"Eres un poeta, en serio que me siento emocionada hasta las lágrimas", dice una ministra en silla de ruedas con un marcado acento argentino. "Todos oímos tus canciones, todos nos las sabemos".
La ministra agarra la mano de su ídolo, no lo quiere dejar ir, pese a que dos jóvenes que acompañan a la comitiva de Colombia se han puesto en su camino para tomarse una foto con el que, tras el discurso inaugural de Andrés Manuel López Obrador, es uno de los hombres más buscados en San Lázaro: el cantautor cubano Silvio Rodríguez.
Si alguien dudaba de que Silvio le ha cantado a toda América Latina le habrían bastado dos minutos en el mezzanine del recinto legislativo para despejar sus interrogantes. Acentos de toda la región se arremolinan para buscar la 'selfie' con el autor de 'Ojalá'.
Incluso llega Jesús Seade, próximo subsecretario de relaciones exteriores para América del Norte, quien apretando la mano de su ídolo y una mirada ilusionada, le repite las veces que ha ido a Cuba, sus fotos con Fidel y la admiración que siente por sus letras.
Pero Silvio está abrumado, se mueve de un lado a otro y casi no sonríe para las fotos. "Quiere ir al baño", dice desde atrás de la muchedumbre una joven que lo acompaña. "Desde hace rato quiere ir y no lo dejan".
Pero a la gente poco le importa, ellos siguen volteando los celulares para asegurarse de que el encuadre sea perfecto. Al final, a Silvio no se le ve todos los días.
El artista ha tenido suficiente, sin embargo, ve que se abre un espacio entre sus fans y sale a paso rápido rumbo al baño. Pero Silvio es educado y a medio camino voltea y levanta la mano. "Gracias, gracias a todos", dice.
Otro 'rockstar' se aproxima. Es Evo Morales, presidente de Bolivia, quien viene bien resguardado por su equipo de seguridad.
"¡Evo! ¡Evo!", le gritan en los pasillos. "Evo, yo te vi una vez en Santa Cruz". Evo se detiene y se arma la 'fiesta'.
Miembros de todas la comitivas latinoamericanas y legisladores mexicanos hacen fila a la izquierda de Evo para la foto.
Algunos se acercan por detrás pero son detenidos por el equipo de seguridad del mandatario. "Si quiere foto, fórmese ahí", dice uno de sus guardaespaldas en tono amable. La gente responde y ya suman más de diez en la cola para inmortalizar su instante con uno de los líderes de la izquierda latinoamericana más reconocidos en el mundo.
Evo solo sonríe, no habla, no da declaraciones. Evo está dispuesto a tomarse la foto con quien la pida, pero no vino a opinar.