacen grandes inversiones con el fin de desplazar a la iniciativa de los ciudadanos de algunas actividades productivas, se instalan miles de tiendas Conasupo para competir contra los “abusos” de los comerciantes, el gobierno compra o desarrolla múltiples empresas públicas, vuelve el grito de ricos contra pobres. Le sigue López Portillo el presidente devaluado y vuelve el intento de someter el país al socialismo, nacionaliza los bancos, compra empresas que su política económica había llevado a la quiebra y se hunde el país. Los mexicanos hacemos caso omiso a estos llamados al odio y volvemos a la senda del trabajo y del esfuerzo. Después de un grave receso económico el país retoma la senda del orden, del trabajo y del esfuerzo.

Otra vez pasan 20 años más y ahora tenemos al frente del país una nueva puesta en escena del viejo pasado. Vuelve el ataque al sector productivo, a las clases medias, bajas y altas, al esfuerzo y al trabajo. Se alienta la división entre ricos y pobres, se desalienta la inversión productiva, se pretende destruir los organismos públicos independientes, se inicia nuevamente como se hizo en el pasado la concentración de poder, la destrucción de las instituciones democráticas, y al igual que hace cien años, al final de la Revolución, el mexicano se niega a odiar. En ningún nivel social o económico se percibe que el discurso público haya penetrado en la mente de los mexicanos, ni en las empresas, ni en los barrios, ni en las fiestas populares, ni en las colonias o ciudades pequeñas o grandes se perciben frutos del discurso oficial que pretende dividir otra vez al país, a los mexicanos, entre FIFIS y CHAIROS. Por el contrario, los mexicanos volvemos cotidianamente a la senda del orden, del trabajo y del esfuerzo.

¿Qué nos enseña nuestra historia? ¿Qué debemos aprender de ella?

Concluyo que los mexicanos estamos hechos para la alegría, para la amistad, para la buena fe, para la confianza mutua, para nuestra personal independencia. Concluyo que no somos capaces de albergar en nuestros corazones odios, rencores, o animadversiones grupales. Concluyo que los esfuerzos de algunos políticos por dividirnos pasarán a la historia sin dejar huella en nuestros corazones, concluyo finalmente que los esfuerzos por llevarnos al socialismo o al comunismo dictatorial están condenados al fracaso.

La imaginación de un megalómano no logrará cambiar nuestra idiosincrasia, pero si puede descarrilar nuestro rumbo de progreso. Trabajemos duro siempre con la esperanza de que con nuestro personal esfuerzo también saldremos de esta etapa triunfantes como hemos salido en el pasado. Rescatemos a los 4 millones de mexicanos que han engrosado en estos tres años las filas de la pobreza EXTREMA. Trabajemos todos duro para rescatar a los 6 millones de mexicanos que en este sexenio han caído a niveles de pobreza.

Sembremos la certeza entre la población de que somos capaces nosotros solos de jalarnos hacia arriba y retomar el camino del desarrollo, del trabajo, del esfuerzo y del éxito como nación. #OpinónCoparmex

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