Tras más de 70 años al frente del poder en México, el Partido Revolucionario Institucional (PRI) perdía por primera vez las elecciones presidenciales en el año 2000. Además, hasta 1989 había gobernado las 32 entidades del país, pero en ese año perdió las elecciones del estado de Baja California.
Su candidato, Francisco Labastida Ochoa, se quedó con 36.11 por ciento de los votos frente a 42.52 por ciento del candidato panista, Vicente Fox Quesada. Aun así, el tricolor mantenía 19 gubernaturas y en el Congreso se quedó con 36.92 por ciento de los diputados y 36.75 por ciento de senadores. Hoy el escenario parece más oscuro para el partido.
El PRI vivió en el 2000 una derrota histórica que lo dejó 12 años fuera de la presidencia de la República. Su regreso en 2012 con Enrique Peña Nieto, estuvo marcado por múltiples acusaciones de corrupción y varios gobernadores de ese partido fueron acusados de saque público.
Las elecciones de 2018 significan la segunda derrota para el PRI estando en el poder. La noche del domingo 1 de julio, candidato del PRI, José Antonio Meade, reconoció que las tendencias no le favorecen y sostuvo que este momento corresponde a Andrés Manuel López Obrador conducir el Poder Ejecutivo y a quien, "por el bien de México, le deseo lo mayor de los éxitos".