La inflación de mayo se ubicó en 4.4%, por encima del límite superior del intervalo objetivo del Banco de México (Banxico). Este repunte, sumado a cuatro meses consecutivos de alza en la inflación de mercancías, ha llevado a algunos analistas a sugerir que el banco central debería poner en pausa su actual ciclo de recortes en la tasa de interés. Sin embargo, considero que el dato de inflación, por sí solo, no justifica una pausa.
Primero hay que analizar el dato. El incremento se presentó principalmente en la inflación no subyacente, debido fundamentalmente a choques de oferta temporales, ante los que la política monetaria no debe reaccionar.
En gran medida, el aumento se debió a subidas en los precios agropecuarios. La inflación subyacente también aumentó, pero en menor proporción, ubicándose en 4.1%. Como mencionaba, en su mayoría el aumento inflacionario de mayo obedeció a choques de oferta temporales: primero, aumentos significativos en precios agropecuarios, en particular carne y huevo; segundo, porque los precios de los energéticos –que suelen estar controlados– han tenido una dinámica distinta este año, posiblemente explicada por las fuertes presiones fiscales que enfrenta el gobierno. Además, el subsidio a la electricidad fue menor al esperado, el gas LP no ha bajado en lo que va del año, y las gasolinas han bajado menos de lo que han disminuido a nivel internacional.
Si bien es cierto que la inflación de mercancías lleva algunos meses subiendo, esto era algo esperable, ya que durante la última mitad del año pasado se había ubicado alrededor del 2%, por debajo del promedio de la década previa al episodio inflacionario, cuando se situó alrededor del 4%. Lo opuesto ocurría con la inflación de servicios que había estado en alrededor del 5% por encima de su nivel de equilibrio de largo plazo, también de 4%.
Lo que faltaba al proceso desinflacionario en México era un aumento en la inflación de mercancías y una disminución en la de servicios, y eso es justamente lo que está ocurriendo, aunque desde luego no al mismo ritmo.
Por otra parte, es un hecho que la debilidad económica del país se acentúa. La inversión lleva meses en contracción, en buena medida debido a la incertidumbre generada por la reforma judicial y la política arancelaria de Estados Unidos. Además, el proceso de consolidación fiscal impacta negativamente al gasto público.
Encima de ello, la desaceleración económica en EU impactaría negativamente a la manufactura y las exportaciones.
La desaceleración en nuestro país se refleja de forma clara en la creación de empleo formal, que prácticamente se ha estancado, con un crecimiento en mayo de solo 0.1% a tasa anual. En este entorno, habrá menos presiones de demanda agregada hacia la inflación.
En un contexto en el que la inflación, salvo los choques de mayo, ha venido disminuyendo, las expectativas están bien ancladas y el tipo de cambio se ha fortalecido, considero que Banxico aún tiene espacio para continuar con el ciclo de bajadas, en particular para reducir otros 50 puntos base en la reunión de junio.
Hay que subrayar que esto no implica que la política monetaria deba volverse expansiva, ni siquiera neutral, simplemente algo menos restrictiva. El estimado que tenemos en BBVA Research de la tasa neutral real (aquella que ni estimula ni restringe la economía) es de 2.9%. Actualmente, la tasa real está en alrededor de 5%, por lo que, reitero, todavía hay margen para continuar con el ciclo de bajadas sin abandonar una postura restrictiva. Esto sería bienvenido en un entorno de bajo crecimiento económico y apreciación del tipo de cambio.
Desde luego, el banco central debe estar muy atento ante un potencial desanclaje de las expectativas de inflación, y llegado ese momento, considerar una pausa. Pero hasta ahora eso no ha ocurrido, y en el entorno actual de debilidad económica, parece poco probable que ocurra. Las bajadas, mientras mantengan la postura en terreno restrictivo, no deberían desanclar las expectativas.
Que Banxico cumpla con su mandato de mantener la inflación baja y estable es fundamental para el país. No se debe poner en duda ese compromiso en ningún momento. Bajar la tasa de política monetaria cuando está casi al doble de su nivel natural y la economía está desacelerándose fuertemente, no atenta contra el objetivo del banco central.