Financial Times

Claroscuros del COVID: esperanzas y temores de la recuperación mundial

Lo bueno es que el crecimiento se está acelerando; lo malo es que persisten riesgos económicos, sanitarios y sociales.

La recuperación del impacto de la pandemia ya está aquí. Está impulsada, sobre todo, por la llegada de las vacunas, pero también por una mejora en nuestra capacidad para combinar la actividad económica con el distanciamiento social, y un enorme apoyo fiscal y monetario, especialmente de EU. Sin embargo, es vital no olvidar los peligros que aún enfrentamos y las lecciones que aún debemos aprender. Las noticias sobre la recuperación son buenas. Las Perspectivas Económicas Provisionales publicadas recientemente por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) muestran una clara mejora en las perspectivas de crecimiento para 2021 y 2022. La razón más importante de esto, después del milagro de las vacunas, es el paquete estadounidense de apoyo fiscal de 1.9 billones de dólares. Se prevé que esto aumente el Producto Interno Bruto (PIB) de EU en 3.8 puntos porcentuales en su primer año completo. También se ha pronosticado que sus efectos se extenderán al resto del mundo, aumentando el PIB de la eurozona en 0.5 puntos porcentuales, por ejemplo.

Sin embargo, también es importante recordar los retos y riesgos que enfrentamos.

En primer lugar, EU está llevando a cabo un experimento fiscal y monetario notablemente audaz. La administración Biden ya está hablando de un paquete adicional de gastos de 3 billones de dólares dedicado a la infraestructura, la energía limpia y la educación. Juntos, estos paquetes representan casi una cuarta parte del PIB estadounidense. Como las posibilidades de un significativo aumento de impuestos son pequeñas, gran parte de esto será financiado por la Reserva Federal.

Lawrence Summers, el exsecretario del Tesoro de EU, ha declarado que: "Éstas son las políticas macroeconómicas fiscales menos responsables que hemos tenido en los últimos 40 años". Son, al menos, las más audaces. Esta administración quiere evitar los errores de la era Obama. Pero pudiera cometer errores opuestos. El deseo de correr estos riesgos es comprensible. Sin embargo, si el estímulo resulta excesivo, el daño puede ser grave.

En segundo lugar, el despliegue de la vacuna es desigual y, comparado con los retos, demasiado lento. Hasta ahora, se han administrado poco menos de 6 dosis por cada 100 personas a nivel mundial. Entre los países grandes, esta proporción va de 45 en el Reino Unido y 38 en EU, a 13 en la Unión Europea (UE), seis en Brasil, tres en India y casi cero en Nigeria. Si suponemos que para lograr la inmunidad colectiva mundial se requieren dos dosis de vacuna para el 75 por ciento de los 6 mil millones de adultos del mundo, es necesario administrar unas 9 mil millones de dosis. Como sólo se han proporcionado unas 450 millones hasta ahora, las posibilidades de que se administren 9 mil millones de vacunas para fines de 2022 parecen pequeñas. Al mismo tiempo, si el virus sigue estando presente, el riesgo de que surjan peligrosas mutaciones es alto. Claramente, debemos cooperar para aumentar el suministro y la distribución de dosis en todo el mundo.

En tercer lugar, la pandemia ha tenido efectos dramáticamente diferentes entre los diversos países. La OCDE ahora está pronosticando que la economía estadounidense será un poco más grande durante el cuarto trimestre de este año de lo que había anticipado en noviembre de 2019. En contraposición, se ha pronosticado que la economía india será un 8 por ciento más pequeña. Particularmente preocupante es el aumento en el número de personas en extrema pobreza, el cual ahora el Banco Mundial ha estimado será entre 119 y 124 millones.

En cuarto lugar, la pandemia ha afectado a las personas de manera muy diferente dentro de cada país. Las víctimas de sus costos sociales y económicos han sido principalmente niños y adultos jóvenes; y personas que no pueden trabajar fácilmente desde la casa, generalmente los menos calificados, las mujeres (especialmente madres de niños pequeños) y las minorías étnicas. Mientras tanto, a los profesionales calificados y a los capitalistas les ha ido muy bien.

En quinto lugar, la pandemia ha acelerado los cambios en los patrones de trabajo y de residencia. Se han abierto nuevas posibilidades para quienes pueden trabajar de forma remota. Pero las consecuencias para los demás serán difíciles.

Por último, la pandemia ha acelerado la ruptura en curso de las relaciones entre EU y China. La hostilidad hacia China parece ser casi lo único en lo que están de acuerdo las administraciones de Trump y de Biden.

Al contemplar estos retos y riesgos, debemos reflexionar acerca de algo notable que también hemos aprendido.

Muchos ahora pueden protegerse mientras continúan trabajando, de formas que eran imposibles hace un siglo. Los países de altos ingresos pueden proteger a quienes perdieron sus empleos cuando sus economías se vieron parcialmente cerradas.

Sin embargo, limitamos nuestro éxito debido a nuestras dificultades para cooperar, incluso cuando hay intereses vitales que están amenazados. La pandemia y el reto todavía mayor del cambio climático nos muestran cuánto dependemos de trabajar juntos exitosamente en los retos compartidos. Pero la realidad sigue siendo una de profunda división y de sospechas que inevitablemente la siguen.

La pandemia no terminará hasta que termine en todas partes. Debemos cooperar para lograr ese resultado. Tenemos que curar las cicatrices en casa, pero también debemos curarlas globalmente.

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