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‘Hoy es un buen día para morir’: El mexicano que libró la silla eléctrica pero no la inyección letal en EU

Mario Benjamín Murphy es el único mexicano ejecutado en un estado diferente a Texas, ya que fue en Virginia donde asesinó a un marino, a petición de su esposa para cobrar un seguro millonario.

Mario Benjamín Murphy ha sido el único mexicano ejecutado en un estado diferente a Texas. (Foto: Murderpedia)

Mario Benjamín Murphy Rodríguez ha sido el único mexicano condenado a la pena de muerte en EU que no fue ejecutado en Texas. Su ejecución ocurrió en el estado de Virginia, donde cometió un crimen que el entonces gobernador, George Allen, un fanático adicto a la pena capital, no iba a dejar pasar.

Con solo 25 años, Mario Benjamín fue detenido y confesó haber sido parte de una conspiración para asesinar a James Radcliff, un miembro de la Marina estadounidense, en una trama pasional que involucraba una póliza de seguro de 100 mil dólares.

Según recoge el sitio Murderpedia, la esposa de Radcliff, en complicidad con su amante, contrataron a Murphy para llevar a cabo el homicidio, a cambio de 5 mil dólares.

Era 1991, el mexicano y cinco personas más estuvieron implicadas en el complot en el que con un golpe en la cabeza con un tubo de acero y varias puñaladas terminaron con la vida de Radcliff. Mario Benjamín Murphy fue arrestado más de un año después, en septiembre de 1992.


Sin embargo, los cinco involucrados, reclutados por Murphy, fueron sentenciados a cadena perpetua, al mexicano le impusieron la pena de muerte, lo cual desencadenó una serie de protestas e intentos por conmutar el castigo.

¿Cuáles fueron los argumentos de defensa de Murphy?

La cita de Murphy con la cámara de la muerte llegó hasta el 17 de septiembre de 1997, ya que durante los años entre su detención y su ejecución, hasta el gobierno mexicano y organizaciones de derechos humanos intentaron interceder por él con las autoridades estadounidenses.

Amnistía Internacional (AI) fue una de las organizaciones que protestaron por la ejecución de Mario Benjamín Murphy, así como por las ejecuciones de Ramón Montoya y la de Irineo Tristán, cometidas años antes.

En enero de 1998, AI resaltó que Mario Benjamín Murphy —originario de Tijuana, pero desde los 3 años residía en EU— se enteró hasta 1996 que tenía derecho a la asistencia consular, lo que era una clara violación a la Convención de Viena.


“Murphy cooperó plenamente con la policía, y estaba claro que no era el principal culpable del delito. Sin embargo, fue el único al que la fiscalía no ofreció un trato a cambio de declararse culpable, y fue el único condenado a muerte; también era el único extranjero”, señala AI en su reporte.

El argumento de la violación a su derecho como extranjero fue ignorada por jueces, fiscales y hasta por el gobernador Allen. Las peticiones de clemencia no tuvieron efecto y lo más que se pudo lograr fue que la ejecución fuera por inyección letal y no en la silla eléctrica como estaba pensada originalmente.

¿Cómo fue la ejecución de Mario Benjamín Murphy? ‘Hoy es un buen día para morir’

Hasta el último minuto el Gobierno de México buscó la clemencia para Mario, pero ni la intervención del entonces canciller José Ángel Gurría fue exitosa, por lo que el tijuanense fue llevado al ‘patíbulo’.

The Virginia Pilot reportó que Mario Benjamín Murphy murió el miércoles 17 de septiembre de 1997, a las 21:09 horas.

“Hoy es un buen día para morir. Los perdono a todos, espero que Dios también lo haga”, fueron las últimas palabras del mexicano, quien se rió en el momento en que los químicos mortales comenzaron a ingresar en su torrente.

¿Qué pasó con los demás involucrados en el homicidio del marino?

Robin Radcliff y Gary Hinojosa, autores intelectuales del asesinato del marino, se casaron una semana después del homicidio.

No obstante, ambos fueron detenidos y junto a los otros tres involucrados, identificados como Michael Bourne, James Hall y Aaron Turner, este último el mejor amigo de la infancia de Mario Benjamín, fueron sentenciados a cadena perpetua, según The Virginia Pilot.

Sylvia Rodríguez, madre del mexicano, expresó luego de la ejecución que su hijo lucía bastante tranquilo, porque ya había sido cansado y agotador su proceso, así como para la familia.

Esta es la tercera entrega de los mexicanos ejecutados por Estados Unidos, en las anteriores conocimos las historias de Ramón Montoya Facundo y de Irineo Tristán Montoya, y en la siguiente presentaremos el caso de Miguel Ángel Flores.

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