Vivir durante un año en la calle duele. Zenaida Ruiz ya no cree, su fe terminó desmoronada junto a su casa. Su esposo logró rescatar dos o tres sillas, una mesa donde lavaba los trastes en el patio y la camita de uno de sus hijos. Así empezó de nuevo.
A un año de la tragedia, la herida sigue abierta en Juchitán de Zaragoza. Cada día se suma la ira, el dolor, la rabia, la molestia de cientos de afectados, que siguen esperando la ayuda oficial.
El gobierno federal informó hace un año que en el estado había destinado 7 mil millones de pesos para la reconstrucción.
Se anunció la entrega de 65 mil tarjetas de débito con cantidades desde los 15 mil hasta 150 mil pesos; de ellas, unas seis mil no han llegado a los afectados.
Por otro lado, al menos cinco mil de las 65 mil viviendas dañadas siguen en espera de que sean derrumbadas para reconstruirlas.
Los istmeños dicen que "cala" más la indiferencia que ver su casa destruida, en ruinas, en espera de que les tiendan la mano.
El 7 de septiembre de 2017, la tierra mostró su poder y destruyó miles de viviendas con la fuerza del terremoto de 8.2 grados que sacudió y generó daños en 41 municipios de la zona del Istmo.
Alejandro Vásquez, vecino de la Colonia 3 de octubre, cerca de Playa Vicente, en Juchitán, ya no se queja, sólo dice que no ha recibido nada, "ni un quinto".
Explica que en las autoridades llevaron a cabo un primer censo pero no lo incluyeron, y en la segunda vuelta sí lo tomaron en cuenta, pero hasta el momento no ha recibido apoyo alguno.