Sin duda alguna, el Presidente Trump piensa que si impone aranceles a las importaciones de mercancías que entran a los EUA, estos serán pagados por los extranjeros, ya que de hecho, ha anunciado la creación de una oficina gubernamental denominada EXTERNAL revenue service, que hará mancuerna con la oficina gubernamental que cobra los impuestos a los norteamericanos, denominada INTERNAL revenue service.
Y bueno, no solo el Presidente Trump piensa eso, ya que hay economistas mexicanos, como Santiago Levy, (de triste memoria en su paso por el IMSS), que también cree esa falacia, y afirma que la imposición de aranceles es una acción que NO afecta al votante norteamericano, y opina que los afectados, económicamente, serán los exportadores.
Nada más alejado de la realidad, y basta revisar algunas investigaciones al respecto, como las realizadas por el Budget Lab de la Universidad de Yale, un centro de investigaciones que elabora estudios y opiniones sobre propuestas de política económica en los EUA, donde han analizado el impacto económico de la imposición de aranceles anunciados por el Presidente Trump, y concluyen, en uno de sus estudios, que un arancel del 20% a las importaciones norteamericanas, le costaría en promedio, a cada familia estadounidense, unos $4,206 dólares al año por mayores precios de los artículos importados.
Detallan, de manera particular, que habría un impacto inflacionario de 2.56% adicional en el crecimiento de los precios, destacando un aumento de 3.70% en alimentos, mientras que el crecimiento real del GDP (Gross Domestic Product) sufriría una caída de menos 0.98%, por la imposición de esta medida.
Si el libre comercio nos conduce a una situación de ganar-ganar, la imposición de aranceles nos lleva a otra de perder-perder, y así como el consumidor y la economía norteamericana tendrían efectos negativos con la imposición de aranceles, la economía mexicana, y particularmente los exportadores, también tendrían un impacto negativo originado por los aranceles impuestos por el Presidente Trump.
Si bien en México no tenemos estudios como los realizados por el Budget Lab de la Universidad de Yale, con estimaciones cuantitativas tan precisas como las ya comentadas, sí es factible identificar cualitativamente que el impacto económico para México también será negativo.
Como los aranceles encarecen las exportaciones de México, un aumento en los precios conduce a una menor cantidad demandada, la cual estará en función de la elasticidad precio de la demanda, es decir, los exportadores mexicanos venderán menos, y verán reducidos sus ingresos y sus utilidades.
Para la industria maquiladora de exportación, el efecto negativo puede incluso anular el beneficio de producir en México, aprovechando la mano de obra barata, y podría haber incluso cierre de plantas, no tan solo una disminución en los volúmenes de producción, lo que elevaría el desempleo y reduciría la masa salarial, el consumo, y el crecimiento del PIB.
Como lo he comentado en notas anteriores, mi lectura del manejo que le está dando el Presidente Trump a la imposición de aranceles, es obligar a que los Países vayan a negociar con Estados Unidos y se comprometan a hacer o a no hacer, lo que en particular demandan ellos, y conseguir, de esta manera, imponer condiciones en función de sus intereses.
En el caso del comercio con Canadá y con México, pienso que lo que busca el Presidente Trump, es adelantar la revisión del TMEC para imponer reglas de origen más agresivas para reducir, o eliminar, la incorporación de componentes no producidos en la región, particularmente para la industria automotriz, y en general, de productos producidos en China.
Sin embargo, para el acero y el aluminio, pienso que la imposición de aranceles va a permanecer, ya que para estos productos, ha invocado la Ley de Seguridad Nacional, al igual que lo hizo durante su primer mandato, a diferencia de la Ley de Emergencia Económica invocada para los demás aranceles, los cuales sí podría eliminar.
Si bien es entendible que el Presidente Trump busque negociar nuevas reglas del juego con sus socios en América del Norte y con China, utilizando la amenaza de los aranceles, hacer lo mismo con sus amigos y aliados Europeos, no parece tener lógica alguna, ya que es difícil entender qué es precisamente lo que quiere renegociar con ellos, y lo único que ha conseguido a la fecha, es generar un sentimiento de ofensa y desconfianza que debilita y vulnera su tradicional alianza, además de que ya ha generado acercamientos de algunos Países Europeos con China.
Una vez que las cosas lleguen a reposo, y se desactiven las amenazas de aranceles, será importante eliminar el sentimiento negativo hacia los Estados Unidos, y evitar que China consiga jugar un papel más protagónico a nivel mundial.