La conclusión a la que llega uno de los más destacados estudiosos de las relaciones económicas Asia-Europa, el español Miguel Otero Iglesias, es pragmática: “Por mucho que no nos guste su sistema político y la opacidad de su gobierno, no podemos darle la espalda al hecho de que China es la segunda economía mundial”.
Es el segundo socio de Europa, después de Estados Unidos, y la relación comercial es muy intensa: 800 mil millones de euros al año.
Investigador senior del Real Instituto Elcano e investigador asociado del Instituto para la Unión Europea y Asia en la School of Management de París, Otero sostiene que es necesario serenarse ante la posibilidad de incrementar la relación comercial con China. “Por mucho que Donald Trump nos dé palos (a los europeos), los problemas que tenemos con China no desaparecen”, dice.
-¿Cuáles?
-Primero, el déficit que tenemos con China (304 mil millones de euros en 2024, de acuerdo con la Oficina de Estadísticas de la Unión Europea, Eurostat).
Luego, señala Miguel Otero, derechos de propiedad y derechos humanos. China no se abre en el sector servicios ni en medios de comunicación. Y están sus prácticas en terceros países, como sucede con los que se disputan el mar del sur de China.
-Ustedes, ¿qué le pueden exportar a China, además de productos de lujo?
-Servicios. El debate es si China va abrir el sector servicios. La ventaja competitiva de China sigue siendo la industria, la manufactura, y la ventaja competitiva de Europa son los servicios.
-¿Qué prevé en la relación Europa-China?
-Preveo cierta tensión, por la supercapacidad industrial de China. China representa, ahora, 30% de la producción industrial mundial. Entonces Europa, siendo una potencia industrial todavía, se verá afectada por esa capacidad industrial que tiene cada vez mayor valor añadido.
-¿Hasta dónde puede llegar el acercamiento?
-La Unión Europea define a China como socio, competidor y rival sistémico, lo que suena algo esquizofrénico, pero creo que es una buena definición. Somos socios en el G-20, en la agenda global, en cooperación científica. La inversión de China en España en coches eléctricos es de socios. España es el segundo productor y exportador de coches de Europa: 10% del PIB es de automóviles y autopartes. España quiere que China venga a producir sus coches aquí, como en su momento lo hicieron los japoneses, los estadounidenses, los franceses, los alemanes. Y que vigorice las cadenas de valor, que haya transferencia de tecnología.
-Entonces, China ¿es o no es su enemigo?
-La Unión Europea no compra el argumento de Trump. China es un rival sistémico en lo político, pero no es un rival en cuanto al sistema internacional, en el orden global. Yo he abogado por seguir trabajando y haciendo negocios con China. Esa visión de que China es el enemigo mundial número uno, nunca la he compartido.
Y cierra la entrevista: “Hay que entender a China, viajar a China, conocer a China, y competir con China”.