Bloomberg Opinión - Spinetto

México necesita fútbol competitivo, no solo rentable

México tiene todo lo necesario para convertirse en una potencia futbolística, empezando por la Copa del Mundo de 2026, opina Juan Pablo Spinetto.

Cuando México coronó a un nuevo campeón del fútbol el domingo, las imágenes del partido decisivo no pudieron ser más emotivas: el Toluca FC destronó al campeón, el Club América, y ganó la liga por primera vez en 15 años. Aficionados estallaban de alegría y los niños lloraban en las gradas en medio de fuegos artificiales y bengalas.

Sin embargo, fuera del campo, la liga mexicana, una de las más importantes del mundo en cuanto a asistencia, enfrenta una paradoja: gran éxito comercial y resultados deportivos mediocres. Mientras crecen los ingresos, los patrocinios y la audiencia, la calidad del juego y el rendimiento de la selección nacional siguen siendo decepcionantes, como lo demostró la eliminación en la primera ronda del Mundial 2022.

Esto se debe a que el modelo de negocio prioriza los ingresos a toda costa, sacrificando el desarrollo del talento y la calidad del producto. La eliminación del ascenso y descenso, sumada a la propiedad de varios equipos por los mismos grupos empresariales —pese a la prohibición de la FIFA—, reduce la competencia y refuerza un círculo vicioso en el que pocos se benefician.

Todo parece diseñado para maximizar beneficios a corto plazo: múltiples patrocinadores en las camisetas, dos torneos cortos seguidos por liguillas, y más partidos que aumentan los ingresos pero provocan una rotación brutal de entrenadores y jugadores. En la temporada 2024-2025 hubo 20 cambios de entrenador, más de uno por club, lo que evidencia la falta de paciencia y estabilidad.

Además, la necesidad de resultados inmediatos fomenta la contratación de jugadores extranjeros —incluyendo a menudo estrellas pasadas en declive—, que desplazan a jóvenes talentos mexicanos.

La negociación individual de sus derechos de transmisión permite buenos ingresos a los equipos, pero obliga al aficionado a suscribirse a varias plataformas para seguir la liga. Y si ves un partido por televisión, probablemente te escandalicen los anuncios publicitarios constantes que saltan en la pantalla: incluso los goles y las tarjetas están patrocinados. (Durante la final del domingo, un reportero de televisión anunció en directo un repelente de mosquitos a pocos metros de donde los jugadores perseguían el balón. En serio).

Pese a todo, la ausencia de ascenso y descenso desde 2020 es quizás el mayor obstáculo. Si los clubes emergentes no pueden llegar a la Liga BBVA MX, el nombre formal de la liga, no hay incentivos para invertir en proyectos ambiciosos. Los aficionados no se entusiasman con las perspectivas de sus equipos locales y los ingresos televisivos son tan escasos que no pueden financiar la expansión de los programas juveniles. 

La medida, adoptada como temporal durante la pandemia, parece haber llegado para quedarse, ya que los 18 equipos que controlan la liga parecen tener poco interés en reabrir la puerta a rivales de divisiones inferiores.

Este modelo recuerda al de la MLS y otras ligas de Estados Unidos, que limitan el ingreso de nuevos equipos para proteger el valor de las franquicias y la liga en su conjunto. Pero ese camino es un error para México, donde el fútbol es el deporte por excelencia. El país necesita nuevos clubes que desarrollen talento y las estrellas del futuro. Al cerrar la liga, México también se está perdiendo la enorme afluencia de inversión internacional que llega a las divisiones inferiores del fútbol en todo el mundo. Si no me crees, pregúntale a Ryan Reynolds, propietario del Wrexham AFC .

Jeff Luhnow, dueño del Cancún FC y también del CD Leganés en España, asegura que sin acceso a la Liga MX se desincentiva la inversión en juveniles. Por eso, el Cancún FC junto con otros ocho clubes de la segunda división, presentaron una demanda ante el Tribunal Arbitral del Deporte de la FIFA para restablecer el ascenso y descenso.

“No hay motivación para mejorar si los clubes que están abajo siempre se quedan ahí”, dijo Luhnow. “Soy muy optimista con el fútbol mexicano, pero tenemos que hacer las cosas bien”.

El intento de solución fracasó en 2023, cuando los dueños de clubes rechazaron una propuesta de Apollo Global Management de 1.250 millones de dólares por una participación en la liga. Aunque no está claro por qué no se alcanzó el acuerdo, es probable que los propietarios no lograran alcanzar un consenso sobre algunas partes de la propuesta, como la negociación en común de los derechos de retransmisión y comerciales o la reapertura de la liga a más equipos. Algunos siguen prefiriendo el enfoque actual, similar al de un cártel, que incluye la perjudicial multipropiedad, a la promesa de un futuro mejor.

Es una lástima, porque México tiene todo lo necesario para convertirse en una potencia futbolística, empezando por la Copa del Mundo de 2026, que dará comienzo en Ciudad de México dentro de un año. Un país de 130 millones de habitantes obsesionado con el fútbol, con enormes recursos y empresas dispuestas a invertir mucho en proyectos serios, sin duda obtendría mejores resultados con una organización más adecuada y centrada en la formación de jugadores de élite. Pero para que eso suceda, es necesario promover más competencia, no menos, y darse cuenta de que el próximo Lamine Yamal o Franco Mastantuono no caerán del cielo.

Persiguiendo la gloria, no solo el dinero, es como México finalmente hará realidad sus sueños futbolísticos.

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