Desde San Lázaro

¿Y si van empatadas?

Qué tal si en realidad la ventaja de Claudia Sheinbaum sobre Xóchitl Gálvez es mínima y se puede diluir con los márgenes de error que consideran las encuestas.

El segundo debate presidencial partió de una premisa que todo mundo da como un hecho, pero que, en la realidad, no existe y me refiero a la ventaja de dos dígitos que tiene Claudia Sheinbaum sobre Xóchitl Gálvez y no es que dudemos, verbigracia, de la metodología, profesionalismo y credibilidad de la encuesta de EL FINANCIERO, sino mi duda surge de la complejidad de una sociedad mexicana que, en muchas ocasiones prefiere ocultar sus preferencias electorales so pena de recibir el ‘castigo’ de las ‘mayorías’ o de los beneficiarios de los programas sociales o incluso de ser expulsado de determinado grupo social.

Las razones que tienen esos electores que ocultan su verdadera intención de votar por un determinado candidato son múltiples y variadas. La llamada espiral del silencio es cuando los electores no expresan sus preferencias en público ya sea por miedo o por vergüenza.

El voto oculto se da en la población indecisa que a medida que va acercándose el día de la elección van definiendo su voto.

También está el voto estratégico de última hora que está condicionado a la percepción que tiene el votante sobre la seguridad de que su voto va ser desperdiciado o aprovechado, más en razón de lo que ‘siente en la casilla’.

Entre los errores más comunes que se presentan en los estudios demoscópicos están los márgenes de error, el sector de la población encuestada, la modalidad sobre el tipo de encuesta y el sesgo en las preguntas, entre otros.

Existen errores a la hora de ajustar y ponderar los resultados de la encuesta y los yerros en el procesamiento de los datos.

Otro factor relevante a considerar cuando se aplican los sondeos, son precisamente los cambios vertiginosos en el entorno de los candidatos e incluso en relación al gobierno y también a temas coyunturales o a la guerra sucia.

Como se ha dicho hasta el cansancio, las encuestas son fotografías del momento y por ello no necesariamente van a ser similares al resultado en las urnas.

En Estados Unidos y en otros países se han desarrollado otros métodos innovadores que se aplican para corregir errores en las encuestas, como el metaanálisis de Nate Silver, quien predijo de manera bastante precisa el triunfo electoral de Donald Trump; el método Kapteyn, que utiliza escalas del 0 al 100 para consultar cual es la probabilidad de acudir a votar; otra herramienta aplicada es el diseño de encuestas para captar las emociones del electorado.

Todas las encuestas están sujetas al error, por ello se requiere una metodología clara y precisa para reducir el máximo impacto de los errores.

Por otro lado, en los próximos comicios del 2 de junio, además de la elección presidencial, están los datos de los estudios demoscópicos relativos a ocho gubernaturas y la CDMX, además del Congreso federal y que, al cruzarlos con las encuestas presidenciales, resultan datos interesantes.

Si en seis entidades las elecciones para gobernador están muy cerradas o de plano ya están del lado de la oposición, entonces por qué estos datos no concuerdan con esas encuestas que señalan que Claudia Sheinbaum tiene una ventaja de dos dígitos sobre Xóchitl Gálvez.

En el ex-DF, Morelos, Guanajuato, Yucatán, Veracruz y Puebla, la contienda está muy reñida o se inclina del lado del PAN, PRI, PRD, y en Jalisco, a pesar de que Enrique Alfaro ya entregó la plaza, las cosas son de pronóstico reservado y quién sabe cómo está la cosa en realidad en Tabasco y Chiapas.

Si observamos lo que ocurre en el Estado de México, que tiene el mayor padrón electoral del país, en donde se extiende el voto de castigo al nuevo gobierno de Delfina Gómez, por su fracaso en diversos temas, sobre todo en la inseguridad pública, entonces habría que considerar seriamente la posibilidad de que la candidata oficialista no tiene esa ventaja abrumadora que señalan la mayoría de las encuestas y sus panegíricos.

Creo que la elección presidencial a 35 días de los comicios, no está definida y tan no está claro hacia qué lado se inclinará la balanza, que AMLO hace todo tipo de acciones, legales o no, para meterle el pie a la candidata opositora.

Aun con una elección de Estado que está en ciernes y la participación de otros factores como la irrupción del crimen organizado, el presidente muestra su nerviosismo al mantener una postura parcial y activa como si fuera el jefe de la campaña de Sheinbaum.

Qué tal si en la realidad, la ventaja de la doctora es mínima y que se pudiera diluir con los márgenes de error que consideran las encuestas a la hora de presentar sus resultados. Y si así fuera, no estaría perdiendo una oportunidad valiosa la exjefa del gobierno capitalino en eso que llaman ‘nadar de muertito’ en los debates para cuidar su supuesta delantera.

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