De acuerdo con los economistas de Vanguard, los humanos ya entramos en una era del “juego de la soga”, el estira y afloja entre dos poderosas macrotendencias. Por un lado, la explosión tecnológica que podría generar una gran riqueza global; por el otro, el actual endeudamiento de los países agravado por el envejecimiento poblacional.
Una de esas fuerzas puede generar productividad y prosperidad; la otra puede reducir ambas y mermar los recursos de los gobiernos.
El nivel de la deuda de Estados Unidos ya alcanzó el 100 por ciento de su producto interno bruto; el resto de los países miembros de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), los más avanzados del mundo, rondan ese porcentaje.
En ese contexto, Vanguard quiere invertir en México, en donde el número no supera el 55 por ciento.
La intención revelada a Bloomberg Businessweek en esta entrevista es relevante ante una economía nacional estancada que pelea por alcanzar al menos un crecimiento del 1 por ciento en 2025.
Vanguard es una empresa estadounidense atípica. Administra más de 11 billones de dólares (trillions, en inglés) para invertir, una cantidad enorme de dinero equiparable con el PIB del Reino Unido, triplicado.
Ese poder le permite ser la principal propietaria de acciones de compañías como Apple o la emergente Nvidia, hoy entre las más valiosas del mundo.
Pero Vanguard no le pertenece a una persona en particular. Nacida en Pensilvania, opera bajo un modelo de propiedad “mutua” único en su tipo. Los fondos son dueños de la empresa, y los inversionistas son dueños de los fondos. Más simple: pertenece a sus clientes, lo que alinea costos e intereses a largo plazo.

Entre esos intereses está México. Hace siete años instaló aquí una oficina por primera vez, y ese movimiento redituó en la atracción de fondos de este país y de Latinoamérica, que suman 67 mil millones de dólares a los activos bajo gestión de la empresa. Uno de esos clientes son las Afores que administran los fondos de jubilación de los trabajadores mexicanos.
El año pasado, Vanguard estrenó CEO y, por primera vez desde su fundación en 1975 por John Bogle, designó a un líder no surgido de las bases de la organización. Se trata del abogado canadiense Salim Ramji, quien asumió el cargo, proveniente de Blackrock, en donde encabezó el exitoso negocio de fondos indexados o ETFs, llamado Ishares.
Lo que Ramji dice resuena en los mercados globales, que actúan en consecuencia. El 30 de septiembre visitó la sede de Vanguard en la Ciudad de México, ubicada en el Edificio Virreyes, donde trabaja un equipo de 35 personas. Desde ahí, el horizonte visible es una alfombra verde extendida sobre el Bosque de Chapultepec.
En ese recinto, el líder de la compañía explica la relevancia de México para este gigante inversionista. “De acuerdo con la visión de los economistas de Vanguard para los próximos 10 años, México parece un mercado realmente excelente en el cual invertir”, dice Ramji sobre el asunto.
“Cuando miras más a fondo, ves las tasas de renta variable de largo plazo en altos dígitos, ¿cierto?, dependiendo de las suposiciones, entre 7 y 9 por ciento, lo cual, si observas un portafolio global bien diversificado y de base amplia, es una tasa realmente atractiva, tanto en relación con otros mercados de renta variable como incluso en relación con el mercado de bonos, sobre el cual somos realmente optimistas”.
El director general de la compañía se refiere a los pronósticos del modelo Vanguard Capital Markets Model que, en efecto, estima que las acciones de compañías mexicanas pueden entregar entre 7.6 y 9.6 por ciento de rendimiento anual. Ese rango previsto está por debajo del calculado para Brasil, que va del 14.2 al 16.2 por ciento, pero supera la estimación para Estados Unidos, China y Europa.
El escenario en renta fija es muy similar: su equipo proyecta una tasa de 7.5 por ciento, basado en la política monetaria del Banco de México hacia el cierre del año.
Ramji advierte que las oportunidades de invertir en este país incluyen a inversionistas de la región, pero también a inversionistas globales, para construir portafolios globales bien diversificados.
“Desde nuestra visión, hay muy buenas perspectivas de largo plazo en mercados como este”, subraya Ramji.
