En octubre de este año finaliza el mandato de Mario Draghi como presidente del Banco Central Europeo (BCE), y en opinión de analistas, el italiano dejará un gran legado en la eurozona y será recordado por ser un actor principal para salvar el euro con sus medidas de flexibilización cuantitativa.
Tras su llegada al BCE en 2011 y con la crisis financiera global sobre su espalda, el banquero central implementó una serie de medidas de política monetaria no ortodoxa para devolver la inflación a su objetivo y sanear el sistema bancario.
Después de su famosa frase 'haré lo necesario' para salvaguardar la existencia del euro en el verano del 2012, se implementó un plan para comprar títulos de deuda pública y también de determinados títulos de deuda privada en el mercado secundario por los bancos centrales de los países que componen la zona euro.
En este sentido, el volumen inicial de las compras fue de 60 mil millones de euros mensuales, que subió hasta los 80 mil millones en abril de 2016, y se amplió entonces a títulos de empresas no financieras.
Las compras acumuladas de activos de este programa han ascendido en todo el periodo en que ha estado activo, desde 2015 hasta diciembre de 2018, a 2.56 billones de euros.
Esty Dwek, Jefa de Estrategia de Mercados Globales de Natixis IM, dijo a El Financiero que Mario Draghi ha sido un presidente muy firme en el Banco Central Europeo, y ha permitido a la eurozona sortear múltiples crisis bastante bien, con su disposición a explorar políticas poco convencionales y mecanismos poco ortodoxos.
También implementó diversas herramientas que permitirán a su sucesor continuar apoyando el crecimiento europeo.
"Lo más destacable del periodo de Draghi es probablemente su narrativa de 'a toda costa', que consolidó la integración y advirtió a los inversionistas que no debían abandonar el Viejo Continente sin consecuencias. La confianza que su proceder y discurso inspiran no tiene precio", dijo Dwek.