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Adiós #GirlBoss, Hola #BusinessDad

89% de las personas económicamente no activas son mujeres que declararon no estar disponibles por otras ocupaciones, señala Bárbara Arredondo.

No hay un solo país en el mundo donde hombres y mujeres distribuyan entre sí de forma equitativa el trabajo de cuidado no remunerado. Tampoco hay un solo foro o entrevistas de negocios donde se les pregunte a los hombres constantemente cómo le hacen para encontrar el balance entre su vida y trabajo. La cereza en el pastel es que no se puede hablar de recuperación económica sin hablar de la economía de las mujeres, palabras de la economista argentina Mercedes D’Alessandro; quien impulsó más de 20 políticas públicas durante la pandemia con perspectiva de género disminuyendo casi 10 puntos la tasa de desempleo en mujeres jóvenes.

Con la muerte del fenómeno #GirlBoss nos toca redirigir la mirada, hablar sobre qué significa ser un #WorkingMan y analizar cómo el #BusinessDad administra su vida profesional con la personal. En América Latina, el continente con los índices de violencia de género más elevados del mundo, las mexicanas dedican 58 horas semanalmente al trabajo de cuidado no remunerado, un primer lugar más en el casillero de la ignominia, comparado con las 17 horas que dedican los hombres. También tenemos la peor brecha salarial de la región con un rango entre 8 por ciento a 22 por ciento de acuerdo a un estudio realizado por McKinsey.

El #9M o “Un día sin mujeres” del 2020 destapó una conversación sobre el impacto económico que tiene la mujer mexicana (con una aportación diaria de 60 mil millones de pesos diarios contando con la participación económica de 3 de cada 10). Repensemos esta acción colectiva invitando a que 51% de la población se ausente un día incluso de sus propias casas, visibilizando el trabajo no remunerado que realizan en la administración del hogar y el trabajo de cuidados realizado en las escuelas, hospitales y asilos por mencionar algunos.

La construcción de equidad de género parte del principio de equidad de derechos y oportunidades que facilite una vida digna y libre de violencias para todas las personas. Si tan solo en el sector económico la tasa de participación económica fuese la misma que la de los hombres, es decir 7 de cada 10, el PIB crecería un 70 por ciento para 2025. Traer a la mesa a las 4 mujeres implicaría repartir las tareas del hogar y cuidados de forma equitativa.

De las 33.2 millones de personas económicamente no activas, 89 por ciento son mujeres y de acuerdo a la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo del primer trimestre de este año realizada por el INEGI: “declararon no estar disponibles para trabajar porque tenían que atender otras obligaciones, o tenían interés, pero su contexto les impedía poder hacerlo (impedimentos físicos, obligaciones familiares u otras condiciones).” 72 por ciento de las mujeres que no tienen empleo remunerado pero quisieran trabajar son madres. No es la falta de ganas ni talento, es falta de tiempo y discriminación por ser madres.

En México, cada 5 días una mujer es despedida por estar embarazada, al menos que no logremos un cambio cultural radical, y por radical me refiero a que comencemos por aceptar la realidad de que el hombre que cocina, lava los platos, hace la limpieza de su casa, cuida de los enfermos y se involucra en la crianza y necesidades diarias de sus hijos es un adulto funcional, no un ser especial.

¿Por dónde empezar? La neurociencia dice que los seres humanos tardamos 18 a 254 días en crear un hábito y los analistas declaran que tardaremos 132 años para cerrar la brecha de género. No tenemos tiempo que perder. Bienvenida la era de analizar con perspectiva de género lo que significa ser #WorkingMan.

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