El optimismo sobre el entorno financiero de México se extiende al ámbito del comercio.
En octubre, su economista sénior, Adam Schickling, publicó un análisis que advierte sobre la resiliencia de la economía mexicana en 2025, a pesar de la persistente incertidumbre comercial con Estados Unidos.
Schickling explicó que el crecimiento del PIB real se aceleró un 0.6 por ciento apoyado por ganancias en manufactura y servicios, aunque la elevada incertidumbre económica y la lenta inversión privada continúen afectando la recuperación de la demanda interna.
Si bien las ventas automotrices al exterior han disminuido modestamente, las exportaciones generales aún crecieron un 4.3 por ciento durante la primera mitad de 2025.
México mantiene una ventaja competitiva bajo el Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC), que mantiene la tasa arancelaria efectiva de México cerca del 8 por ciento, una de las más bajas a nivel mundial, expuso Schickling.
Las perspectivas a largo plazo siguen siendo constructivas. Las tendencias de nearshoring refuerzan el papel de México como un centro clave de manufactura en América del Norte. Los costos laborales competitivos, la proximidad geográfica y la profunda integración estructural con la industria estadounidense posicionan a México favorablemente para el futuro, agregó.
Por eso, tal vez, en el discurso del director de Vanguard es perceptible una mayor ocupación en el impacto de la inteligencia artificial (IA), que en el relacionado con aranceles o con una retórica política. “Mantenemos esa visión a 10 años en lugar de la próxima semana, el próximo mes, el próximo trimestre; sin duda, hay muy buenas perspectivas de largo plazo en México, pero también en los países de toda Norteamérica”, explica Salim Ramji.

“Creo que la gran incertidumbre, tal como la veo hoy en los mercados, es realmente cuál será el futuro de la inteligencia artificial en términos de productividad. Creo que hay casos muy, muy alcistas que están incorporados, por ejemplo, en las acciones tecnológicas dentro de Estados Unidos. Y si extrapolas ese optimismo, y si ese optimismo es correcto, entonces lo que dice es que habrá enormes ganancias de productividad en bienes y servicios en Estados Unidos como resultado de la aplicación de la inteligencia artificial”, señala Ramji.
“Y eso diría que ese caso alcista está justificado debido a todas las ganancias de productividad que habrá en todos los aspectos de bienes y servicios dentro de EU. Estamos aplicando parte de esa inteligencia artificial dentro de la propia Vanguard. Y creo que la mayor incertidumbre ahora mismo es realmente el ritmo y la escala de la inteligencia artificial y su aplicación en la economía global, ya sea en México, Estados Unidos, Canadá o en todo el mundo”.
La relevancia que puede tener la tecnología en los negocios tiene tal peso que el economista en jefe de Vanguard, Joseph Davis, se volcó al tema. Reunió este año el conocimiento disponible en un nuevo libro Coming into View, How AI and Other Megatrends Will Shape your Investments, mismo que Ramji refiere con insistencia.
En esencia, la publicación plantea tres escenarios posibles a partir de ese choque de crecientes déficits fiscales de los gobiernos y la aportación de la inteligencia artificial al crecimiento económico y al cobro de impuestos.
El primer escenario supone la continuidad del status quo y tiene de 15 a 20 por ciento de probabilidad, según Davis.
En este caso, la economía se comporta como antes de la pandemia: crecimiento del PIB real de Estados Unidos del 2 por ciento, inflación estable del 2 por ciento y tasas de interés bajas. Es el escenario que coincide con el consenso general.
En el segundo escenario, la IA decepciona y los déficits pesan más. Su probabilidad es del 30 al 40 por ciento.
En los negocios, la productividad laboral sigue baja ante la falta de automatización, mientras los déficits públicos aumentan, lo que eleva los costos de endeudamiento y debilita el crecimiento de Estados Unidos, que se asemeja más al europeo.
Finalmente, el tercer escenario, al que Davis asignó una probabilidad de entre 45 y 55 por ciento, prevé un avance acelerado de la inteligencia artificial, capaz de elevar la productividad en mayor medida que la computadora o internet en su momento, hacia la primera mitad de la década de 2030. Esto impulsa nuevas industrias, mayor crecimiento y mayores ingresos fiscales, al tiempo que mantendría la inflación bajo control.
