Colaborador Invitado

La descentralización del sector público, instrumento para el desarrollo regional

La descentralización del sector público debe concebirse como un programa integral, con visión de futuro y con rigurosa planeación técnica.

La descentralización del sector público debe concebirse como un programa integral, con visión de futuro y con rigurosa planeación técnica. El simple traslado de burócratas y la renta de unas cuantas oficinas en los estados no resolverá el problema e incluso generará más conflictos. Sería un despropósito y una acción de gobierno fallida, costosa e inoperante; un desperdicio de recursos, energía y tiempo.

El tema es importante. Por supuesto, con varias aristas a considerar y estudiar por los conocedores. No es un asunto menor; debe ser tratado con la mayor responsabilidad y definir con precisión el objetivo, sus instrumentos programáticos, alcances, metas y la estrategia para garantizar buenos resultados. El gobierno debería encargarlo a un grupo multidisciplinario de técnicos especialistas en la materia para garantizar resultados sustentables. Otra alternativa es solicitar el estudio a una universidad de reconocido prestigio.

La descentralización debe contemplarse como catalizadora de desarrollo regional e instrumento múltiple donde encuentren participación todos los agentes de la economía. El objetivo sería crear 10 grandes polos de desarrollo estratégico en el país, o lo que determinen los técnicos en la materia, donde se construyan las Ciudades-Gobierno, con la presencia de todas las dependencias del sector publico federal y, de esta forma, aprovechar las economías de gran escala.

Imaginemos, por un momento, la multiplicidad de actividades a desarrollar por esta acción de gobierno: Vivienda, servicios, equipamiento e infraestructura, generando un efecto multiplicador del gasto y la inversión que aumentara la actividad económica. Sería un detonante más que se sumaría a los verdaderos propulsores del desarrollo: la industria, el comercio y los servicios.

El trabajo oficial se debe hacer bien, muy bien, utilizando las herramientas y técnicas modernas. A todos nos conviene. La improvisación y la premura conducen a la frustración y al fracaso. Es, además, un asunto de concepción, de perspectiva, de trascendencia y de largo alcance, de quedarse a la orilla del río o atreverse a cruzarlo y descubrir la planicie y el horizonte. Dos albañiles hacen el mismo trabajo, se les formula la misma pregunta, «¿qué haces?», y sus respuestas son diferentes. El primero: «Pongo ladrillos». El segundo: «Construyo una catedral». Otro mundo, otro espectro. O rentamos unas cuantas oficinas en los estados y seguimos poniendo ladrillos o contemplamos la descentralización como un factor de desarrollo económico, a través de nuevos asentamientos humanos de futuro, «construyendo una catedral».

Tarde o temprano se deberá emprender esta tarea colectiva. Aligerar un poco a la Ciudad de México de la carga de congestionamiento y trasladar cientos de miles de empleados, a las Ciudades-Gobierno, donde se ubiquen todas las dependencias federales con todos los servicios. La descentralización, aún pendiente, forma parte de los compromisos del presidente López Obrador. Nuestra preocupación como ciudadanos es que el programa se haga bien, sea de beneficio nacional y, lo más importante, reactive la economía regional.

El gobierno es el único que puede llevar a buen puerto esta iniciativa, a ello se ha comprometido y seguro contará con la participación de todos los sectores de la población. La iniciativa privada encontrará la oportunidad para invertir y generar empleos y ganancias. Por supuesto, el gobierno será más eficiente en llevar servicios, esperanza y bienestar. Vale la pena la aventura política, es cuestión de voluntad y determinación. Aún es tiempo, tres años son suficientes. Ojalá.

Nadie está pensando que es de fácil realización. Se tiene que desbrozar el camino desde el principio, al someter la iniciativa al rigor del análisis serio de los conocedores. El mundo ya cambió, el desarrollo tecnológico de las comunicaciones ha sido impresionante y tal vez se enfrenten otras realidades que hagan poco útil este planteamiento. Pero lo que no ha cambiado es la postración y la pobreza en los estados de la república. Vale la pena intentar alternativas viables que reactiven la economía y el bienestar colectivo.

Me comentan que la descentralización del INEGI hacia Aguascalientes ha sido exitosa. Hace varios años que se emprendió esta acción de gobierno, que fue integral. Valdría la pena estudiar el fenómeno y capturar sus aciertos, puede resultar un buen antecedente.Si la actual administración no tiene los recursos para llevar adelante este programa, con sentido de responsabilidad solidaria con el país, debería realizar todos los estudios de planeación y dejar la propuesta al nuevo gobierno. Debemos cambiar viejas formas de ejercer el poder y empezar a desdoblar nuestras responsabilidades con acciones para el futuro. México lo necesita, le urge una visión de largo alcance y de futuro.

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