Cuando el ejército guerrillero del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN), encabezado por Daniel Ortega, tomó el poder en Nicaragua en 1979, una de sus primeras acciones fue embargar bienes de los oligarcas empresariales.
Entre los objetivos estaba la familia Pellas, prominente desde tiempos de Francisco Alfredo Pellas, quien llegó a Nicaragua desde Italia en 1875, e hizo su fortuna gracias a la producción azucarera y a la operación de barcos de vapor en el Lago de Nicaragua. El FSLN confiscó las propiedades inmobiliarias de la familia y su banco, el Banco América, y más tarde expropió su ingenio azucarero, la empresa más grande en el país, como da cuenta la revista Bloomberg Markets en su próxima edición de diciembre.
Los Pellas vivieron entre Nicaragua y Miami durante la guerra de ocho años entre partidarios del viejo régimen y el ejército de Ortega. El conflicto acabó en 1987 con un pacto acordado por el entonces presidente de Costa Rica, Óscar Arias. Carlos Pellas, bisnieto de Francisco, entonces de 34 años, comenzó a reconstruir la fortuna familiar, proceso violentamente detenido en 1989, cuando Carlos y su esposa, Vivian, casi mueren en un accidente aéreo.
Entre intervenciones quirúrgicas, Pellas trabajó en silencio para recuperar su ingenio, cosa que logró en 1992, cuando la presidenta Violeta Chamorro, un pariente lejano, devolvió las propiedades expropiadas a sus dueños originales. Pellas ayudó a iniciar un nuevo banco, BAC-Credomatic, que para el 2005 era una gran institución financiera de Centroamérica, su venta a General Electric se completó entre 2005 y 2010 por cerca de mil 700 millones de dólares.
CONGLOMERADO DIVERSIFICADO
Hoy en día, el Grupo Pellas opera cuatro ingenios azucareros, produce etanol y proporciona la materia prima para su propia marca de ron Flor de Caña. El grupo controla más de 20 empresas, con participaciones en medios de comunicación y su distribución, seguros, cítricos, el sector salud y concesionarios automotrices. Reporta mil 500 millones de dólares en ventas anuales (que equivalen al 13 por ciento del PIB de Nicaragua) y emplea a unas 18 mil personas. Carlos, de 61 años, el principal accionista, es el primer multimillonario de Nicaragua, con una fortuna estimada de mil 100 millones de dólares, según el índice de multimillonarios de Bloomberg.
Pellas demostró una habilidad consumada para dirigir el negocio familiar a través de los cambios políticos de Nicaragua durante los últimos 20 años… como sus antepasados lo hicieron, dice Francisco Mayorga, economista educado en Yale que fue gobernador del Banco Central en la década de 1990 bajo la administración de Chamorro.
"La familia Pellas ha logrado sobrevivir y aumentar su fortuna en condiciones volátiles y a menudo adversas," asegura Mayorga. "Ellos enfrentaron todo posible entorno político: intervenciones estadounidenses, guerras civiles, revoluciones".
Pellas construyó su riqueza en medio de una de las peores pobrezas en América. Nicaragua es el segundo país más pobre en el hemisferio occidental, después de Haití, con un PIB per cápita de cuatro mil 500 dólares, según datos compilados por la CIA. Alrededor del 65 por ciento de la población trabaja en la economía informal, ocupándose por ejemplo como vendedores de DVD piratas, de Coca-Cola en bolsas de plástico y de queso en las calles de Managua.
El empresario dice tener una buena relación con el presidente Daniel Ortega, de 70 años, quien tras perder la presidencia ante Chamorro en 1990, recuperó el poder en las elecciones de 2006. En opinión de Pellas, la promesa de no confiscar propiedades le ganó a Ortega credibilidad entre el mayor consejo empresarial del país, el Consejo Superior de la Empresa Privada (Cosep). Ortega puede postularse en 2016 para su tercer mandato consecutivo quinquenal luego que lograra que el poder legislativo modificara la Constitución para permitirlo. Pellas dice que Ortega respalda su desarrollo inmobiliario Mukul y otros esfuerzos para incrementar el turismo.
Yuri Kasahara, investigador del Norwegian Institute for Urban and Regional Research, dice que Pellas adoptó una postura más favorable hacia Ortega cuando el líder del partido sandinista ayudó a bloquear un proyecto de ley de 2002 de los aliados del expresidente Arnoldo Alemán que habría derogado los aranceles sobre el azúcar importado. La propuesta fue un ataque de Alemán contra patrocinadores empresariales de un gobierno que lo enjuiciaba por corrupción, y los legisladores sandinistas bloquearon la iniciativa luego de que el empresario azucarero acudió a Ortega en busca de ayuda, explica Kasahara, coautor del libro "Business Groups and Transnational Capitalism in Central America".
NUEVA OLIGARQUÍA
La cercanía de Ortega con empresarios como Pellas prueba que tiene tanta hambre de poder como sus predecesores, advierte Dora María Téllez, una líder del movimiento que derrocó al dictador Anastasio Somoza Debayle en 1978.
"Es el mismo modelo que utilizó Somoza," afirma Téllez, quien se desempeñó como ministra de Salud en el gobierno de Ortega en la década de 1980 y abandonó el FSLN en 1995. "Voy a dejar que te quedes con tu dinero, y tú dejas que yo me quede con mi política. Es una alianza entre la vieja oligarquía y la nueva oligarquía del orteguismo". Téllez es ahora miembro del Movimiento Renovador Sandinista, un partido de oposición.
Pellas llevó el negocio del azúcar a horizontes que sus antepasados nunca soñaron. Sus fábricas producen etanol y bagazo, el residuo de la zafra de la caña que se convierte en biocombustible. Además distribuye su ron en 40 países.
"Él sabe que el negocio azucarero ya no consiste solamente en producir caña de azúcar," dice Julio Herrera, presidente de la firma guatemalteca Grupo Pantaleón, que posee el ingenio azucarero más grande de Guatemala y el segundo de Nicaragua. "Su empresa de ron es un excelente negocio."
Hoy, Pellas dice que dedica alrededor de 15 por ciento de su tiempo a supervisar la finalización de su complejo inmobiliario al sur de Nicaragua. A diferencia de la fábrica de azúcar que pasó de generación en generación y es compartida con los miembros de la familia, Pellas construye este desarrollo de lujo con su propio capital. Afirma que Mukul y las mecas vacacionales similares, al aprovechar la belleza natural de Nicaragua, ofrecen una forma de aliviar la pobreza del país.
"El dinero va y viene," expresa Pellas, mientras un empleado de Mukul le prepara un cóctel. "Esto es más que un proyecto de legado. Quiero que ellos digan que Carlos Pellas convirtió a Nicaragua en un destino turístico."