Cuando los fondos del mercado monetario surgieron en la década de 1970 como una alternativa de mayor rendimiento frente a las cuentas de ahorro tradicionales, los estadounidenses acudieron en masa a sus bancos locales para retirar su dinero. Las agencias de crédito comunitarias y regionales, que durante mucho tiempo habían utilizado esos depósitos de clientes para financiar préstamos, vieron cómo su fuente de financiamiento más barata se agotaba casi de la noche a la mañana. Miles de bancos pequeños, y los acreditados que dependían de esos préstamos locales, se vieron obligados a replantear sus planes de negocio. Incluso hoy, los bancos son billones de dólares más pequeños de lo que habrían sido de otra manera.
Medio siglo después, los banqueros locales y regionales están a punto de enfrentarse a otro competidor que tiene la mira puesta en esos mismos depósitos críticos: los o monedas estables.stablecoins
Un tipo de moneda digital generalmente emitida por entidades no bancarias, pero respaldada por bonos del Tesoro y otras reservas de grandes bancos, las stablecoins aún no son un pilar en la vida de la mayoría de las personas, pero Washington y Wall Street las están adoptando rápidamente como la próxima gran novedad en las finanzas. A diferencia del bitcoin y otras criptomonedas cuyo precio fluctúa enormemente (lo que las hace arriesgadas para operar, según cómo se mire), las stablecoins son, en definitiva, estables. Están diseñadas para replicar el valor de las monedas tradicionales, lo que significa que un dólar de papel en tu cartera física vale lo mismo que un dólar de stablecoin en tu cartera digital.
Su ascenso a la relevancia ha sido vertiginoso: en julio, el Presidente Donald Trump firmó la Ley Genius para crear un marco regulatorio para los emisores de stablecoins. En agosto, Wyoming se convirtió en el primer estado en lanzar su propia moneda. Citigroup Inc. y JPMorgan Chase & Co. también han comenzado a esbozar estrategias, al igual que grandes minoristas. La oferta de las principales stablecoins vinculadas al dólar en circulación se ha disparado más de 50 por ciento en el último año, hasta acercarse a los 250 mil millones de dólares en agosto, y Standard Chartered Plc estima que el mercado podría alcanzar los 2 billones de dólares en los próximos tres años. Hay una razón por la cual los analistas de Goldman Sachs Group Inc. bautizaron esta temporada como “el verano de las stablecoins”.
Muchos ahorradores podrían mostrarse reacios a la idea de convertir sus cuentas bancarias en cripto. Para otros, bastaría con una aplicación atractiva diseñada para pagos sin conflictos y con cierta mejora frente a los modelos bancarios tradicionales. Si la tecnología se vuelve masiva, los minoristas querrán adoptar las stablecoins como opción de pago para evitar las comisiones de las tarjetas de crédito, que suelen oscilar entre 1 y 3 por ciento. Los consumidores —en especial quienes envían dinero al extranjero— valorarán que las stablecoins se muevan a la velocidad de internet. Según un análisis de Bloomberg Intelligence, las stablecoins tienen el potencial de procesar más de 50 billones de dólares en pagos anuales hacia 2030. De suceder, representarían hasta 25 por ciento de los pagos de consumo, frente a menos de 1 por ciento actualmente.
Aunque su uso aún se encuentra en una fase temprana, los evangelistas de las criptomonedas imaginan un futuro no tan lejano en el que las empresas paguen salarios en stablecoins almacenadas en una billetera digital, una posible alternativa a depositar fondos en un banco para su resguardo.
Las pequeñas entidades crediticias, cuyo modelo depende de esos depósitos de clientes, no pueden recurrir a los mercados mayoristas como lo hacen los bancos de Wall Street, por lo que cada depósito perdido equivale a un préstamo menos para una granja, una fábrica o una comunidad. A medida que las stablecoins se multiplican, “tendremos que encontrar una forma de competir, de proteger a nuestro cliente”, afirma Bill Bickle, director de crédito y riesgo de Stockman Bank, una entidad en Miles City, Montana, con 7 mil millones de dólares en activos. “Si no logramos hacerlo, entonces —particularmente en la América rural, especialmente con nuestros clientes agricultores y ganaderos— tendrán menos acceso al crédito”. El auge de las stablecoins, hasta hace poco un problema meramente “teórico”, se ha convertido en “un competidor de financiamiento bancario muy significativo y de primera línea” en apenas unos meses, asegura Bickle.
Por ahora, los más de 18 billones de dólares en depósitos del sistema bancario de EU eclipsan el valor de las stablecoins en circulación. Y dado que las stablecoins no ofrecen rendimientos de manera uniforme, es poco probable que los clientes cautelosos cierren de inmediato sus cuentas de ahorro. Pero eso empieza a cambiar. Aunque la Ley Genius prohíbe a los emisores de stablecoins pagar intereses para competir con los bancos, algunas plataformas han difuminado esa línea con los llamados programas de recompensas. Estos no provienen de los rendimientos de las monedas en sí, sino de incentivos pagados por plataformas como Coinbase Global Inc., que ofrece 4.1 por ciento sobre saldos de USDC, una stablecoin emitida por Circle Internet Group Inc.. Ya sea que se les llame “recompensas” o “intereses”, el efecto es similar: los clientes obtienen rendimientos muy superiores al promedio de 0.39 por ciento de las cuentas de ahorro o al insignificante 0.07 por ciento que generan las cuentas de cheques.
