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China y Europa exhiben sus diferencias y su distanciamiento

La UE expuso en la reunión reclamos comerciales y geopolíticos

Encuentro. António Costa, Xi Jinping y Ursula von der Leyen, ayer en Pekín.
Encuentro. António Costa, Xi Jinping y Ursula von der Leyen, ayer en Pekín.

La cumbre Unión Europea-China, celebrada ayer en Pekín, dejó claro que el impulso de acercamiento entre ambas potencias se ha frenado.

A pesar del tono diplomático, los líderes europeos llevaron una agenda cargada de reclamos comerciales, estratégicos y geopolíticos, mientras que el presidente Xi Jinping se mostró firme en defensa de los intereses chinos.

El evento, previsto para dos días, se redujo a una sola jornada. Para diplomáticos europeos, el gesto confirmó que las expectativas de Pekín eran mínimas, y que el margen para compromisos reales era estrecho.

La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, advirtió que la relación ha llegado a “un punto de inflexión”. “Reequilibrar nuestra relación es esencial. Es vital que China y Europa reconozcan sus preocupaciones respectivas y presenten soluciones reales”, agregó.

El déficit comercial de la UE con China –que superó los 300 mil millones de euros el año pasado– fue uno de los temas centrales. También lo fue el apoyo de Pekín a Rusia en su guerra contra Ucrania, así como las restricciones chinas a la exportación de “tierras raras”, clave para la industria europea de alta tecnología. El presidente del Consejo Europeo, António Costa, pidió a Xi que utilice su influencia para detener la guerra en Ucrania. “China tiene un papel crucial para contribuir a la paz global. Esperamos que lo ejerza”.

Por su parte, Xi Jinping hizo un llamado a la moderación. “Frente a los cambios acelerados no vistos en un siglo, y a un panorama internacional turbulento, China y los líderes de la UE deben tomar las decisiones estratégicas correctas que respondan a las expectativas del pueblo y resistan la prueba de la historia”.

Más allá del tema climático –único punto con un acuerdo concreto–, la UE insistió en que las distorsiones sistémicas en la economía china y la sobrecapacidad industrial están “inundando” los mercados del bloque y afectan la competitividad.

Las tensiones han ido en aumento. Bruselas restringió el acceso de empresas chinas a licitaciones públicas, y Pekín respondió con investigaciones comerciales y restricciones sobre productos europeos. A lo anterior se suman las recientes sanciones de la UE contra bancos chinos por financier a la industria militar rusa.

Los líderes europeos dejaron claro que no están dispuestos a continuar con una relación desequilibrada. En palabras de Von der Leyen, “la apertura debe ser mutua, no asimétrica”.

La cumbre por los 50 años de relaciones diplomáticas quedó lejos de ser un festejo. La relación sigue, pero el entusiasmo ha menguado. El enfriamiento es palpable.

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