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Robo de café en Brasil: precios altos disparan la delincuencia en plena cosecha

Con precios del café en máximos históricos, Brasil enfrenta un repunte de robos en fincas y transportes. Productores y autoridades refuerzan medidas para proteger la cosecha.

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Robo de café (Valentin Tkach)

Donizete Guidini transportaba 30 toneladas métricas de café por una carretera rural del estado de São Paulo una noche de abril cuando un automóvil lleno de hombres armados lo obligó a detenerse. A punta de pistola, lo dirigieron hasta una gasolinera cercana, robaron el camión y la carga, y dejaron a Guidini vendado en un campo de caña de azúcar.

Brasil, el mayor productor y exportador de café del mundo, ha lidiado durante años con robos de granos perpetrados tanto por delincuentes comunes como por bandas organizadas. Pero con los precios del grano notablemente más altos que en años anteriores, productores y asociaciones del sector advierten que la temporada de cosecha —que va de finales de mayo a septiembre— podría convertirse en el peor año de robos del que se tenga registro.

A principios de este año, los precios del café arábica —la variedad más utilizada en cafés de especialidad— alcanzaron niveles récord tras varias cosechas decepcionantes. Desde entonces, la presión se ha reducido ligeramente, pero los precios acumulados en el año siguen siendo casi el doble del promedio de 2023. “El crimen es una actividad económica. En el momento en que tienes una cosecha de café con alto valor agregado, se vuelve atractiva para los delincuentes”, explica Guilherme Derrite, secretario de Seguridad Pública del estado de São Paulo.

Con la cosecha en marcha, asociaciones de productores en las principales regiones cafetaleras están implementando nuevas medidas de protección y exhortando a los agricultores a mantenerse en alerta. En abril y mayo, por primera vez, Cocapec —una cooperativa cafetalera de São Paulo— distribuyó folletos entre sus aproximadamente 3 mil miembros, recomendando medidas preventivas antes y durante la cosecha: desde instalar cámaras y reforzar portones hasta controlar el acceso a zonas de cultivo y almacenamiento.

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Café Bultos de café en un almacén de Franca, Brasil, a principios de este año. (Carla Carniel)

“No reaccione ante actos de violencia: en caso de robo, priorice la integridad física de todos los involucrados”, decía el boletín de la cooperativa. En mayo, Cocapec también lanzó un servicio gratuito de seguro para proteger a los miembros que transportan sus granos desde sus propiedades hasta los centros de almacenamiento de la cooperativa, siempre que lo hagan entre las 6 de la mañana y las 7 de la noche. Por su parte, el gobierno de Minas Gerais, el principal estado productor de café en Brasil, informó que ha “implementado nuevas medidas para combatir el crimen rural”, incluyendo un modelo de patrullaje denominado “Campo Seguro”, diseñado para prevenir delitos estacionales como el robo de café, ganado y plántulas.

Algunos de los asaltos parecen sacados de una película de acción: en junio, un grupo de delincuentes armados irrumpió en una finca de Vermelho Novo, Minas Gerais, y robó 95 sacos de café —valuados en unos 220 mil reales (alrededor de 40 mil dólares)— mientras mantenía como rehenes a los trabajadores del campo. La carga fue recuperada posteriormente por la policía y nueve sospechosos fueron detenidos. Otros casos han pasado más desapercibidos, como reportes de cargamentos sacados furtivamente de depósitos durante la noche o ladrones oportunistas que recogen granos directamente de los árboles. Aunque el robo de café verde directamente del campo no representa una amenaza seria para las grandes operaciones, sí puede afectar gravemente a los productores familiares, que constituyen la mayoría del sector.

“Con precios del café por encima de los 2 mil o 2 mil 500 reales por saco, esta actividad se vuelve rentable”, afirma Ricardo Schneider, director del Centro de Comercio de Café de Minas Gerais, una organización del sector.

En general, los robos de carga en Brasil han disminuido, pasando de un pico de más de 25 mil casos en 2017 a unos 10 mil el año pasado, la cifra más baja desde que comenzaron los registros en 2015, según datos del Ministerio de Justicia y Seguridad Pública. Sin embargo, Schneider señala que esta “caída significativa” no se ha reflejado en el caso del café, cuyos robos han aumentado en los últimos tres años. “Lo atribuímos al incremento en los precios”, explica.

Expertos indican que el café es más difícil de rastrear que otros bienes comúnmente robados en zonas rurales de Brasil, como ganado o maquinaria agrícola, lo que lo convierte en un objetivo atractivo para los delincuentes. Los grupos criminales distribuyen rápidamente los granos robados a redes de compradores ya establecidas, lo que dificulta el trabajo de las autoridades, incluso cuando los camiones llevan dispositivos de rastreo. En enero, delincuentes asaltaron el almacén de Alessandra Peloso, una productora de café galardonada en Minas Gerais, y se llevaron 163 sacos, cada uno con un peso de 60 kilogramos. “Logran venderlo fácilmente”, comenta Peloso sobre estas operaciones criminales. “Se lo venden a pequeños tostadores de café, todo sin documentación, sin pagar impuestos”. Para evitar nuevos robos, ha contratado vigilancia nocturna, instalado alarmas y sirenas, y colocado cámaras “por todos lados”.

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Finca Trabajadores cosechan cerezas de café en una finca de São Paulo en abril. (Andre Penner)

El aumento de los robos es solo el más reciente de los desafíos que enfrenta el sector cafetalero en Brasil. A pesar de los altos precios y la fuerte demanda global, los márgenes de ganancia de los productores brasileños se han visto presionados en los últimos años por el alza en los costos de fertilizantes, cuellos de botella logísticos, volatilidad en los precios y condiciones climáticas adversas. La cosecha del año pasado fue una gran decepción, afectada por el calor excesivo y la sequía, lo que dio como resultado granos más pequeños de lo habitual. Y la cosecha actual de café arábica no muestra señales de mejora, con temperaturas altas y clima seco persistente. La situación es más favorable en Vietnam, el segundo mayor productor de café del mundo, que cultiva en mayor medida la variedad robusta, utilizada en el café instantáneo.

No obstante, no todo son malas noticias. En São Paulo, la carga robada a Guidini —valuada en aproximadamente 1.5 millones de reales— fue recuperada horas después en una propiedad rural cercana al lugar del asalto, según reportes locales. Un hombre de 37 años fue detenido y el caso sigue bajo investigación, informaron las autoridades.

“En los robos de carga”, concluye Schneider, “las primeras horas son cruciales”.

—Con información de Dayanne Sousa

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