Monterrey

Rogelio Segovia: Trabajadores polígamos

Encuestas laborales recientes indican que hasta un 31 % de los mexicanos han considerado o buscado un segundo empleo.

Desde luego que el hecho, en sí, no es nuevo. En absoluto. Pero el término para describirlo —al menos yo no lo había escuchado— sí lo es: trabajo polígamo.

El trabajo polígamo se refiere a la práctica de tener dos o más empleos al mismo tiempo bajo distintos jefes. Es decir, una persona mantiene múltiples trabajos de manera simultánea, generalmente sin que cada empleador conozca la situación. Históricamente, siempre ha habido trabajadores con dos empleos.

Esta situación, que se volvió más común en años recientes a partir de la pandemia, y como resultado de la flexibilización del trabajo remoto y las crecientes necesidades económicas de las personas, también fue conocida por términos en inglés como side job.

De hecho, no pocos expertos hablaban de la necesidad de tener un trabajo adicional o alterno al principal, aunque más flexible, menos estructurado o por cuenta propia (algo similar al también conocido freelance).

En México, el pluriempleo también va en aumento. Se estima que alrededor del 5 % de la población ocupada tiene un segundo trabajo (aproximadamente 3.1 millones de personas en 2022). Encuestas laborales recientes indican que hasta un 31 % de los mexicanos han considerado o buscado un segundo empleo para mejorar su situación económica.

Este fenómeno es más frecuente entre adultos jóvenes de 25 a 35 años. Los motivos van desde la necesidad financiera —completar gastos mensuales, enfrentar la inflación— hasta el deseo de diversificar ingresos o desarrollar nuevas habilidades profesionales.

Y aunque tiene beneficios importantes —como la ya mencionada mayor solvencia económica—, también implica mayor libertad psicológica al no depender de una sola fuente de ingresos, y puede permitir el desarrollo de nuevas competencias laborales.

El problema (sí, ya es un problema) es que esta práctica empieza a tener implicaciones éticas y legales. De hecho, desde el término que se ha acuñado para describir a esta clase de trabajadores (polygamous workers), se percibe una connotación negativa, por su asociación con la poligamia —una figura ligada a relaciones múltiples y a menudo clandestinas— que apunta a una supuesta “infidelidad” con el empleador.

Un artículo del Financial Times que denuncia esta práctica —y de donde leí por primera vez el término— plantea preguntas importantes: ¿cómo puede alguien tener tiempo para esto? Parece agotador. Un jefe ya es bastante; ¿cómo gestionar dos y, al mismo tiempo, ocultar tus huellas?

La solución que algunas personas han encontrado, según menciona el FT, es desconcertante: dedicar solamente el 40 % del esfuerzo a cada trabajo.

Desde cualquier perspectiva, tener dos o más empleos plantea cuestiones de honestidad y lealtad. Muchos trabajadores ocultan sus múltiples actividades para evitar repercusiones, dado que están destinando tiempo y energía —por los cuales reciben un salario— a otra empresa.

Esto puede considerarse una forma de traicionar la confianza depositada, especialmente si realizan tareas de un empleo mientras están siendo pagados por otro.

Las empresas suelen esperar exclusividad, o al menos dedicación plena, de sus trabajadores durante la jornada pactada. Si el empleado oculta que tiene otro trabajo, está rompiendo la confianza y posiblemente violando códigos internos de conducta.

Incluso si el pluriempleo es conocido, pueden surgir dilemas éticos en términos de conflicto de interés: ¿es correcto que un empleado comparta su talento (o potencialmente información) con otra compañía?

Desde luego que esta práctica polígama tiene repercusiones en uno de los grandes problemas actuales a nivel mundial en ambientes de trabajo: la salud mental. Compaginar dos (o más) empleos simultáneamente puede tener consecuencias significativas, tanto mentales como físicas.

Diversos estudios apuntan a que el pluriempleo incrementa los niveles de estrés y agotamiento, ya que estos trabajadores enfrentan jornadas acumuladas de entre 60 y 80 horas semanales, con pocas horas para descansar, lo que puede derivar en problemas serios de salud si no se maneja adecuadamente.

Aparte de las consideraciones éticas y legales, están los temas de gestión del desempeño. Si una persona puede dedicar solo el 40 % de su energía a un empleo (como apunta el FT) y, aun así, conservarlo, ¿significa que la gestión y administración de objetivos por parte de los líderes es deficiente? Y si esta deficiencia es parte del problema, ¿la solución sería forzar el regreso a la oficina para prevenir la duplicación de tareas?

El trabajo polígamo puede ser desleal. ¿Se podría solucionar contratando únicamente por trabajo productivo? Es decir, definir objetivos claros y un salario alineado a resultados, más allá del tiempo dedicado.

No hay soluciones fáciles.

El autor es Doctor en Filosofía, fundador de Human Leader, Socio-Director de Think Talent, y Profesor de Cátedra del ITESM.

Contacto: rogelio.segovia@thinktalent.mx

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