Para el consumidor de alto poder adquisitivo no basta con que los objetos decorativos y muebles sean funcionales y estén hechos de la mejor materia prima. Deben incluir una estética propia, afirman las integrantes del colectivo de diseño Nuju+, un showroom y tienda de reciente apertura en Lomas de Chapultepec.
El espacio reúne a siete marcas y la mayoría vende piezas pequeñas a museos capitalinos. Hay opciones de madera, arcilla, joyería artesanal, textiles y decoración en general. Sustentabilidad y calidad en la mano de obra mexicana son el hilo conductor de piezas de artesanos y diseñadores, en las que se deja atrás la fabricación en serie.
"Hay un interés renovado por valorar el buen trabajo hecho en México, no sólo en el país, también en el extranjero", cuenta la diseñadora industrial María Ballesteros, quien tiene un lustro con su marca Nuju, que se especializa en el trabajo con madera.
Elaboran piezas de mobiliario como libreros, sillas, mesas y credenzas, pero también juguetes, juegos de mesa y rompecabezas para los más pequeños. Todas las piezas están lijadas y se evita la pintura para realzar el tono natural de pino, encino y álamo, materiales de los que están hechos.
"No usamos tornillos ni clavos, todo se ensambla a mano y debe ser exacto", destaca Ballesteros.
Otra opción es la que representan Begoña Otegui y Andrea Pérez, quienes debutan con la marca Aguarcilla. Elaboran diversos utensilios que se pueden ocupar como vajilla o como elementos decorativos.
"Cada pieza es distinta, procuramos la atención al detalle, que es lo que la gente valora más; tenemos cuatro colores que se combinan entre sí", asegura Otegui.
Marcela Garza participa con sus libretas ecológicas hechas a mano, de la marca Apuntes. Tienen un diseño minimalista y portadas conceptuales que lo mismo reproducen respaldos de sillas que texturas de ventanas o flores.
"El consumidor está cada vez más consciente de la necesidad de cuidar el planeta, y se fascina con materiales diferentes como los blocks hechos con papel para envolver tortillas", agrega Garza, quien comenzó su marca como un pasatiempo y hoy exporta a Estados Unidos.
Completan la variedad las marcas Aldaba Jardines, Ayres Mx, Caralarga y Felt. La primera vende artículos decorativos, hace diseño integral con plantas y da mantenimiento a áreas verdes; la segunda elabora utensilios sencillos y prácticos que recuerdan raíces primitivas; la tercera es un taller de joyería artesanal; y la cuarta transforma materia prima reciclada en artículos de lujo.