Si bien es generalmente aceptado que la economía de un País está en recesión cuando se registra una contracción en el nivel de la actividad económica por dos trimestres consecutivos, ésta reducción en la producción de bienes y servicios debe también reflejase en otros indicadores económicos, como el consumo, la inversión y el empleo.
Como el INEGI había reportado que durante el último trimestre del año pasado, el crecimiento real de la economía había sido negativo, de menos 0.6%, había mucha expectación por conocer el dato al primer trimestre de este año, para poder afirmar que la economía mexicana ya estaba oficialmente en recesión, ya que el indicador general de la actividad económica (IGAE) se había reportado con un decrecimiento de -0.2% en enero, y de menos 0.7% en el mes de febrero, indicador que anticipa la dinámica del PIB.
Sin embargo, de manera sorpresiva, y contrario a la evolución de los indicadores oportunos de la actividad económica, el INEGI reportó un crecimiento positivo de 0.2% para el PIB al primer trimestre del año, posponiendo la declaratoria oficial de una recesión económica en el País.
Dado que la industria reportó un crecimiento negativo, y el sector servicios no creció, tuvieron que echar mano del sector primario, para poder reportar un crecimiento positivo, y según el INEGI éste creció en más de 8% real en el primer trimestre, situación que deja muchas dudas, ya que la estimación del crecimiento real en las actividades agropecuarias, es la menos robusta de todos los sectores, e incluso, en el sector agrícola, se basa en áreas sembradas, sin la certeza que habrán de reportar las cosechas esperadas, todo un As bajo la manga.
Otro factor que hace dudar de este crecimiento en el PIB del sector primario, es que en los últimos datos de empleo publicados por el INEGI, al mes de marzo, se registró una reducción de 424,170 personas ocupadas en el sector primario, con relación a la gente laborando en el mes de marzo del año pasado, lo cual pone más en evidencia la manipulación de estos datos de crecimiento, que con 7% menos gente laborando, la producción aumenta más de 8%.
Por otro lado, si acudimos a la medición del PIB en sus grandes componentes, de Consumo, más Inversión, más Gasto del Gobierno, más efecto neto del sector externo (Exportaciones menos Importaciones), la verdad, por ningún lado hay señales de crecimiento.
El propio INEGI reportó en su Indicador Oportuno del Consumo Privado, (IOCP) que para el mes de Febrero se tenía una caída del 2.2% mientras que para el mes de Marzo se agudizaba a menos 2.5%, y si el consumo privado representa cerca de un 70% del PIB, difícilmente se puede revertir el crecimiento negativo.
Más aún, si consideramos que el Indicador Mensual de la Formación Bruta de Capital Fijo, otro indicador que reporta periódicamente el INEGI, también traía crecimientos negativos, cercanos al menos 2%, mientras que el Gasto Neto Presupuestal del Sector Público Presupuestal, acumulado a Marzo, tare una caída real cercana al 10%, simplemente no hay manera de afirmar que hubo un crecimiento real en la economía al primer trimestre de este año.
Finalmente, revisando la aportación del sector externo al crecimiento del PIB, si bien las exportaciones tuvieron un buen desempeño, anticipando la entrada de los aranceles, las Importaciones también aumentaron, compensando casi la totalidad del efecto positivo de las mayores exportaciones, para terminar con un saldo neto de solo $1.1 miles de millones de dólares, casi nada como proporción del PIB.
Otro indicador que abona a la percepción de que la economía mexicana ya está en recesión, es la generación de nuevos empleos, la cual ha sido anormalmente baja desde el año pasado, e incluso negativa, lo que revela que no hay más fuentes de empleo en la economía mexicana.
De hecho, al igual que en el sector primario, al mes de marzo, se reporta una disminución a nivel nacional de 88,740 personas laborando, con relación a las reportadas al mes de marzo del año pasado, mientras que los asalariados se reducen en 169,760 puestos de trabajo en el sector formal de la economía.
Solo los auto empleados en el sector informal de la economía registran un aumento, de 435,970 una evidencia contundente de que la economía ya está en franca recesión.
Si bien se entiende que el Gobierno Federal debe generar expectativas favorables en los agentes económicos, es criticable y cuestionables que lo quiera hacer manipulando la información económica.
Para concluir, es importante señalar que otro riesgo más, es que la recesión se transforme en estanflación, es decir, adicionada por un aumento en la inflación, ya que si bien se ha podido manejar la evolución del índice nacional de precios al consumidor, en niveles del 4%, los precios al mayoreo, monitoreados por el índice nacional de precios al productor, tiene todo el año reportando niveles superiores al 7% anual, casi el doble de la inflación al consumidor.
Como se sabe, los aumentos en precios primero impactan a nivel del productor, pasan luego a precios al mayoreo, y finalmente se trasladan al consumidor final, y con datos al mes de abril, el INEGI ha reportado inflaciones anualizadas en precios al productor, de 7.96% en enero, de 7.97% en febrero, 7.29% en marzo y 6.87% en abril, sin que estas presiones inflacionarias se hayan trasladado aún al consumidor final.
Sin duda, un aspecto más a considerar, ya que de aumentar la inflación, el Banco de México tendría que revertir sus reducciones a la tasa objetivo de interés, y volver a aumentarlas, lo que elevaría el pago de intereses de la deuda pública y dificultaría más la reducción del déficit financiero, aumentando el riesgo de una pérdida del grado de inversión de la deuda soberana del País.
Y todavía siguen adelante con la farsa de la elección para elegir jueces y magistrados.
Ven la tempestad y no se hincan.