Al respecto, Salim Ramji sintetiza: “Si piensas en la incertidumbre con una perspectiva a 10 años, la inteligencia artificial es realmente la que tiene, creo, un tremendo potencial. Puede tardar más de lo que pensamos, puede ser más rápido de lo que pensamos, pero realmente entender ese caso y su impacto en la economía global es lo más transformador”.
Bienvenido el optimismo, pero el CEO de Ford, Jim Farley, dijo este otoño que por la IA desaparecerá la mitad de los empleos de “cuello blanco”, y Walmart advirtió que no planean abrir más puestos laborales debido a la eficiencia que están consiguiendo con la inteligencia artificial.
¿Percibe usted que ese cambio pueda tener un impacto en los empleos?
“Creo que hay muchas preguntas y predicciones sobre esto. Y creo que la gente está tratando de entender qué es lo que realmente va a hacer.
Al menos dentro de Vanguard, en el tipo de negocio en el que estamos, realmente estamos buscando distintas maneras de aplicar la inteligencia artificial dentro de nuestros propios negocios. Y una de las cosas que al menos he aprendido en el último año y medio es que, por maravillosa que sea la tecnología, por maravilloso que sea el potencial de la tecnología —y lo es, y el potencial es fenomenal—, en última instancia se basa en los seres humanos y en el cambio de comportamiento y en poder aplicarla de manera responsable.
Y así, simplemente por la forma en que te adaptas y cambias el comportamiento —de todos nosotros, de la gente, de las personas que trabajan en empresas y de los clientes de esas empresas—, toman más tiempo del que esperamos.
Viví e inicié mi carrera en los noventa y, por lo tanto, viví los comienzos de internet, la promesa de internet y, finalmente, la realización de gran parte de esa promesa. La gente hacía predicciones enormes a mediados de los noventa. Muchas resultaron ser ciertas, pero tardaron mucho más de lo que yo u otros podríamos haber anticipado en 1996 y 1997”.
¿Cuáles son las dos o tres herramientas que usa diariamente y para qué las emplea?
“Muchas de las que yo llamaría herramientas básicas de ChatGPT, Microsoft Copilot, en mi trabajo del día a día.
Muchos miembros del equipo tienen incluso cosas más avanzadas. Alrededor del 40 por ciento de nuestros colaboradores en todo el mundo han completado nuestro entrenamiento en IA, que simplemente explora diferentes tipos de usos. Yo lo completé recientemente, en agosto. Y una de las cosas que aprendí es que, aunque me consideraba un early adopter de la inteligencia artificial, al menos en el contexto empresarial, en realidad la estoy utilizando para apenas el 1 por ciento de todo lo que podría aprovecharse. La estoy usando para memos e investigación focalizada y para manejar mejor mi día a día. Pero hay toda una gama de aplicaciones que apenas estamos empezando a explorar, herramientas que no solo pueden ayudarme a ser mejor, sino a que todos seamos mejores”.
Aunque optimista y propositivo respecto a la tendencia tecnológica, hay factores sobre los cuales el director general de Vanguard no tiene injerencia. Uno de ellos es el grado de presión que el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, ejerce cada vez con mayor intensidad sobre la Reserva Federal, la institución que dicta la política monetaria del dólar y, con ella, de Estados Unidos. La economía global depende en buena medida de la confianza que el mercado tenga en esa institución y en sus decisiones".
La pregunta es obligada: ¿Cree que la Reserva Federal mantendrá su autonomía en el largo plazo, o percibe un escenario en el que el Poder Ejecutivo de Estados Unidos termine influyendo en sus decisiones?
“La Reserva Federal es una institución maravillosa. Ha servido bien al país durante muchas décadas. Y me siento confiado en que seguirá sirviendo bien al país.
Creo que los mercados de capital de Estados Unidos son una de las increíbles fortalezas de Estados Unidos, y tengo plena confianza en que continuarán siéndolo durante las próximas décadas”.
El mercado, esa mano invisible, tiene en este caso la gran responsabilidad de contener intenciones individuales.
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