La popularidad de la mayoría de los presidentes y jefes de gobierno en América Latina y el Caribe continúa en picada, debido principalmente a la corrupción y la falta de resultados en el combate a la pobreza, lo que coloca a la región en riesgo de movimientos desestabilizadores, el surgimiento de líderes populistas y procesos electorales complicados.
De acuerdo con el último sondeo sobre el tema de Consulta Mitofsky, la región enfrenta el peor nivel de aceptación de sus mandatarios este siglo, aunque se trata de una tendencia mundial influida por la falta de transparencia de las autoridades.
En entrevista con El Financiero, Roy Campos, presidente de la institución demoscópica, consideró que en el caso del presidente Enrique Peña Nieto, quien se ubica en el puesto doce de 21 en América, será difícil que mejore la percepción que los mexicanos tienen de su gobierno, aunque tampoco se espera que siga bajando, debido a que se sostiene en la fuerza de los partidos aliados.
Es difícil que el presidente Peña Nieto baje más, pues tiene un grupo que lo rechaza y lo seguirá haciendo, pero no creo que crezca; además, ya aguantaron asuntos como Ayotzinapa y la fuga de El Chapo; qué otra cosa podría pasar
El sondeo resalta que el índice general de aprobación de los gobernantes latinoamericanos es el más bajo del siglo, ante la corrupción y la falta de resultados frente a la pobreza, por encima de la lucha contra la inseguridad y de la economía.
Destacó tres casos que cuatro años atrás eran ejemplo de alta aprobación: Hugo Chávez en Venezuela, Luiz Inacio Lula da Silva en Brasil y Álvaro Uribe en Colombia, mientras que sus sucesores, Nicolás Maduro, Dilma Rousseff y Juan Manuel Santos, respectivamente, están en los niveles más bajos por las crisis económicas y los escándalos de corrupción.
Sobre Rousseff, última en la lista, comentó que es el ejemplo más claro de cómo la corrupción la arrastró, al destaparse el escándalo en Petrobras tras la salida de Lula del Ejecutivo. Aseveró que en las clasificaciones es muy difícil subir y muy fácil bajar de popularidad, pero si existiera una receta para mejorar, esa sería la transparencia, que se reduce cada vez más.
Añadió en cuanto al presidente dominicano Danilo Medina, primer lugar, que no se trata en específico de un gobierno mejor, sino de un sistema de reelección que le permitió llevar su primer periodo de gobierno en campaña permanente.
Los presidentes Salvador Sánchez Cerén de El Salvador y Daniel Ortega, de Nicaragua, llaman la atención por haber encabezado gobiernos estables con índices de aprobación sobresalientes, pese a ser naciones pobres y con pasado difícil. "Viene una ola de democracia, de elecciones en las que se tendrán que concretar muchas alternancias", pronosticó.