Monterrey

Laura De Rosa: Mientras unos se desesperan, otros negocian: la nueva geopolítica comercial tras los aranceles de Trump

Hoy vamos a analizar una medida que en los últimos días ha sacudido la economía y la política global, pero que para muchas personas dentro de EEUU significa simplemente el regreso del sentido común: Donald Trump impuso aranceles recíprocos a los países que le venden a Estados Unidos.

Esto fue el miércoles 2 de abril de 2025, aunque el 9 de abril (solo 7 días después) los suspendió por 90 días.

¿Por qué hago énfasis en que para muchas personas dentro de EEUU esto es sentido común? Porque, como siempre digo en mis conferencias, para entender la política internacional —y cómo esta nos afecta en el bolsillo personal, familiar o empresarial—, hay que analizar las acciones desde dos planos: primero, desde el realismo político (en relaciones internacionales no hay buenos ni malos, solo intereses); y segundo, desde el “juego del actor”, es decir, ponernos en la posición de quien toma la decisión, no desde lo que a nosotros nos conviene.

Así entendemos que Trump no busca agradar en Davos ni complacer a la comunidad internacional. Actúa por y para su país, y eso incluye defender los intereses nacionales de Estados Unidos. Por eso, analizarlo desde la victimización no ayuda. Primero entendamos su lógica y luego evaluemos cómo reaccionar.

El anuncio del 2 de abril vino acompañado de una tabla: cuánto le cobran a EEUU los países en aranceles y cuánto cobrará EEUU ahora a cambio, con un “descuento”. Es decir, si un país cobra 80%, EEUU impondrá 60% o 40%. Trump lo resumió así: “Promesas hechas, promesas cumplidas.” Y no se refería a nosotros, sino a sus votantes.

Este era uno de los temas centrales de su campaña: defender la producción nacional, castigar la deslocalización industrial (por eso, por ejemplo, Tesla paralizó sus negociaciones para instalarse en México, específicamente en Nuevo León, una de las regiones más estratégicas del país por su cercanía con Estados Unidos) y renegociar acuerdos injustos. ¿Soberanía económica? Para él, sí.

Las reacciones globales fueron variadas. China exigió la cancelación de los aranceles y respondió con contramedidas del 87%. Pero aquí quedó expuesta: ¿no es China la que restringe a empresas extranjeras mientras exige libre acceso para las suyas?

En América Latina, el panorama fue mixto. Brasil aprobó una ley de reciprocidad económica. Gustavo Petro, desde Colombia, primero lo llamó “gran error” y luego dijo que podría ser una “oportunidad” si se producía más barato. Incluso en su incoherencia, hay intereses. México, sin caer en celebraciones tras ser excluido de la lista de países sancionados, actuó con pragmatismo: reforzó el Plan México y medidas de protección para su planta productiva, algo clave especialmente para estados industriales como Nuevo León, que están directamente expuestos al flujo comercial con EEUU.

Canadá prometió pelear. La Unión Europea repitió su discurso habitual. Desde España, Pedro Sánchez prometió 14 mil millones de euros para mitigar el impacto: más gasto, más deuda, más socialismo. Taiwán criticó la medida pero entró a negociar. Tailandia activó un plan “fuerte”.

Y desde el ámbito multilateral, el FMI, como era de esperarse, salió al rescate del viejo orden económico. Kristalina Georgieva alertó sobre un “riesgo significativo” para la economía mundial y pidió evitar tensiones. Lo curioso: analistas cercanos al FMI indicaron que lo que más incomodó no fue la medida en sí, sino que Trump no la discutiera ni negociara previamente con ellos.

La izquierda extrema, como de costumbre, reaccionó con delirio. Ione Belarra, de Podemos (España), propuso expropiar activos estadounidenses en España: viviendas, fondos y sectores estratégicos. ¿La respuesta al proteccionismo? Comunismo. Expropiar es ir contra el Estado de Derecho, espantar inversión y condenar a España al aislamiento. Por fortuna, no son mayoría.

En contraste, algunos líderes actuaron con realismo. Giorgia Meloni, en Italia, se activó a negociar. Reconoció que los aranceles no eran buena noticia, pero descartó represalias y optó por el diálogo. Liderazgo informado. Javier Milei (Argentina), por su parte, no se quedó quejándose: tomó un avión, viajó a EEUU y empezó a negociar un acuerdo de arancel cero para productos argentinos.

Esto revela algo clave en política y economía: mientras unos entran en pánico o piden expropiaciones, otros se adaptan y aprovechan la oportunidad para fortalecer sus estrategias nacionales.

Como siempre digo: no se trata de si Trump cae bien o mal. No se trata de elogiar ni demonizar. CERO victimismo y queja; más bien, una mirada desde el realismo político —ahora trasladado al plano económico— que permita entender qué busca ese actor y cómo debemos reaccionar.

La capacidad de negociar —de adaptarse y de moverse— definirá quién gana y quién pierde.

Hasta la próxima semana.

La autora es internacionalista, escritora, conferencista y consultora para empresarios e inversionistas en análisis de data y gestión de riesgos geopolíticos. También es especialista en consultoría política y gestión de gobierno,

Redes sociales: @LauraDeRosaMart.

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