La elección judicial, sin duda alguna, será un hecho trascendental en la historia de nuestro país. Marcará un antes y un después en la vida nacional. Por primera vez, los mexicanos tendremos una oportunidad única en el mundo: la de legitimar el ejercicio del poder público al elegir a las personas encargadas de administrar la justicia desde la arista judicial.
Durante años, una de las demandas sociales más relevantes ha sido una adecuada impartición de justicia. Esto surge ante la incredulidad del pueblo mexicano, que ha sido testigo de hechos tan absurdos e increíbles que parecían sacados de una película de Hollywood, pero que eran, en realidad, el más puro reflejo de la decadencia en que se encontraba nuestro sistema de justicia. Ejemplos hay muchos, y abarcan desde la colusión de jueces con abogados; la existencia de amplias redes de nepotismo, donde el 49 % de los trabajadores del Poder Judicial Federal tienen al menos un familiar laborando en el mismo poder; jueces que hacen mal uso del control de constitucionalidad en perjuicio del desarrollo del país; hasta juzgadores que liberan a delincuentes confesos.
Es cierto que la tarea de transformar el Poder Judicial no será sencilla, pero es necesaria, pues los mexicanos merecemos plena certeza y confianza en nuestras instituciones judiciales, tener la certidumbre de que nuestras juzgadoras y juzgadores solamente dirigirán su actuar de conformidad con el marco jurídico aplicable, y bajo la premisa del respeto a los derechos humanos de la ciudadanía.
Es oportuno tener en cuenta que, no todas las voces están de acuerdo con el nuevo esquema que se plantea en la estructura y funcionamiento del Poder Judicial, lo cual es plenamente válido, pues en México impera una democracia dentro de la cual todas las voces merecen ser escuchadas; sin embargo, no debemos perder de vista que, este gran cambio en el paradigma judicial deviene de la voluntad del pueblo de México, por tanto, es momento de abrazar la unidad sin dar cabida a la división y recelos.
Es tiempo de que todos los mexicanos dejemos atrás la pasividad y tomemos acciones en contra de los cánceres de la corrupción, nepotismo y tráfico de influencias, que durante años han mermado la correcta impartición de justicia en nuestro país, tenemos la oportunidad de dejar de ser espectadores y tomar en nuestras manos el futuro de México, pues esto marcará el destino del país que les dejaremos a las próximas generaciones.
La transformación de México no será posible sin la existencia de un Poder Judicial confiable y sobre todo consciente de la realidad cotidiana del pueblo, de ahí la importancia de cumplir con nuestro deber ciudadano de contribuir al cambio de México a través de nuestro voto. Este primero de junio salgamos a las urnas y decidamos sobre el futuro que queremos para nuestro país, conozcamos con precisión a las y los candidatos, pero sobre todo sus propuestas para cambiar y fortalecer al Poder Judicial, invitemos a nuestros familiares y amigos a ser partícipes de este gran proceso electoral, pues la participación de todas y todos es indispensable para alcanzar el México que queremos.
Este primero de junio salgamos a votar y juntos consolidemos la transformación del Poder Judicial, por el bien de México hay que votar.