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Esta semana el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) publicó la inflación para el mes de noviembre ubicándola en 2.97 por ciento anual, su menor nivel en dos años. Al interior del indicador, la inflación subyacente volvió a descender registrando una inflación de 3.65 por ciento. Así, una inflación alrededor del centro de la meta (tres por ciento) abre las puertas a que el Banco de México continúe con los recortes a la tasa de interés que actualmente se ubica en 7.5 por ciento.
Aunado a esto, la actividad económica se encuentra deprimida. De enero a septiembre el crecimiento anual ha sido de cero por ciento resultado de una fuerte caída de la inversión fija bruta, sobre todo relacionada con el sector de la construcción. De hecho, el último dato de la inversión en septiembre continuó mostrando una persistente desaceleración. Para 2020 las expectativas de crecimiento, si bien son de una recuperación, indican que el crecimiento rondará un estimado de uno por ciento anual.
Ante este entorno, es muy probable que el Banco de México decida reducir la tasa de interés de nuevo en su próxima reunión de decisión de política monetaria. Incluso se abre la posibilidad de que la autoridad monetaria reduzca en hasta 50 puntos base la tasa de interés objetivo. Esto, sin duda, puede reactivar a la demanda agregada pero no creo que sea el determinante más importante para detonar un mayor crecimiento económico. La razón por la cual la inversión está cayendo no es el elevado precio del dinero (tasa de interés) sino la incertidumbre generada por algunas acciones de política económica del gobierno federal.
Una buena noticia es la reciente ratificación del T-MEC que apoyará a reactivar ciertas inversiones, sobre todo en el sector manufacturero, motor de la economía nacional. Además, se espera que el tratado pueda atraer empresas asiáticas que buscan evitar las políticas proteccionistas de EUA.
Sin embargo, un riesgo para el crecimiento en el corto plazo es la reciente desaceleración del sector industrial de EUA. Ello ha provocado que las exportaciones manufactureras mexicanas en septiembre y octubre cayeran. Los indicadores adelantados de la industria estadounidense indican que es probable que el sector se mantenga en contracción hacia adelante. Lo anterior podría perjudicar a la economía mexicana deprimiendo el único sector que mantuvo un dinamismo positivo a lo largo del año.
Así, si bien la continuación de una política monetaria acomodaticia será bienvenida para reactivar a la economía nacional, sobre todo al consumo, no será el factor determinante para detonar el crecimiento a mediano plazo. Es fundamental mitigar la incertidumbre que impera en el país para fomentar la inversión privada.
Esta es una columna de opinión. Las expresiones aquí vertidas son responsabilidad únicamente de quien la firma y no necesariamente reflejan la postura editorial de El Financiero.