Europa vive una ola de calor brutal. Desde el sur de España hasta los Balcanes, millones de personas enfrentan temperaturas extremas que superan los 40 grados; y aún no llega el verano.
Italia, Grecia y España están entre los países más afectados. En Roma, el termómetro superó los 42 grados; en Sevilla se alcanzaron los 45, rompiendo récords históricos.
Atenas cerró la Acrópolis durante las horas de mayor calor para proteger a turistas y trabajadores. La sensación térmica en la capital griega es señalada como asfixiante.
Los servicios de salud están saturados por un aumento de casos de golpes de calor y deshidratación. Los más afectados son ancianos, niños y personas sin refugio.
Francia activó planes de emergencia y desplegó unidades móviles. Alemania emitió una advertencia nacional, fenómeno poco habitual.
Los incendios forestales se multiplican. Grecia evacuó a más de mil 500 personas en el Peloponeso. En zonas de Bosnia y Portugal, el fuego avanza sin control.
El calor y el viento alimentan las llamas. Helicópteros y aviones cisterna trabajan sin descanso. En Croacia, se han perdido miles de hectáreas de bosque.
La agricultura está al borde del colapso. En España, los olivos y las vides muestran “estrés térmico”. En Italia, los fruticultores hablan de “catástrofe silenciosa”.
El río Po en Italia y el Ródano en Francia tienen niveles alarmantes; la escasez de agua afecta cosechas.
Los científicos lo advierten: ya no es excepcional. Las olas de calor en Europa son más frecuentes, más largas y más intensas que nunca.
Se confirmó que junio de 2025 ha sido el más caluroso desde que hay registros. Y no hay señales de que la situación cambie pronto.
Las ciudades no están preparadas. Muchas carecen de árboles, sombra o planes de adaptación. Las viviendas mal aisladas aumentan el sufrimiento en barrios pobres.
La red eléctrica está al límite. El uso masivo de aire acondicionado genera riesgo de apagones. Varias capitales han tenido cortes.
La Comisión Europea pide acelerar la transición energética y exige adaptar infraestructuras a la nueva realidad climática. El tiempo apremia.
Trabajadores piden pausas por calor extremo, familias buscan refugio en centros climatizados, y la energía se encarece.
Esta ola de calor no es un evento aislado; es una advertencia.
El cambio climático ya está aquí, y arde en las calles de Europa.