Desde San Lázaro

Ministros con taparrabos

Qué importa si usan la toga o no; lo relevante sería que los ministros electos basaran su actuación jurídica con base en el orden constitucional.

Luego de haber destruido el Poder Judicial mediante una farsa electoral, en donde se manipuló el voto de varios millones de personas mediante los “acordeones del bienestar” que se repartieron en la víspera de la elección, pues ahora se pone exquisito el oficialismo, sobre todo el próximo ministro de la Suprema Corte, Hugo Aguilar Ortiz, quien se cree la reencarnación del Benemérito de la Américas, Benito Juárez, al rechazar el uso de la toga porque es un instrumento clasista que atenta contra el pueblo, postura que fue avalada de inmediato por varios senadores oaxaqueños de la 4T, como Laura Estrada, Luis Alfonso Silva y Antonio Morales, que impulsan una iniciativa para terminar con el uso de la toga, obligatoria por decreto presidencial del 8 de marzo de 1941, como si con ello se fuera a remediar el rezago judicial y la falta de experiencia de los juzgadores electos.

La iniciativa propone cambiar el artículo 4º de la Ley Orgánica del Poder Judicial, que obliga el uso de togas de seda negra y puños blancos, para dar paso a vestir de manera formal o tradicional, acorde con sus orígenes, costumbres y preferencias de los ministros.

El tema no pasaría del anecdotario, si no fuera por el rango de prioridad que le dan los morenos, en lugar de realizar un acto de mea culpa por el fraude electoral que fraguaron desde Palacio Nacional.

Qué importa si usan la toga o no; lo relevante sería que los ministros electos basaran su actuación jurídica con base en el orden constitucional y no bajo los designios de la titular del Poder Ejecutivo Federal.

Por mí que vayan con taparrabos porque, al fin y al cabo, ya se vislumbra el sentido de los votos que emitirán en los temas escabrosos para el devenir de la nación y en la imposición de una autocracia, y en donde será casi imposible que ocurra la alternancia en el poder.

El común denominador de la actual clase gobernante es el cinismo, la mentira y la simulación y, por supuesto, la pretensión de sentirse superiores al imponer su cosmovisión al pueblo bueno y sabio.

En esa causa se ha enfundado el próximo ministro presidente de la Corte, quien prefiere vestir con trajes de gala de los pueblos y comunidades indígenas que ponerse el “símbolo del elitismo”.

Ya habrá tiempo de escudriñar en la trayectoria de Aguilar Ortiz para ponderar sus capacidades y algunas imputaciones en su contra; en tanto, solo diremos que trae el mismo molde de su mentor tabasqueño, quien fue el encargado de palomear las listas de los nuevos integrantes del máximo tribunal de la nación y de avalar a su primer presidente, por encima de Lenia Batres y Yasmín Esquivel.

Mencionan algunos especialistas en el tema que el actual pleno de la SCJN tiene facultades para tirar la reforma judicial, toda vez que sus funciones terminan el 31 de agosto y sobre todo porque se tiene el número necesario de ministros para abrogarla.

Sin embargo, para otros abogados, el tema es cosa juzgada y no hay poder humano que pueda revertir la reforma judicial, aunque no hay que perder de vista que, por el diseño del nuevo Poder Judicial, será su propia ineficiencia la que dará al traste a este Frankenstein judicial.

Valor, mesura e inteligencia en el encuentro con Trump

La primera reunión presencial entre Sheinbaum y Trump se llevará a cabo este fin de semana durante la Cumbre del G7 en Alberta, Canadá. Dada la situación actual, será un encuentro tenso para la mandataria mexicana, quien enfrentará embates y presiones de su contraparte para conceder todo lo que desea el magnate inmobiliario.

Luego de las severas imputaciones de Kristi Noem, secretaria de Seguridad Nacional de los Estados Unidos, vertidas contra la presidenta Sheinbaum, al acusarla de alentar las protestas violentas en Los Ángeles, teniendo como testigo al propio presidente de EU, se vislumbra que no será un día de campo y menos se privilegiará la diplomacia en la búsqueda de avanzar en una agenda bilateral, la realidad es que las manifestaciones violentas que fueron endilgadas injustamente a la doctora, fue como ponerle un balón de oro a Trump para apretar más tuercas, como si ya fueran pocos los temas que requieren una revisión, como la imposición de aranceles y de impuestos a las remesas, cierre de frontera al ganado y la nominación como terroristas a los capos de las drogas que han estado coludidos con funcionarios públicos de alto nivel, entre otros temas.

La presidenta Claudia Sheinbaum tiene una gran oportunidad para expresarle a Donald Trump su inconformidad y molestia por los operativos violatorios de los derechos humanos de los migrantes y, en general, contra la comunidad mexicana que vive en Estados Unidos y que se asienta en toda la Unión Americana. Cierto, la doctora requiere más que suerte para sortear el encuentro con Donald Trump, sobre todo valor, mesura e inteligencia y datos duros que posibiliten el levantamiento del castigo por parte del “imperialismo yanqui”.

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