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Como era de esperar, el crecimiento del PIB en México para el tercer trimestre del año fue negativo (-0.4 por ciento). Debido a que la tasa de crecimiento del sector secundario en el segundo trimestre fue negativo y la tasa de crecimiento del sector servicios había sido de cero por ciento.
En este tercer trimestre el sector secundario vuelve a tener una tasa de crecimiento negativa del 1.80 por ciento y el sector servicios vuelve a quedar en ceros.
El sector primario es el único que sigue creciendo, pero me temo que no lo hará por mucho tiempo. El INEGI publicó hace unos días también el Índice de Pedidos Manufactureros, y para el mes de octubre mostró una caída con respecto al mismo mes del 2018, siendo los pedidos en equipo de transporte el que tuvo la mayor caída con el 5.6 por ciento, y en segundo lugar, los pedidos de equipo de computación, accesorios electrónicos y aparatos eléctricos con un retroceso del 5.12 por ciento.
Ambos subsectores son pieza fundamental para la producción manufacturera de exportación en el país, por lo que todo esto hace evidente el derrumbe en la actividad económica para el tercer trimestre de este año.
Ante este panorama, el Centro Coordinador Empresarial enfatizó la importancia de incrementar sustantivamente la inversión productiva en el país para lograr una tasa de crecimiento promedio del cuatro por ciento en nuestra economía en los siguientes años.
La información que hemos revisado a lo largo del año nos da evidencia de que el gobierno federal ha detenido el ritmo de la inversión pública y ante el contexto político interno y la incertidumbre en la economía externa e interna, el sector privado tampoco ha dado paso firme a la inversión productiva, al menos no suficiente como para acelerar nuestro ritmo de crecimiento.
El Banco de México en su encuesta mensual a especialistas en economía del sector privado, muestra que la expectativa de crecimiento del país sigue en caída libre, ahora el crecimiento esperado para el PIB es del 0.26 por ciento para todo el 2019, esto va de la mano de una reducción en la inflación esperada al 2.96 por ciento que por sí misma refleja una escasa actividad económica interna.
Los especialistas que participan en esta encuesta de Banxico, señalan que la inseguridad, la incertidumbre en al situación económica del país, la incertidumbre en la política interna, y la gobernanza en el país, son los cuatro factores con mayor impacto para frenar el crecimiento del país.
Claramente la inseguridad sigue una trayectoria creciente y cada vez sentimos más incertidumbre en lo político y en lo económico. Estamos a dos meses para terminar el primer año de gobierno del presidente López Obrador y aunque es entendible que haya procesos que tomen tiempo para reenfocar estrategias y dar resultados, creo que no hemos visto en este primer año estrategias claras que sienten las bases para un crecimiento económico equilibrado, sostenido y más justo como lo ha prometido el presidente.
El crecimiento económico equitativo y justo no se logrará con el incremento en el gasto social por si solo, se requiere de la inversión privada para generar más y mejores fuentes de empleo.
Para ello es necesario que se materialicen incentivos para fortalecer el mercado formal interno, pero no hemos visto nada de esto. La oratoria ideológica actual y la falta de balances de poder en nuestro sistema político claramente dilapidan nuestro ahora frágil sistema democrático y la confianza en la autoridad del Estado.
Estamos viviendo momentos de preocupación en lo económico, pero también momentos tensos en lo político que atentan contra la escasa cohesión social que tenemos en el país.
Esta es una columna de opinión. Las expresiones aquí vertidas son responsabilidad únicamente de quien la firma y no necesariamente reflejan la postura editorial de El Financiero.