No hay duda: los datos de la ENIGH 2024 confirman una reducción en la desigualdad económica del país, donde los aumentos salariales han sido clave para que los hogares mexicanos obtengan más fruto de su trabajo. México no es un caso aislado: desde inicios del siglo XXI, las sociedades latinoamericanas han logrado avances similares gracias a políticas como aumentos salariales y mayor gasto público. El resultado: el coeficiente de Gini regional pasó de 0.52 en 2020 a 0.42 en 2025; México se ubica hoy en 0.39. Sin embargo, los fantasmas de la baja productividad y de la débil recaudación tributaria siguen acechándonos y frenando el crecimiento de la riqueza.
En Latinoamérica, los impuestos sobre las ganancias individuales apenas aportan 2% del PIB, mientras que en promedio en la OCDE representan 8%. Además, en los países ricos, la tributación y las transferencias gubernamentales reducen el Gini en 40%, mientras que en nuestra región apenas 5%, y en ocasiones incluso generan más pobreza. Aunque las encuestas revelan que la desigualdad preocupa, estudios recientes del BID muestran que hay poca voluntad para una reforma fiscal debido a la baja confianza en los gobiernos.
La alternativa está en elevar la productividad. La CDMX concentra la mayor cantidad de capital fijo del país, pero también exhibe la distribución más desigual: aunque las Mipymes representan más del 98% de las unidades económicas y emplean a 55% de la población ocupada, solo poseen 20% del capital fijo. ¿Qué implica esto? Que trabajan mucho por poco. Aunque su rendimiento pueda superar hasta en 18.9% al de las grandes empresas, el valor de producción y los salarios que estas últimas pueden ofrecer son varias veces mayores. Puedes aprovechar al máximo tu maquinaria y contar con un equipo dedicado, pero siempre habrá un techo si la administración es indiferente a la tecnología. En ese sentido, muchas empresas formales se comportan igual que las informales.
El aumento al salario mínimo influyó en el incremento de ingresos que reporta la ENIGH, pero su impacto fue limitado porque gran parte del sector informal se concentra en los últimos deciles. Estos negocios no tienen acceso al financiamiento ni a la asesoría que necesitan para crecer. Por su parte, las empresas formales que permanecen al margen de la digitalización no pueden beneficiarse de los aumentos de productividad que hoy permite la tecnología de bajo costo. Ante este reto, la Coparmex CDMX, junto con el gobierno local, ha reforzado acciones para incrementar el número de empresas formales a través de ventanillas únicas en las alcaldías y programas para promover la digitalización. El profesor Gerardo Esquivel resume la urgencia de nuestra situación con un dato inquietante: “al ritmo que ha crecido el PIB per cápita en México desde 1982, nos tomaría 65 años alcanzar el PIB per cápita actual de Chile”. Y en Chile, el 98% de las Mipymes invierte en digitalización y una de cada dos destina más del 10% de su presupuesto a tecnología.
Por más que cortemos el pastel con justicia, si no horneamos uno más grande, solo estaremos repartiendo pobreza. Los resultados de la ENIGH demuestran que las empresas mexicanas están listas para responder a las exigencias de la justicia social. Ahora toca impulsarlas para que sigan haciendo lo que mejor saben: generar riqueza y prosperidad.