El primer ministro canadiense, Mark Carney, que en septiembre pasado visitó a Claudia Sheinbaum, aseguró que el próximo presupuesto de su gobierno introducirá un plan de inmigración que incluye una estrategia de atracción de talentos.
Carney hizo el anuncio en un discurso el miércoles por la noche, confirmando un informe previo de Bloomberg News. El discurso, en directo y en horario de máxima audiencia, fue inusual para un primer ministro canadiense y su objetivo era exponer su visión económica para el país.
“Para que los niveles de inmigración coincidan con nuestras necesidades y nuestra capacidad de acogerlos, este presupuesto incluirá el nuevo plan de inmigración de Canadá para hacerlo mejor, para los recién llegados, para todos”, dijo, y agregó que también tendrá una “estrategia de talento”, capacitación de habilidades y aprendizajes para científicos e innovadores.
Carney dijo anteriormente que quiere atraer a empleados del sector tecnológico que de otro modo podrían haber ido a Estados Unidos si no fuera por los nuevos cargos de visa del presidente Donald Trump.
En septiembre, Trump firmó una orden ejecutiva que impone una tarifa de 100 mil dólares a las nuevas visas H-1B. Estados Unidos eximió recientemente a algunos trabajadores del pago de la tarifa de la visa, pero la medida sigue generando confusión y frustración en las empresas que dependen del programa para atraer talento global en programación informática, ingeniería y otras áreas.
El gobierno de Carney ha mantenido las restricciones migratorias impuestas por el exprimer ministro Justin Trudeau, quien restringió el flujo de estudiantes extranjeros y trabajadores temporales después de que la tasa de crecimiento poblacional del país se disparara hasta situarse entre las más rápidas del mundo. El nuevo líder se enfrenta al reto de restablecer el apoyo público a la inmigración, que ha alcanzado mínimos históricos en varias décadas.
Carney también dijo que el presupuesto incluiría la nueva “estrategia de competitividad climática” de Canadá, con un enfoque en “los resultados sobre los objetivos, en las inversiones sobre las prohibiciones”.
A pesar de sus profundas credenciales verdes —incluido un período de cinco años como enviado especial de las Naciones Unidas para el cambio climático— Carney no se ha comprometido a cumplir los objetivos de emisiones del gobierno federal para 2030 y 2035.
También ha desechado varias políticas ambientales introducidas por Trudeau y ha adoptado un tono más favorable respecto a la producción de combustibles fósiles. Ha acelerado la aprobación de la expansión de una planta de exportación de gas natural licuado en Columbia Británica, ha abierto la puerta a la posibilidad de un nuevo oleoducto hacia la costa oeste del país y no ha descartado abandonar los planes de establecer un límite de emisiones para los productores de petróleo y gas.
“Somos una superpotencia energética”, afirmó en su discurso en Ottawa. Elogió a Canadá, que posee la tercera mayor reserva de petróleo y la cuarta mayor reserva de gas natural del mundo, así como su red eléctrica 85 por ciento limpia y vastos yacimientos de minerales críticos y tierras raras.
Carney habló sobre su impulso para que el gobierno federal “gaste menos para invertir más”, un tema clave de su campaña electoral. Planea equilibrar el presupuesto operativo en tres años, a la vez que profundiza el déficit para inversiones de capital.
También destacó los esfuerzos de su gobierno para reducir las cargas regulatorias y mejorar la eficiencia en el servicio público, incluidas las formas de “reducir la duplicación y reducir los costos”.
“Nuestro gobierno trabajará incansablemente para reducir el desperdicio y aumentar la eficiencia, y cuando tengamos que tomar decisiones difíciles, seremos reflexivos, seremos transparentes y seremos justos”, dijo Carney, quien se reunirá con Donald Trump.
El ministro de Finanzas, Francois-Philippe Champagne, publicará el presupuesto el 4 de noviembre, y los economistas encuestados por Bloomberg esperan que el déficit aumente a 70 mil millones de dólares canadienses (50 mil millones de dólares estadounidenses), aunque algunos dicen que el déficit podría alcanzar los 100 mil millones de dólares canadienses.
“Nuestro gobierno tiene la capacidad fiscal para actuar con decisión”, dijo Carney.
Carney pronunció su discurso ante estudiantes universitarios, una decisión importante. Economistas, grupos empresariales y algunos responsables políticos han mostrado un apoyo cauteloso al uso del margen fiscal de Canadá para impulsar la débil inversión y productividad del país.
Pero las preocupaciones por el costo de vida, incluida la asequibilidad de la vivienda y los elevados precios del alquiler, son un problema importante para los canadienses, y especialmente para los jóvenes, que también deben lidiar con un alto desempleo.
Esto hace que una de las tareas de Carney sea tranquilizar a los canadienses afirmando que la mayor carga de la deuda y el cambio fiscal propuesto hacia mayores inversiones de capital finalmente se traducirán en mejores resultados económicos y salarios más altos.
“Es nuestro país. Es su futuro”, dijo. “Se lo vamos a devolver”.







