Monterrey

José Elías Abdala: ¿Aún queda esperanza?

Un gran número de países desarrollados están bajando sus tasas de interés para incentivar la demanda agregada.

Probablemente el actual ha sido uno de los peores arranques de semana para los mexicanos en los últimos años.

El Covid-19 ya entró a México y continúa detonando una gran incertidumbre y psicosis a nivel mundial, el gobierno no reaccionó ante los reclamos feministas mostrando apatía, comenzó una guerra de precios entre países petroleros y con ello tumbando las bolsas de valores a nivel mundial y sobre todo a nuestro peso mexicano; ¿podía ser peor?

Varios países presentan casos de Covid-19, enfermedad que actualmente mata al 3.4 por ciento de la población contagiada, según la Organización Mundial de la Salud. Con el objetivo de contener el virus, las limitaciones a la interacción social han presentado casos de cuarentena, cancelación de viajes y sobre todo cierres de fábricas manufactureras.

Por consecuencia, las fábricas han dejado de surtir y demandar productos a nivel mundial. Muchas de estas plantas, las cuales se encuentran principalmente en China, requieren de combustibles fósiles para operar o para parte de sus procesos de manufactura y gran número de las manufactureras son de origen automotriz, por lo que la demanda por productos del sector ha disminuido.

Entonces arrancamos con la lógica, si están cerradas las plantas que demandan combustibles fósiles y disminuye la demanda por automóviles, por ende, disminuye la demanda por gasolina y combustibles fósiles, por lo tanto, ante una menor demanda, el precio de los combustibles fósiles, en particular el del petróleo, debe reducirse.

A raíz de esto, los países miembros de la OPEP buscaron disminuir la producción de petróleo para mantener el precio en lo que estaba en semanas pasadas, alrededor de los 60 dólares por barril. Sin embargo, por problemas políticos e intereses de por medio entre Arabia Saudita y Rusia, el primero rechazó la propuesta e inició una guerra de precios, recortando sus precios, continuando con su ritmo de producción e incluso con miras a aumentarla y con ello tumbando al mercado.

Por la grandísima correlación que existe entre mercados, el Covid-19 y el crack petrolero, generó que el lunes 9 de marzo los mercados tuvieran su peor día desde la crisis financiera del 2008.

Los precios del petróleo se desplomaron casi 25 por ciento, su peor jornada desde la guerra del Golfo Pérsico en 1991, las bolsas de valores de Estados Unidos cayeron más de un siete por ciento, y según un especialista, el índice S&P 500 perdió cerca de dos billones de dólares, lo equivalente a aproximadamente 312 mil pesos per cápita en México. Al igual, el rendimiento del bono del tesoro a 10 años de los Estados Unidos se ubicó por debajo del 0.5 por ciento por primera vez en la historia.

El miedo generó una alta demanda por dólares a nivel nacional y provocó la depreciación del peso más alta en varios años, perdiendo más del siete por ciento y alcanzando a tocar los 22 pesos por dólar en el mercado. El sector privado sabe lo que representa esto… sin embargo, es importantísimo que el gobierno ponga manos a la obra porque los "grandes" proyectos de la 4T se cotizan en dólares.

Las finanzas públicas están protegidas por las coberturas petroleras, pero Pemex no. Será interesante ver lo que sucede después de que se gastaran más de la mitad del Fondo de Estabilización de Ingresos Presupuestarios, eran 300 mil millones de pesos para emergencias.

Para contener el tema a nivel mundial, los bancos centrales iniciarán a tomar medidas con relación a sus políticas monetarias. La reserva federal de Estados Unidos inyectará dinero al mercado, así como el Banxico y Hacienda hicieron lo suyo para contener el peso. Al igual, gran número de países desarrollados están bajando sus tasas de interés para incentivar la demanda agregada.

Será necesaria una respuesta internacional expansiva, coordinada en materia fiscal y monetaria para ayudar a un mejor funcionamiento de los mercados financieros, de las empresas y ayudar a los hogares a salir adelante, buscando contrarrestar el impacto económico del Covid-19.

Para el caso de Nuevo León y varios estados del país existe una ventaja importante, las plantas manufactureras y servicios que están dentro del estado se mueven gran parte en dólares, por lo que en caso de contar con buenas coberturas, los daños al tipo de cambio les pudieran ser favorables al estar exportando. Sin embargo, el tema de la disminución de la demanda a nivel mundial puede afectar de forma negativa a las empresas.

Es probable que este año sea de bajo crecimiento o hasta exista una posible contracción a nivel mundial y de ser así, México saldría más afectado. ¿Aún queda esperanza?

Como escribió el columnista, Jonathan Ruiz: "la confianza se rompe rápidamente y eso es la base de todo el sistema financiero internacional. El riesgo aumenta. México necesita a sus mejores mujeres y hombres. Ya".

El autor es economista egresado del ITESM. Analista de banca privada con especialidad en temas financieros.

Esta es una columna de opinión. Las expresiones aquí vertidas son responsabilidad únicamente de quien la firma y no necesariamente reflejan la postura editorial de El Financiero.

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