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El INEGI dio a conocer los Indicadores del Bienestar Autorreportado de la Población Urbana (BIARE) correspondientes a enero de 2021.
Estos indicadores se basan en la valoración que otorgan las personas a tres aspectos de su bienestar: en primer lugar, se encuentra la satisfacción con la vida en general y con ámbitos específicos de la misma; otro factor es la llamada eudemonía, que se observa a través del grado de acuerdo que muestran las personas con enunciados que denotan fortaleza y sentido de vida, finalmente, se encuentra el balance anímico, que explora la prevalencia de estados anímicos, tanto positivos como negativos, durante el día anterior a la entrevista.
Durante el primer mes de este año, en una escala de 0 a 10, la población adulta urbana califica, en promedio, en 8.2 la satisfacción actual con su vida; una décima menos que la calificación reportada en el mismo mes del año anterior, cuando se ubicó en 8.3. Las mujeres reportan menor satisfacción que los hombres, la brecha entre ellas y ellos es de tres décimas.
Del total de la población adulta urbana, 2.8 por ciento calificó bajo el nivel de satisfacción actual con su vida, dando una valoración entre 0 y 4; 9.5 por ciento, la evaluó con 5 o 6; 42.8 por ciento otorgó una calificación de 7 u 8; en tanto que 44.9 por ciento señaló un nivel de satisfacción con valores altos de 9 o 10, proporción menor que la que representó en enero de 2020 (48.3 por ciento).
En referencia con aspectos específicos, la población adulta del país expresa el nivel más alto de satisfacción con sus relaciones personales (8.8) y el nivel más bajo en la satisfacción con su seguridad ciudadana (5.5), aunque tres décimas por encima de la calificación promedio observada en enero de 2020 (5.2).
La satisfacción con este país muestra una calificación de 7.1 en promedio, dos décimas por encima de la calificación promedio observada en enero de 2020 en este rubro (6.9). Así, aunque con una discreta mejora, país y seguridad siguen siendo los dominios de la esfera pública que presentan la más baja valoración por parte de la población.
El BIARE también proporciona información por grupos de edad. En enero de 2021 año, los jóvenes de 18 a 29 años reportaron el mayor nivel de satisfacción con un promedio de 8.4; le sigue el grupo de 30 a 44 años con 8.3; las personas de 60 años y más promediaron 8.1, mientras que los de 45 a 59 registraron un menor nivel de satisfacción, con un promedio de 7.9.
El comunicado del INEGI menciona también que existe una estrecha relación entre el BIARE y el indicador de confianza del consumidor y sus componentes, que elabora el mismo organismo, en colaboración con el Banco de México.
Una de las primeras cosas que este columnista aprendió cuando empezaba e estudiar la carrera de economía es que el bienestar de la población es el objetivo último de todo sistema económico, por lo que el BIARE es un instrumento valioso para aquilatar la calidad presente y futura de nuestra economía.
Mejoran expectativas del sector privado
Las expectativas de crecimiento de la economía para este año se incrementaron de 3.74 a 3.89 por ciento entre enero y febrero, de acuerdo con la encuesta que levanta en Banco de México entre analistas de empresas privadas nacionales e internacionales.
Las perspectivas de crecimiento para 2022 también se ajustaron al alza. En la última encuesta los analistas privados esperan que el crecimiento para el año entrante sea de 2.65 por ciento.
En el frente financiero no se esperan sorpresas. Los analistas entrevistados por Banxico anticipan una inflación de 3.88 por ciento, con un tipo de cambio cerrando el año a 20.32 pesos por dólar y las tasas de interés de referencia en 3.73 puntos porcentuales.
Sin embargo, no en todos los aspectos se observa un aumento del optimismo. El porcentaje de analistas privados que consideran que el actual es un buen momento para invertir en México disminuyó de 12 a 9 por ciento en las dos últimas encuestas, mientras la proporción de los que consideran que es un mal momento se incrementó de 65 a 67 por ciento entre enero y febrero.
El autor es economista de la UANL, con Doctorado en la Escuela de Graduados de Administración y Dirección de Empresas (EGADE) del ITESM. Es profesor de la Facultad de Economía de la UANL y miembro del SNI-Conacyt.
Esta es una columna de opinión. Las expresiones aquí vertidas son responsabilidad únicamente de quien la firma y no necesariamente reflejan la postura editorial de El Financiero.