El aumento al salario mínimo para 2026 será del 13 por ciento, y además de ‘alivianar’ tu bolsillo, le servirá al Gobierno para recaudar más impuestos.
Así lo explicó Carlos Lerma, subsecretario de Ingresos de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público, quien además descartó una reforma fiscal por ahora y “hasta que no se haga pagar a todos los que no lo están haciendo por medio de la fiscalización”.
Con el incremento al salario mínimo para 2026, el ingreso básico de los mexicanos será de 305.04 pesos al día, es decir, 36.24 pesos más que los 278.8 pesos de este año, pero, ¿cómo es que el dinero que te pagan ayudará a una recaudación de impuestos mayor?
La apuesta de Hacienda: Así es como el salario mínimo en 2026 favorecerá la recaudación de impuestos
Carlos Lerma explicó que el aumento al salario mínimo en México, así como el crecimiento de la economía y el aumento en el consumo interno podrían, en conjunto, favorecer la recaudación de impuestos, antes de pensar en una reforma fiscal.
El subsecretario explicó que “el consumo interno es robusto”, y en combinación con el crecimiento en los empleos y los ingresos, así como la inflación en el rango establecido por el Banco de México (Banxico), es posible un entorno con tasas más favorables para empresarios y para consumidores, lo que se reflejaría en la recaudación.
Sin embargo, existen factores externos que tendrán repercusión en las inversiones, así como en el crecimiento de la economía, y uno de ellos es la negociación del T-MEC con Estados Unidos y Canadá, ya que sus resultados influirán en el comercio exterior para México.
Con el incremento al salario mínimo, así como los otros factores expuestos por Carlos Lerma, Hacienda proyecta "una recaudación tributaria de alrededor de 5.8 billones de pesos, lo que significaría un crecimiento en términos reales de 6.3 por ciento, un monto adicional de 500 mil millones en recaudación."
¿Subir impuestos es la solución? Así es como se debería orientar una reforma fiscal según Enrique Quintana
Enrique Quintana, vicepresidente y director general editorial de El Financiero, explicó en su columna del pasado 29 de noviembre que la inversión en México se ha frenado por factores internos, entre ellos, la incertidumbre regulatoria, choques políticos, reformas polémicas y señales contradictorias para inversionistas desde el Gobierno.
Una reforma fiscal ayudaría a evitar un ‘choque’ de las finanzas del Gobierno rumbo a 2030, que se enfrenta a una expansión del gasto social, nuevos compromisos relacionados con el sistema de pensiones y el costo financiero de la deuda al alza.
Sin embargo, la reforma fiscal no necesariamente debería orientarse a subir impuestos para las personas y así incrementar la recaudación, sino que lo ideal sería una reforma con reglas más claras para favorecer la inversión y el crecimiento de la economía.
"Si la inversión no repunta, no habrá forma de generar la recaudación necesaria para sostener ese diseño fiscal“, explicó Quintana, quien además comentó que la crisis fiscal no sería por exceso de gasto, sino por insuficiencia de crecimiento.
Entonces, el enfoque de una reforma fiscal debería ir orientado a favorecer la inversión privada, lo que ayudará a reconstruir la confianza a través de estos cuatro factores:
- Respeto pleno al Estado de derecho.
- Reglas estables, claras y no retroactivas.
- Diálogo genuino con el sector privado.
- Certidumbre en materia energética y regulatoria.
Con información de Enrique Quintana.