Estos incentivos aumentan el riesgo de que los depósitos migren de los bancos comunitarios hacia las reservas de stablecoins respaldadas por megabancos. El Treasury Borrowing Advisory Committee, un organismo asesor del Departamento del Tesoro de EU compuesto por representantes de Wall Street, ha advertido que hasta 6.6 billones de dólares en depósitos disponibles en cuentas de retiro rápido podrían salir de los bancos a medida que crece el sector de las stablecoins. La mayoría de estas son emitidas por Circle (USDC), Tether (USDT) u otros actores no bancarios, que mantienen reservas en lugares como Bank of New York Mellon Corp. Esto significa que los dólares rara vez regresan a las entidades crediticias locales.
Jackie Reses, directora ejecutiva de Lead Bank, en Kansas City, Missouri, que atiende tanto a clientes bancarios locales como a empresas de tecnología financiera y cripto, no suele ser escéptica de las finanzas digitales. Pero advierte que “existe una preocupación legítima por la fuga de depósitos” conforme las stablecoins atraen más usuarios. Reses, quien antes dirigió el área de crédito a pequeñas empresas en la fintech Square (ahora Block Inc.), dice estar especialmente preocupada por la banca agrícola y el financiamiento en comunidades pequeñas alejadas de la industria tecnológica. “Debemos ser muy conscientes de la rapidez y la magnitud de la fuga de depósitos del sistema bancario, para evitar choques en las comunidades”.
Los clientes que mueven dinero a stablecoins pueden no darse cuenta de que asumen un riesgo adicional. Debido a que las reservas que respaldan a estas monedas a veces se encuentran en bancos asegurados por la Federal Deposit Insurance Corp. (FDIC), los tokens pueden parecer tan seguros como los depósitos, pero no lo son. “Los emisores no bancarios no están asegurados por la FDIC, pero encuentran la manera de hacer parecer que sus actividades sí lo están”, explica Camden Fine, director ejecutivo de la consultora Calvert Advisors LLC y expresidente de la Independent Community Bankers of America. Sin embargo, esos emisores “depositan los fondos en los megabancos porque suponen que son demasiado grandes para quebrar”, agrega, afectando a los bancos pequeños que realizan “la mayor parte de los préstamos a pequeñas empresas”.
Todo esto recuerda al auge de los fondos de mercado monetario hace unos 50 años, que drenaron depósitos de las cuentas de ahorro hacia vehículos respaldados por el Tesoro. Desde entonces, los fondos de mercado monetario en EU han crecido hasta un récord de 7.4 billones de dólares en activos. Reiteradamente absorben depósitos de los bancos cada vez que suben las tasas de interés. En el ciclo más reciente de alzas, de marzo de 2022 a mayo de 2023, los bancos comerciales perdieron alrededor de 1 billón de dólares en depósitos.
Con préstamos promedio a pequeñas empresas en EU de unos 460 mil dólares, ese billón habría financiado una ola de créditos locales en todo el país de haberse mantenido en entidades crediticias más pequeñas.
Finalmente, los bancos locales lograron recuperar parte del control al introducir, a partir de la década de 1980, las cuentas de depósito de mercado monetario, diseñadas para competir con los fondos de ese tipo. Hoy, los bancos regionales podrían necesitar un plan similar: moverse con rapidez para lanzar productos y servicios competitivos antes de que las stablecoins erosionen sus fuentes de financiamiento. Con la Ley Genius prevista para entrar en vigor en enero de 2027, las instituciones tienen un margen para desarrollar sus propias estrategias en torno a las stablecoins. Wade Peery, director de innovación de FirstBank en Tennessee, prevé que algunos bancos locales y regionales encuentren formas de actuar como capa de liquidación, moviendo dinero entre stablecoins y monedas fiduciarias.
Algunos ya están haciendo pruebas. VersaBank, con sede en London, Ontario, que opera en Canadá y también posee una filial bancaria en EU, inició en agosto un programa piloto para probar “recibos de depósito digitales” respaldados uno a uno por dólares canadienses o estadounidenses. El presidente del banco, David Taylor, afirma que funcionarán como depósitos regulares —pagando intereses y asegurados por la Canada Deposit Insurance Corp. y la FDIC—, pero podrán moverse en las blockchains de Algorand, Ethereum y Stellar. VersaBank planea comenzar con servicios de cambio de divisas para clientes de corretaje y eventualmente desplegar los fondos en créditos. A diferencia de las stablecoins emitidas por no bancos, los recibos de VersaBank siguen siendo depósitos asegurados en su balance. Por ahora, sin embargo, el banco dice que los estacionará en activos líquidos, en lugar de destinarlos a préstamos, hasta evaluar qué tan estables resultan. “Si metes la cabeza en la arena y dices: ‘Espero que esto desaparezca’, no va a desaparecer”, afirma Peery, quien considera que las stablecoins son una mejor herramienta que el efectivo para transferir valor, y una que los bancos pueden aprender a dominar. “Dejen de preocuparse por ello y empiecen a trabajar en soluciones”.
Con la colaboración de Ilena Peng
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