En varias entidades del país han salido a las calles a protestar los trabajadores del Poder Judicial, y no solo eso, sino que marchan a la CDMX desde diversas ciudades como Zacatecas, Veracruz, Toluca, Guadalajara, Cuernavaca, entre otras, para manifestar su desacuerdo con la reforma judicial de AMLO.
El movimiento va creciendo y se extiende al territorio nacional; no solo se han sumado los estudiantes de leyes de diversas universidades públicas y privadas, sino también otros sectores de la población, como el movimiento feminista y la ‘marea rosa’, entre otros colectivos de la sociedad civil.
Mientras que la madre de todas las batallas se libra en la Cámara de Senadores, en las calles se nota la presencia de los trabajadores, protestando en contra de la legislación al vapor que se hace por los legisladores de Morena, PVEM y PT en ambas cámaras.
Al paro se han sumado incluso los trabajadores del Poder Judicial de la Ciudad de México.
El paro judicial crece y enturbia la toma de posesión del 1 de octubre de la primera mujer presidenta.
La urgencia del oficialismo por entregar su regalo de despedida al presidente López Obrador antes del 15 de septiembre ha provocado desaseo en los procedimientos parlamentarios del Congreso, con lo que existen elementos suficientes para impugnar la aprobación de la reforma judicial por parte de la Cámara de Diputados, toda vez que, en varios momentos de la sesión, se quebró el quorum para aprobarla; incluso, se hicieron pasar varios ayudantes de ellos como diputados federales.
La próxima semana será crucial para mantener el régimen democrático y la división de poderes como está concebida en la Constitución y, por desgracia, todo ello depende de un solo senador que ahora milita en la oposición y que dado el momento los traicionará para dar el respaldo a la reforma judicial de AMLO.
Sin ser pesimistas, ya lo escribíamos el día de ayer, hay demasiados senadores del PRI y MC que están esperando el canto de las sirenas y las prebendas que está ofreciendo el oficialismo para comprarlos y, con ello, alcanzar la mayoría calificada en la Cámara alta.
Esos ‘valientes traidores’ serán ajusticiados por la opinión pública y por los millones de mexicanos que no le dieron un cheque en blanco a Claudia Sheinbaum y sus legisladores para que destruyan la nación.
Entonces veremos si de los 16 senadores del Revolucionario Institucional o los cinco de Movimiento Ciudadano, salen los vendepatrias que, por unas monedas o la presidencia de algunas de las comisiones de trabajo, permitieron que, como dijo el célebre y casto Paco Ignacio Taibo, se las “metieran doblada”.
Serán peras o manzanas; lo cierto es que la próxima presidenta remará a contracorriente para recomponer el rumbo que se ha complicado por los caprichos y afanes revanchistas de López Obrador.
¿Quién lo iba a pensar, cuando todo era miel sobre hojuelas? Luego del triunfo contundente de la doctora en las urnas, su mentor provocó la devaluación con los efectos brutales en la inflación, amén de crear un ambiente de incertidumbre entre los inversionistas y los mercados.
Los grandes capitales que se apuraban para invertir su dinero en México con motivo del nearshoring y por el cambio de gobierno, han preferido buscar nuevos horizontes en otras latitudes del orbe.
La degradación de la calificación crediticia está a la vuelta de la esquina.
Nuestros principales socios comerciales, Estados Unidos y Canadá, también han mostrado su franca preocupación por el rumbo que está tomando México en camino directo a la dictadura, en donde el Poder Ejecutivo avasalla y controla al Legislativo y Judicial.
Sin la división de poderes y el respeto irrestricto al orden constitucional, no hay posibilidad de que, por ejemplo, se mantenga la planta productiva y generadora de empleos del país y menos que se preserve la captación tributaria.
El nuevo gobierno necesita con urgencia la participación de la iniciativa privada y de los inversionistas para cumplir con sus promesas de campaña y mantener los programas sociales con tintes electorales que diseño AMLO, además de tener el presupuesto suficiente para cubrir el servicio de la deuda, las pensiones, el rescate de Pemex y CFE, y otros tantos requerimientos para mantener al país a flote.
En momentos en que el equipo de Claudia Sheinbaum hace grandes esfuerzos para tender puentes de diálogo, entendimiento y confianza con el capital privado, AMLO y sus seguidores se dedican a espantarlos como el propio Martí Batres a quien en el momento menos oportuno se le ocurrió cambiar la Constitución local contra la propiedad privada, con un ordenamiento que privilegia el interés público y social por encima de la propiedad privada.