“Sentir los misiles caer a tu alrededor es una experiencia que no se compara con nada. El miedo y el estrés fueron insoportables”, confiesa Fernanda Velázquez, una mexicana que viajó a Israel con la intención de iniciar una nueva vida; sin embargo, sus planes cambiaron cuando el pleito entre Israel e Irán escaló a una lluvia de misiles que obligó a cientos de personas —incluida ella— a replantear su futuro.
Durante 12 días de la guerra entre Israel e Irán, los habitantes de Israel vivieron bajo el temor de un conflicto más grande. Ese miedo se incrementó dramáticamente después de que Estados Unidos bombardeó instalaciones nucleares de Irán. El ataque, identificado como la Operación Martillo de Medianoche, fue protagonizado por los aviones bombarderos B-2, que cargan bombas de hasta 15 toneladas.
Ante los constantes ataques de Irán, las sirenas antiaéreas de Israel sonaron una y otra vez. Para Fernanda, ese sonido se le quedó grabado como un trauma: “Estaba en Netanya; los misiles explotaban prácticamente encima de nosotros. Fue muy fuerte, muy cerca”, recuerda la mexicana en entrevista con El Financiero.
Durante esos días, videos e imágenes de los ataques con misiles entre Israel e Irán inundaron medios de todo el mundo y las redes sociales. Las escenas mostraban cielos oscuros, iluminados por proyectiles hipersónicos y explosiones que sacudían tanto zonas residenciales como estratégicas.

‘Ya no dormía, estaba en pánico’, cuenta una mexicana que vivió en Israel
“Era impresionante. A cada rato sonaban las alertas y tenías que correr a los bunkers. Uno de mis conocidos me decía que esta era la primera vez que tenían una guerra así de fuerte. Yo ya no dormía. Estaba en pánico”, relata la mexicana.
“Estaba cerca del Hospital Soroka, en Beersheba cuando cayó un misil. Ese fue el día que decidí regresarme a México. Llevaba como tres días con alarmas constantes... Vivirlo es una experiencia durísima. Jamás imaginé pasar por algo así. El estrés, el miedo… sentía que me iba a caer una bomba”, agregó.
Fernanda, artista plástica de 32 años, decidió regresar a la Ciudad de México ante el escenario de guerra; sin embargo, al solicitar apoyo de la Embajada de México la respuesta fue insuficiente.
“Estaba muerta de miedo. Ese día, a las 7:30 de la mañana, empecé a ver los misiles encima de mí. Estaba por tomar un camión rumbo a Taba y me comuniqué con la Embajada. La persona que me respondió solo me mandó un ‘copy-paste’ diciendo que las únicas opciones para salir eran por Jordania o Egipto. Le pregunté si el gobierno me iba a apoyar con un vuelo de regreso, pero me dijo que no era posible”.
En esos días, el Ministerio de Transporte y Seguridad Vial cerró del espacio aéreo de Israel, tras el ataque lanzado contra Irán.
Así fue el viacrucis de una mexicana para salir de Israel
“Encontré un vuelo de El Cairo a Madrid, y de ahí a Ciudad de México. Lo compré. Tomé un camión a Eilat y mi idea era cruzar la frontera hacia Taba en taxi. Así fue. Llegué a Eilat, me encontré con una familia y me pegué con ellos para cruzar”, recuerda.
Aunque el Gobierno de México habilitó líneas de contacto para que los connacionales pudieran gestionar su situación, fue hasta que Fernanda llego a El Cairo que la Embajada de México en Israel se comunicó con ella.
“Una mujer israelita me ayudó, me compartió internet y pude tomar un taxi hasta El Cairo, me contacto la Embajada de México en Israel y me estuvo monitoreando. El trayecto fue horrible. Había mucha gente en la frontera, no me hacían caso por ser mujer. Al final llegué, me dieron una visa, pero perdí el vuelo y me tuve que quedar hasta conseguir otro”, dijo.
Finalmente, Fernanda abordó un vuelo a Madrid. “Llegué toda traumada. Llevaba dos días sin dormir, fue muy duro. Me tomó todo un día llegar a España, y eso gracias a la ayuda de mis amigas, que me ayudaron. Yo, la verdad, no tenía cabeza para nada.”

“En México no tenemos idea de lo que es vivir algo así. No se puede separar religión, política y cultura en Medio Oriente. Todo está mezclado. Estar allá implica ser fuerte, hay que estar preparado emocionalmente. Y conocer la historia, porque este conflicto no va a terminar pronto. Me gustó mucho Israel. Me sentí a gusto... salvo por la guerra. Tal vez volvería, pero más preparada”, asegura.
¿Cómo es vivir con sirenas antiaéreas y en refugios? Esta es la historia de otra mexicana en Israel
Paola Constantino, una mexicana que lleva seis meses viviendo en Tel Aviv, compartió una experiencia distinta a la de Fernanda, aunque igual de intensa.
“Como extranjera, lo viví con mucha intensidad. A diferencia de muchos israelíes, para mí no es algo normalizado”, dice. Aun así, Paola admira la fuerza con que los israelíes mantienen su vida diaria.
“Estar en un refugio es una experiencia extraña. Afuera todo vibra y retumba… pero adentro hay una calma inesperada, casi frágil. Ese contraste te hace valorar cosas básicas como respirar, estar viva”, relata.
Paola Constantino admite que el miedo es inevitable, pero aprendió a enfocarse en pequeñas actividades que le dan equilibrio emocional, como ver el atardecer, dibujar y meditar.
Sobre la vida diaria, esta otra mexicana en Israel comenta que “todo se planeaba en función de estar cerca de un refugio. Las madrugadas son intermitentes, con poco sueño y mucha alerta. Aunque la tensión sigue presente, la gente encuentra cómo seguir adelante.”
Tras la guerra y luego de la tregua entre Israel e Irán, Paola no tiene planes inmediatos de regresar a México. “Elegí estar aquí y aunque amo mi país, mi espíritu viajero quiere ver el mundo. Si la situación se volviera insostenible, lo evaluaría, pero hoy sigo aquí”, concluye.