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Es por todos conocido que la actitud adoptada por el gobierno federal, en materia de apoyos económicos y fiscales a las empresas y a los gobiernos estatales, ha sido de completo abandono, y brillan por su ausencia las medidas de alivio y de apoyo que tanto requiere la planta productiva nacional, al grado que los estados han tenido que tomar la iniciativa, y, dentro de sus limitadas posibilidades, instrumentar algunos apoyos dentro de la esfera de sus atribuciones fiscales.
Esto ha traído, necesariamente, el tema del Federalismo Fiscal al debate, ya que durante muchos años, Estados como Nuevo León y Jalisco, se han quejado de que aportan bastantes impuestos federales a la Nación, (ISR, IVA, IEPS) y solo reciben de regreso, vía gasto federalizado, solo unos cuantos centavos de cada peso aportado.
De tal suerte, se empiezan a oír voces de algunos gobernadores que solicitan modificar el pacto fiscal, para recibir un trato más equitativo, o de plano, abandonar dicho pacto.
Ante estos reclamos, lo primero que es conveniente señalar, es que las posibilidades reales de modificar la Ley de Coordinación Fiscal, se perciben prácticamente nulas, ya que el reparto es un juego de suma cero, es decir, si un estado recibe más, algún otro habrá de recibir menos, y las posibilidades de que la federación acceda a aumentar el pastel, repartiendo más recursos, tampoco luce factible, dada la astringencia actual de recursos.
Entonces, la otra opción, de salirse del pacto fiscal, si bien administrativamente hablando es muy sencilla, ya que solo NO se suscribe el acuerdo anual de adhesión a la Coordinación Fiscal, y ya estás fuera, tiene implicaciones fiscales muy desfavorables para nosotros los ciudadanos.
Esto es así, porque los ciudadanos de Nuevo León seguiríamos siendo sujetos del pago de impuestos federales, y el Estado tendría que legislar impuestos locales para subsanar la pérdida de participaciones, aportaciones e ingresos vía convenios que actualmente percibe, los cuales para 2020 son de $80.2 mmp y representan el 82.6 por ciento de los Ingresos estatales, ($97.1 mmp) sin considerar ingresos por colocación de deuda neta.
Para evitar esta doble tributación, se puede pensar en dos salidas, la primera, es que la Federación exima a los ciudadanos de NL del pago de Contribuciones Federales, y se legisle para permitir a los Estados gravar estas actividades con impuestos Estatales, y la otra, de plano, Independizar a NL y que forme un nuevo país, ya sea solo, o conjuntamente con otros estados que deseen sumarse.
La terca actitud de nuestro ejecutivo federal, de no cancelar sus obras insignia, como la refinería de dos bocas, (a pesar de la crisis petrolera) para liberar recursos y atender la emergencia sanitaria, ya incluso ha llegado a tribunales y pronto veremos su desenlace, y la reticencia a re direccionar el gasto social, con su ya conocido slogan de "primero los pobres", ha terminado por cansar a algunos mandatarios estatales, y a la mayoría de los micro, pequeños y medianos empresarios, que debido a la orden de cierre, habrán de perder sus negocios, creando ahora un frente común contra el Gobierno Federal.
Es por todos conocido que en la República Mexicana, los estados con mayor actividad económica están en el Norte y parte del centro del país, mientras que los Estados más pobres están ubicados en el Sur, por lo que una eventual separación de los Estados Norteños, dejaría a la Federación en el peor de los mundos, con pocos ingresos y con muchos habitantes receptores de gasto social, un combinación letal que pondría de rodillas al Gobierno Federal.
Es importante que nuestras autoridades recapaciten y midan bien las consecuencias políticas y económicas de sus decisiones, ya que este manejo torpe y desaseado de la pandemia, ordenado cierres de establecimientos sin lógica económica alguna, (como a los proveedores de insumos de las actividades esenciales) lo único que conseguirá es el cierre masivo de empresas y una pérdida monumental de empleos, que sumirá a la economía mexicana en la crisis más grande que se tenga registro.
Y entonces sí, le caerá como "anillo al dedo" porque tendrá la excusa perfecta para decir que la caída de la economía fue producto de la pandemia (sin señalar que ya estábamos en recesión antes de que llegara) y por otro lado, es bien sabido que después de una fuerte caída, crecer, digamos al cuatro por ciento, es sencillísimo por el efecto base, por lo que de nuevo, gracias a la pandemia, podrá presumir que "cumplió" con la promesa de crecer al cuatro por ciento…..tiempo al tiempo.
Esta es una columna de opinión. Las expresiones aquí vertidas son responsabilidad únicamente de quien la firma y no necesariamente reflejan la postura editorial de El Financiero.