La participación de la mujer en el mundo financiero mexicano ha evolucionado, pero aún enfrenta retos importantes.
En cuanto al ahorro, según la Encuesta Nacional de Inclusión Financiera (ENIF) de 2024, el 49.3% de las mujeres reportaron tener algún tipo de ahorro, frente al 55.2% de los hombres. Además, solo el 42.6% de las mujeres posee una cuenta formal de ahorro, comparado con el 56.4% de los hombres.
Esta diferencia responde a múltiples factores, entre ellos, menores niveles de ingreso y una carga desproporcionada de responsabilidades económicas en el hogar.
A pesar de ello, las mujeres han demostrado ser ahorradoras disciplinadas, priorizando la estabilidad y la seguridad a largo plazo, lo que fortalece no solo a sus familias, sino también al tejido económico del país.
En lo que respecta al acceso al crédito, las mujeres también enfrentan brechas significativas.
En México, apenas el 24% del total del crédito empresarial es otorgado a mujeres, y en promedio, los montos que reciben son menores y con condiciones menos favorables que los hombres, a pesar de que ellas registran menores tasas de incumplimiento en los pagos.
Esto revela una paradoja: el sistema financiero penaliza con mayor rigor a quienes, estadísticamente, representan un menor riesgo de impago.
Este fenómeno no solo afecta el crecimiento de los negocios liderados por mujeres, sino que también limita su capacidad de generar empleo y dinamizar sectores económicos emergentes.
Al comparar los criterios de acceso financiero entre mujeres y hombres, la desigualdad se hace aún más evidente. En el sistema de ahorro para el retiro, las mujeres acumulan en promedio 24% menos recursos que los hombres, principalmente debido a las brechas salariales y a trayectorias laborales interrumpidas por maternidad u otras responsabilidades familiares.
Estos factores no solo afectan su presente financiero, sino que comprometen su estabilidad económica futura, aumentando su vulnerabilidad en la vejez.
La participación de la mujer en el ambiente financiero no puede seguir viéndose como un tema secundario. Hoy, más que nunca, es indispensable reconocer que cerrar las brechas de género en el acceso al ahorro, al crédito y a la inversión no es solamente un acto de justicia social, sino una oportunidad estratégica para impulsar el crecimiento económico de México.
Una sociedad que fomente la plena inclusión financiera de las mujeres es una sociedad que invierte en su propio futuro: más justo, más fuerte y más resiliente.
El verdadero poder de una economía no se mide solo en cifras, sino en la capacidad de incluir y potenciar el talento de todas las personas.
Cuando una mujer accede plenamente al sistema financiero, no solo transforma su vida: transforma el futuro de un país entero.