BRASILIA. La presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, anunció la eliminación de ocho ministerios para reducir el gasto del gobierno y la reestructuración de su gabinete para conseguir más apoyo de su coalición en las medidas de austeridad fiscal.
Rousseff nombró al exministro de Defensa, Jacques Wagner, como su jefe de Gabinete y dejó la cartera de Salud bajo control del Partido de Movimiento Democrático Brasileño (PMDB), partido de centro derecha que es su principal aliado en la coalición y que ahora controla siete de los 31 ministerios del Gobierno.
En tanto, el exministro de Deporte, Aldo Rebelo, compañero de la mandataria en el Partido de los Trabajadores, será el nuevo jefe de Defensa.
En un discurso en Brasilia, Rousseff dijo que ella iba a fortalecer los vínculos de su coalición con los legisladores que necesita para lograr un equilibrio en las finanzas públicas.
"Mi gobierno está buscando apoyo en el Congreso", afirmó la presidenta brasileña. "Necesitamos estabilidad política para que Brasil crezca".
El gobierno brasileño lidia con una recesión, con un sobregiro en las finanzas públicas, con la creciente oposición dentro del Congreso y con un enorme escándalo por corrupción que ya ha implicado a destacados empresarios y líderes políticos.
La mandataria eliminó ocho de 39 ministerios al quitar las carteras de menor peso y fusionando otras, como las del Trabajo y la Seguridad Social, y el Ministerio de Derechos Humanos con el de la Igualdad Racial y el de Asuntos de la Mujer.
Rousseff dijo también que los salarios de los ministros serían reducidos en un 10 por ciento y que los gastos de las carteras se recortarían en un quinto, lo que se lograría en parte con la eliminación de 3 mil puestos.
No se realizaron cambios en el equipo económico, que actualmente intenta controlar el gasto, revertir un déficit fiscal y evitar una nueva reducción de la calificación de crédito, como hizo Standard & Poor's el mes pasado.
Funcionarios dijeron que los recortes ministeriales ahorrarán apenas unos 200 millones de reales (50.4 millones de dólares, monto muy menor considerando el déficit presupuestario primario para 2016 de 35 mil 500 millones de reales (8 mil 950 millones de dólares), que presentó Brasilia el 31 de agosto.
Actualmente, los índices de aprobación de Rousseff son de apenas un dígito, los más bajos para un presidente brasileño en tres décadas.
Pero las posibilidades de evitar un juicio político subieron esta semana luego de que su fiscales dijeron que su principal enemigo en el Congreso, el presidente de la Cámara de Diputados tenía cuentas en Suiza investigados por sospecha de corrupción y lavado de dinero.