Carlos Serrano Herrera

Política monetaria: relajándose, pero con mayor gradualidad

Banxico podría continuar relajando su postura sin que el diferencial de tasas con EU se amplíe de forma significativa

La semana pasada, el Banco de México redujo la tasa de referencia en 25 puntos base para ubicarla en 7.25%. El tono del comunicado fue menos dovish que en ocasiones anteriores: ya no se habla de “más recortes”, sino de “evaluar una próxima reducción”. Con este ajuste, la tasa real se ubica ya dentro del rango estimado para la tasa neutral (aquella que ni estimula ni restringe a la economía), si bien aún se mantiene ligeramente por encima de su estimado puntual.

¿Qué podemos esperar hacia adelante en materia de política monetaria?

Hay una alta probabilidad de que en diciembre veamos una nueva reducción de 25 puntos base, para cerrar el año en 7%. Así lo sugiere el comunicado, así lo anticipan los mercados y los analistas, y así lo expresó la propia gobernadora del banco central en estas mismas páginas durante la semana.

Para 2026, sin embargo, el ritmo de recortes probablemente será más pausado. Existen dos razones principales para pensarlo así. La primera es que en el primer trimestre se espera un repunte temporal de la inflación, derivado del aumento en impuestos a productos suntuarios — como alcohol, refrescos y tabaco — y de los nuevos aranceles a países con los que México no tiene tratados de libre comercio (fundamentalmente China). Aunque estos efectos deberían ser de una sola vez y diluirse con el tiempo, es probable que Banxico prefiera esperar a verificarlo y asegurarse de que no afecten las expectativas de inflación de mediano plazo.

La segunda razón es que el banco central querrá confirmar que la inflación de servicios, que ha mostrado notable resistencia a la baja, finalmente adopte una trayectoria descendente más clara y sostenida.

Aun considerando estos factores, hay espacio para algunos recortes adicionales durante el próximo año. La primera razón para ello es la debilidad de la economía, sobre todo de la demanda interna: tanto la inversión como el consumo muestran signos de contracción. En segundo lugar, el que la inflación general ya se ubica en niveles similares a los de la década previa al brote inflacionario producto de la pandemia, y podría seguir cediendo si persiste la debilidad de la demanda agregada.

El tercer elemento que favorecería más recortes es el fortalecimiento del tipo de cambio, que acumula una apreciación cercana al 11% en lo que va del año. Esto otorga cierto margen para reducir la tasa sin riesgo significativo de traspaso cambiario a precios. De hecho, estudios del propio Banxico muestran que el pass-through del tipo de cambio a la inflación suele ser cercano a cero en fases bajas del ciclo económico, como la actual.

La cuarta razón es que la Reserva Federal de Estados Unidos ha retomado su ciclo de recortes. Si bien enfrenta riesgos en sus dos mandatos — inflación y empleo —, parece mostrar mayor preocupación por el deterioro del mercado laboral. Aunque los nuevos aranceles estadounidenses podrían generar aumentos puntuales en precios, la Fed estima que su efecto será transitorio y que no alterará las expectativas inflacionarias. Si esa lectura resulta correcta, Banxico podría continuar relajando su postura sin que el diferencial de tasas entre México y Estados Unidos se amplíe de forma significativa.

Finalmente, todavía queda cierto margen para alcanzar el punto estimado de la tasa neutral. En BBVA Research consideramos que en 2026 podrían darse dos recortes adicionales, con lo que el ciclo concluiría en una tasa cercana al 6.5%. Llevar la tasa a ese nivel, en el contexto actual, no pondría en riesgo el proceso desinflacionario.

Esperamos también que la comunicación del Banco de México mantenga su carácter dependiente de los datos y evite ofrecer señales excesivas sobre el futuro. En un entorno internacional incierto, con riesgos geopolíticos y comerciales al alza, una comunicación prudente y anclada en la evidencia será la mejor herramienta para preservar la credibilidad y la eficacia de la política monetaria.

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