Ya confirmado por el Senado como secretario de Estado, Anthony J. Blinken presentó el pasado miércoles un primer bosquejo de lo que será la política exterior de la administración Biden.
Por principio de cuenta aseguró que será diferente a la de sus dos predecesores. La verdad es que es muy parecida a la de Barack Obama, en cuyo gobierno sirvieron él y su actual jefe. Y también es similar, en muchas cuestiones de fondo, a la de Donald Trump, aunque desde luego, sin su estilo áspero y bravucón. Las coincidencias reflejan la opinión mayoritaria de la población, que, frente a un mundo convulso, prefiere mantenerse aislada.
La primera preocupación es frenar la pandemia del Covid-19, ya que no estarán libres del contagio hasta que la mayor parte de los habitantes del planeta obtenga inmunidad. Afirma que aprendieron la lección y que harán las inversiones correctas para poder predecir, prevenir y frenar nuevas epidemias. Ofrece cooperar en el esfuerzo mundial de vacunación, pero advierte que, en el futuro, se exigirá a otras naciones que compartan información oportuna, para que no se repita una crisis como la actual.
El nuevo secretario sostiene que los gobiernos democráticos han perdido la confianza de los ciudadanos y están siendo sustituidos por regímenes autoritarios y nacionalistas. Reconoce que Estados Unidos no es ajeno a esa tendencia: prevalece la desigualdad y el racismo estructural; la sociedad está polarizada y las instituciones bajo presión. Superar esa condición es un imperativo de política exterior, ya que sólo con el ejemplo tendrán legitimidad para defender la democracia en el resto del mundo y se podrán contrarrestar las dudas (sembradas por otras potencias) sobre el valor de las elecciones.
Dado que las democracias débiles son propensas al conflicto y vulnerables al extremismo o a las interferencias externas, asegura que alentarán reformas que protejan las elecciones libres, el Estado de derecho, la integridad de los gobiernos, los derechos humanos y de las minorías.
Privilegiarán la diplomacia y evitarán las intervenciones militares, que resultaron prolongadas, costosas y poco funcionales
"Haremos las cosas de otra manera", promete. Se conservarán como la mayor fuerza militar pero sólo la utilizarán si la vida de americanos o intereses vitales están en peligro; cuando haya objetivos alcanzables, que sean compatibles con las leyes y tengan el consentimiento informado de la población.
RECONECTAR
Asevera Blinken que, por "interés propio iluminado", su país buscará revitalizar las alianzas históricas, en el entendido de que sólo hay verdadera amistad cuando se comparten las cargas y cada quien hace su parte.
Dice que regresarán a los organismos internacionales para reinventarlos; que estarán en la cabecera de la mesa cuando se discutan las nuevas reglas de la seguridad y el comercio globales. Promete que se colocarán al frente del esfuerzo mundial para construir una economía global inclusiva y estable; que serán líderes en la atención de la crisis climática y en el impulso decidido a las energías renovables.
Como Trump, considera defectuosos los tratados de libre comercio, por lo que defenderán a sus empresas y empleos cuando resulten afectados.
Considera que China constituye "la mayor prueba geopolítica del siglo 21", el mayor desafío a un sistema internacional estable y abierto. Advierte: "Nuestra relación será colaborativa cuando pueda serlo; competitiva cuando deba serlo; adversarial cuando tenga que serlo". Añade que no permitirán prácticas de comercio desleales y que sostendrán sus valores cuando abuse de los derechos humanos o aplaste la democracia.
El gobierno que inicia acepta que hay causas profundas que llevan a muchos a arriesgar todo para tratar de llegar a su país; que es inaceptable darles la espalda o tratarlos con crueldad. Pero también juzga que las fronteras son indispensables para la seguridad nacional y las leyes deben respetarse porque son la base de la democracia.
Por eso, al mismo tiempo, tratará de ayudar a que haya más seguridad y oportunidades en Centroamérica y está proponiendo un sistema migratorio humano, pero eficaz; que permita incorporar a quienes quieren estudiar, trabajar o hacer negocios y evite la entrada ilegal.
Para que todo lo anterior sea posible, el recién estrenado equipo del Departamento de Estado tendrá que trabajar con un Congreso dividido en mitades irreconciliables. Lo tendrá que hacer, además, sin partidismo. Como el mismo Blinken lo reconoce, eso es "una idea pintoresca"; algo que no han conseguido los tres presidentes anteriores.