Se había generado un alto grado de especulación antes de la publicación del dato preliminar de crecimiento económico del PIB de México correspondiente al primer trimestre de este año. Esto debido a que el dato del cuarto trimestre del año pasado había sido negativo (-0.6 por cientto en términos trimestrales). De manera que de haber sido también negativo el dato del primer trimestre, se habría podido considerar que el país estaba en recesión, ya que esta suele definirse como dos trimestres consecutivos con crecimiento negativo. Este escenario no se dio, ya que el dato más reciente fue positivo: 0.2 por ciento respecto al cuarto trimestre de 2024 y 0.6 por ciento respecto al primer trimestre del año anterior.
Me parece que, como ha señalado Enrique Quintana en estas páginas, la discusión sobre la recesión no era particularmente útil. Independientemente de que el dato no haya sido negativo, no hay duda alguna de que la economía del país se está desacelerando de manera notable. Mientras que en 2023 la economía creció 3.3 por ciento, en 2024 el crecimiento fue de solo 1.2 por ciento. Y desde entonces vemos una caída sostenida en el IGAE, el indicador mensual del PIB que publica el INEGI. Si bien el dato del primer trimestre mostró el citado crecimiento de 0.2 por ciento, al analizar los componentes se observa que la desaceleración continúa: el avance se dio en el sector primario (8.1 por ciento a tasa trimestral), mientras que el sector secundario se contrajo 0.3 por ciento y el terciario simplemente no creció.
La desaceleración ya se nota en otras facetas de la economía. Por ejemplo, la creación de empleos formales ha mostrado una caída sostenida. Desde mayo de 2023, cuando la tasa anual de generación de empleo fue del 4 por ciento, hemos visto una disminución constante hasta el mes más reciente (abril), en el que el crecimiento fue de solo 0.2 por ciento. También el consumo, que si bien ha mostrado resiliencia, ha comenzado a ralentizarse. Mientras que a finales de 2023 crecía a doble dígito, en el último dato (febrero) creció a 1.2 por ciento a tasa mensual.
¿Qué explica esta desaceleración? Creo que son varios factores:
Incertidumbre por la reforma judicial. Los inversionistas no saben qué tipo de Poder Judicial emergerá después de las elecciones del próximo mes, y por tanto, están posponiendo decisiones de inversión.
Incertidumbre sobre la política comercial de Estados Unidos. Aunque se ha moderado, México enfrenta hoy un entorno de mayor proteccionismo para exportar hacia ese país. Esto también ha frenado decisiones de inversión y producción. Por ejemplo, algunas armadoras de automóviles han anunciado cierres de operaciones hasta tener mayor claridad sobre el rumbo de la política comercial estadounidense.
Política monetaria restrictiva. Especialmente considerando los rezagos con que actúa, también ha contribuido a esta desaceleración. Por varios meses, México tuvo la tasa de interés real más alta entre los países con grado de inversión. Afortunadamente, el Banco de México ya ha comenzado a relajar su postura monetaria, lo cual puede ayudar, pero tomará algunos meses en reflejarse plenamente.
Cambio de gobierno. En México siempre se observa una desaceleración –o incluso una recesión– en los primeros años de cada sexenio, posiblemente por la lentitud de la administración entrante para comenzar a ejecutar proyectos e implementar su agenda.
Política fiscal menos expansiva. El gobierno se encuentra en un proceso de consolidación fiscal que llevará el déficit ampliado del 5.7 por ciento al 4 por ciento del PIB, lo que implica un menor impulso desde el gasto público.
Finalmente, otro factor que está contribuyendo a la desaceleración es un menor crecimiento de la economía estadounidense, el cual continuará mientras no se revierta el proteccionismo comercial adoptado recientemente.
Si bien creo que esta desaceleración persistirá por algunos meses, también pueden darse factores que impulsen un mayor dinamismo en el corto plazo.
En primer término, la incertidumbre comercial debería ir reduciéndose, especialmente si se logra una revisión exitosa del T-MEC. Además, es probable que México termine con un nivel de proteccionismo menor al de la mayoría de los países, particularmente frente a China, lo cual lo haría más atractivo para la inversión. Esto ocurrirá a medida que un mayor porcentaje de exportaciones hacia Estados Unidos se canalice a través del T-MEC.
En el corto plazo, la economía se desacelera, pero con medidas de política adecuadas, en el mediano plazo México podría alcanzar tasas de crecimiento superiores a las observadas en las últimas décadas.