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Yo vi un muy buen espectáculo durante el medio tiempo de Súper Tazón. Dos mujeres profesionales desplegaron talento y energía, mostraron el dominio que tienen del baile, utilizaron vestuarios muy adecuados para acentuar sus competencias y la producción fue de lujo. Lograron entretener y más, dejaron un mensaje explícito, poderoso para las siguientes generaciones de niñas y niños, pero también sobre la diversidad en la música, en el idioma. Desde el himno nacional, el Super Bowl se construyó de diversidad racial en un país donde la ultraderecha gobierna y refuerza estereotipos que promueven la segregación o exclusión.
Se abre la puerta al debate para evolucionar el discurso feminista. Sexista no es el baile, sino lo que se construye en el imaginario machista. En el siglo XVIII los problemas de la gitana Agnes –La Esmeralda– surgen a partir del sexismo en el imaginario de Frollo, el archidiácono de la catedral de Notre Dame de París. Quasimodo, enamorado, busca salvarla de esta amenaza porque Frollo es hombre y ella es objeto –mujer y gitana–, diabólico –despierta pasiones– y él se siente con derecho a decidir sobre ella.
Tanto a Frollo como a Quasimodo les gusta Esmeralda, ambos admiran el baile desenfadado de la gitana, sensual y cadencioso. Al no cumplir con sus expectativas, Frollo busca destruirla a toda costa; mientras que Quasimodo la ve como una persona que está expuesta a un peligro inminente. El sexismo está en Frollo y las consecuencias normalizadas recaen sobre Esmeralda, porque es mujer, porque es guapa, porque es desenfadada y porque se atreve a decir que no. En tanto Quasimodo, que también la desea, es capaz de ver a una persona, sentir compasión por ella y respetar su decisión, aunque no vaya a la par de sus deseos.
En el siglo XXI el sexismo en las mentes machistas convierte este despliegue de habilidades, ritmo y profesionalismo en memes que enfatizan la edad de las mujeres, lo que enseñaron y cómo lo enseñaron –desenfadadas–. Otros extrapolan lo que se vio en el escenario a lo que ven en casa.
El imaginario machista no recuerda que el año pasado el cantante de Maroon 5 se agarró los genitales y ni qué decir del medio tiempo de Prince; ese imaginario primero se acuerda del seno de Janet Jackson en 2004.
El sexismo no es el baile, tampoco es la atracción que se despierta ni la seducción que se despliega. Sexismo es el monstruo que obnubila la cordura de cualquiera que se mueve en el imaginario machista, que convierte en objeto a una persona sólo porque es mujer.
Esta es una columna de opinión. Las expresiones aquí vertidas son responsabilidad únicamente de quien la firma y no necesariamente reflejan la postura editorial de El Financiero.