Una costumbre que tenemos los tecnólogos es hacer predicciones. Y cada vez es más frecuente el ser consultados por profesionales de otras áreas para hacer jugos licuados de datos para poder encontrar argumentos para sostener el crecimiento de ciertas tendencias.
También están las empresas de tecnología que nos intentan vender, en la medida de lo posible, sus propios desarrollos como soluciones inexorables a nuestros problemas. Esta semana se celebró un evento organizado por la empresa Tesla e impactó mucho en los medios la presentación de un(a) humanoid@ que promete ser, ahora sí, el robot ideal para el trabajo.
Las fechas no son casualidad: hace justamente 100 años (enero de 1921) Karel Čapek presentaba al mundo su obra ‘Metrópolis’ y pondría de moda el origen de la palabra robot. En 1996 la empresa Honda nos develó su robot humanoide, poniendo de moda entre las empresas automotrices el demostrar interés en humanoides.
Elon Musk es un innovador tecnológico multifacético: hace unos años tuve la oportunidad de saludarlo de mano - sí, antes de la pandemia eso era posible - y mirarlo a los ojos. Sus ojos brillan salpicando inteligencia, no hay duda. Y de la misma forma ha impregnado de energía y entusiasmo muchas áreas, desde los pagos electrónicos (e.g. PayPal), la energía sostenible (e.g. sus baterías) y sin lugar a dudas, ha revolucionado la industria automotriz. Ahora va por todo lo relacionado a la autonomía.
Sus vehículos todavía no arrasan con los cinco niveles de autonomía deseables por la industria y los consumidores. Ya circulan varios antagonistas de Tesla (y de Elon) acusándolo de volver a subirse al hype mediático y simplemente hacerse de publicidad con especulaciones tecnológicas. Los robots autónomos, sobre todo los de aspecto humanoide, nos han jugado varios trucos interesantes.
Por un lado, tenemos los indudables avances de Boston Dynamics en cuyos robots admiramos sus inigualables piruetas, así como los videos trucados donde los mismos robots cometen atroces crímenes.
Y es que hoy día la tecnología computacional lo permite. Hace no más de tres meses, la misma empresa Nvidia nos jugó una treta similar al presentarnos a su CEO dando una conferencia embestido en un avatar digital, secreto que no nos fue revelado hasta semanas después.
No cabe duda de que la ciencia de los materiales así como la investigación en el diseño de fármacos, en particular el estudio del plegamiento de proteínas se han venido beneficiando enormemente de los avances computacionales de la implementación de algoritmos soportados por aprendizaje (automático o semiautomático) para acelerar incluso los procesos de descubrimiento.
De manera muy particular hay grandes oportunidades en impulsar, sobre todo el diseño y acoplamiento de funciones específicas. Uno de los humanoides con los que más he tenido el honor de trabajar es el NAO, el cual, aún con similitudes anatómicas al ser humano, fue diseñado y concebido con ciertas características: te habla por las orejas, te ve por la boca y por un orificio en la frente y te escucha por el pecho.
Sin embargo el mayor reto para los siguientes años es sin lugar a duda el que las inversiones de capital de riesgo, elementos primordiales en el desarrollo tanto de Boston Dynamics, NAO y ahora el proyecto del humanoide de Tesla, lleguen cada vez con mayor fluidez y facilidad a aquellos innovadores, diseñadores e ingenieros que estarán buscando impulsar iniciativas cada vez más reales y útiles como las que han detonado en los últimos 100 años las tecnologías de la información y comunicación.