Sin dejar a nadie atrás

Un jardín para la productividad

Desde sus años fundacionales, la unión entre el gobierno y la iniciativa privada han impulsado el desarrollo de la alcaldía Miguel Hidalgo y hoy, con las nuevas tecnologías y un mundo que se mueve cada vez más rápido, la Miguel Hidalgo tiene todo para seguir saltando hacia un futuro de oportunidades. 

Las lluvias y los fríos acompañan la realidad de nuestra hermosa ciudad. Al fin de cuentas nos levantamos sobre lo que alguna vez fue un gran pantano, por lo que nuestro espíritu ha de sobreponerse y revitalizarse con la tan esperada, y a veces espantosa, temporada de lluvias. Uno de los seres emblemáticos de estas fechas son los chapulines; ¿quién no se ha topado con uno de estos pequeños saltarines? Y si hay algún recinto donde se los haya homenajeado, incluso desde tiempos prehispánicos, no es otro que nuestra alcaldía Miguel Hidalgo, de la que son su emblema.

Creada en 1970, la Miguel Hidalgo, con sus 46.99 km2 y 414 mil 470 habitantes, es también la alcaldía con más mujeres (a la par de la Benito Juárez). Alberga dos de los sitios históricos más importantes de la capital: el bosque de Chapultepec y el pueblo de Tacubaya. Chapultepec, o “Cerro del chapulín”, fue uno de los lugares donde se asentaron los mexicas durante su mítico peregrinaje desde Aztlán. Después de fundar Tenochtitlan, los mexicas, inspirados por la belleza del cerro y la abundancia de manantiales y animales de caza, lo convirtieron en uno de sus sitios predilectos para el descanso; de igual manera, lo aprovecharon y construyeron canales y acueductos para suministrar de agua a la ciudad.

Chapultepec conservó su carácter de paraje productivo durante la época novohispana. Los españoles ampliaron las obras hidráulicas e instalaron molinos y fábricas, lo cual no impidió que se siguiese percibiendo como un jardín en la ciudad. Tal era su fama que Bernardo de Gálvez, uno de los últimos virreyes y héroe de la Guerra de Independencia estadounidense, se hizo una modesta casa veraniega sobre la ermita de San Miguel Arcángel, para escapar del bullicio y los accidentes de la Real Fábrica de Pólvora, que se encontraba cerca de su otra casa veraniega. Con el tiempo, esa casita se convertiría en el Castillo de Chapultepec.

Quienes no alcanzaron espacio en el codiciado cerro optaron por asentarse en Tacubaya. Los manantiales de Tacubaya atrajeron tanto a la industria novohispana —el primer molino le perteneció al propio Cortés— como a la del México independiente. Los templos religiosos y el poder socioeconómico de sus habitantes convirtieron al pueblo en un bastión del partido conservador, tanto que ahí se promulgó el Plan de Tacubaya, el cual dio inicio a la Guerra de Reforma.

Hoy en día, la Miguel Hidalgo cuenta con varias de las colonias más desarrolladas de la ciudad, como la Anzures, Lomas de Chapultepec y Polanco. La economía de la Miguel Hidalgo se transformó y pasó de molinos y fábricas a conformar, junto con la Cuauhtémoc, el corazón financiero de la ciudad. Sus oficinas, negocios y exuberante oferta gastronómica —apenas uno de sus restaurantes fue reconocido como el mejor de Norteamérica— y cultural —el Museo Nacional de Historia y el Rufino Tamayo son algunos en la lista— adornan y avivan a toda la ciudad. Como cualquier músculo, el corazón capitalino necesita de ejercicios, realidad que el alcalde Mauricio Tabe y la presidenta de la Coparmex en la alcaldía, Nallely Aranda, comprenden bien. Cooperando en todo momento, ambos han trabajado en beneficio de los negocios de la demarcación, implementando la primera ventanilla única empresarial, así como un “miércoles ciudadano” donde Coparmex asesora a los empresarios que se acercan a consultar. Desde sus años fundacionales, la unión entre el gobierno y la iniciativa privada han impulsado el desarrollo de la alcaldía y hoy, con las nuevas tecnologías y un mundo que se mueve cada vez más rápido, la Miguel Hidalgo tiene todo para seguir saltando hacia un futuro de oportunidades.

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