La reacción en contra de Benchmark, una de las firmas de capital de riesgo más influyentes de Silicon Valley, no tardó en llegar después de que Bloomberg News informara a finales de abril que había invertido en una startup de inteligencia artificial fundada en China. Senadores republicanos interpretaron el acuerdo como una forma en la que Benchmark estaría ayudando al gobierno chino y sugirieron que el Congreso debería intervenir. Otros capitalistas de riesgo calificaron la decisión como irresponsable. “Estás invirtiendo en tu enemigo”, afirmó Delian Asparouhov, socio de 31 años en Founders Fund. “¿Por qué habríamos de financiar el programa espacial ruso en 1972? ¿Por qué financiaríamos la carrera china en IA en 2025? Para mí, son las mismas preguntas. Simplemente parece algo fuera del ámbito de la lógica”.
Benchmark declinó hacer comentarios. Pero las críticas tomaron por sorpresa a Bill Gurley, socio de larga trayectoria en la firma, quien redujo sus responsabilidades en 2020 y no participó directamente en el acuerdo. En un episodio de mayo de su podcast BG2, Gurley defendió la decisión de la firma de liderar una inversión de 75 millones de dólares en Butterfly Effect, la creadora del agente de IA llamado Manus. Señaló que el producto solo opera sobre modelos de lenguaje desarrollados en Estados Unidos, como Claude de Anthropic, y que la startup tiene oficinas fuera de China y no almacena datos de clientes en ese país. Rechazó la idea de que representara una amenaza para la seguridad nacional de EU. “Cuando uno no es un halcón respecto a China, la gente te acusa de ser sinófilo. Pero hay mucho espacio entre esos dos extremos”, dijo Gurley, de 2.06 metros de estatura, una de las figuras más reconocidas de la industria del capital de riesgo.
Gurley no respondió a una solicitud de comentarios adicionales. Una persona familiarizada con el acuerdo, que pidió el anonimato para hablar sobre negocios privados, señaló que Manus ya había decidido abandonar China cuando comenzó las conversaciones de inversión con Benchmark y que desde entonces cerró sus oficinas en ese país. Actualmente, la sede de la startup se encuentra en Singapur.
La inversión, que multiplicó por cinco la valuación de Manus hasta los 500 millones de dólares, es relativamente modesta en una época en la que se destinan decenas de miles de millones a startups de inteligencia artificial. Pero pone en evidencia una creciente división filosófica en Silicon Valley sobre China, el patriotismo y la búsqueda de ganancias.
“Ni un centavo para China hasta que Xi entre en razón o sea reemplazado”, dijo el prominente capitalista de riesgo Tim Draper, quien invirtió en el gigante chino de internet Baidu Inc. en el año 2000, pero dejó de hacerlo tras la llegada de Xi Jinping al poder y el inicio de una era de mayor control estatal.
Hasta hace poco, las firmas de capital de riesgo estadounidenses desempeñaron un papel crucial en el desarrollo de la industria de internet en China, al invertir miles de millones en empresas como Alibaba, Baidu, Didi y ByteDance —propietaria de TikTok—, con el objetivo de replicar en el extranjero modelos de negocio exitosos en Estados Unidos. Esta tendencia alcanzó su punto máximo en 2018, cuando inversionistas estadounidenses participaron en operaciones por más de 40 mil millones de dólares en China, según datos de PitchBook.
Pero el ambiente comenzó a cambiar con la llegada de Donald Trump a la presidencia en 2017 y se mantuvo durante la administración de Joe Biden. Estados Unidos impuso nuevos aranceles y restricciones a las inversiones en China, y algunas firmas estadounidenses rompieron lazos económicos con el país. Beijing, por su parte, estableció nuevas barreras a la inversión extranjera que afectaron las operaciones tecnológicas, explica Winston Ma, profesor de la Facultad de Derecho de la Universidad de Nueva York y socio en Dragon Capital, un fondo familiar enfocado en IA. El año pasado, el financiamiento total para startups chinas cayó casi un 40 por ciento en comparación con el año anterior, y solo el 8.5 por ciento de las rondas de capital incluyeron participación de inversionistas extranjeros, el nivel más bajo en más de una década, según PitchBook.
En enero entraron en vigor nuevas reglas estadounidenses diseñadas para frenar la inversión en empresas chinas de semiconductores, computación cuántica e inteligencia artificial. Las medidas, parte del Programa de Seguridad de Inversiones al Exterior del Departamento del Tesoro, prohíben que los inversionistas respalden sistemas de IA destinados al uso militar, inteligencia gubernamental o vigilancia masiva. La responsabilidad de cumplir con estas normas recae en los propios inversionistas, quienes deben evaluar los riesgos y notificar al Tesoro si invierten en áreas sensibles.
Benchmark contrató abogados para revisar su inversión en Manus y concluyó que no era necesario notificarla, ya que su producto es una aplicación dirigida únicamente al consumidor, según una persona familiarizada con el asunto que pidió mantener el anonimato debido a la naturaleza privada de la información. Sin embargo, poco después de cerrar el trato, la firma recibió una carta del Tesoro solicitando información sobre la inversión, de acuerdo con personas cercanas al tema.

Si el Departamento del Tesoro determina que la inversión violó la normativa, Benchmark podría verse obligada a desinvertir y enfrentar sanciones civiles o penales adicionales, incluida una multa por el doble del valor de la transacción. Abogados ajenos al caso consideran que es poco probable que se impongan tales consecuencias, ya que Butterfly Effect está registrada en las Islas Caimán. “Dudaría en concluir que esto constituye una evasión”, señaló Anthony Rapa, socio del despacho Blank Rome y copresidente del grupo de práctica de comercio internacional de la firma, quien no participó en la operación. Portavoces del Tesoro y de Manus declinaron hacer comentarios.
El entorno cambiante está obligando a muchos fundadores en China a tomar decisiones difíciles: aceptar financiamiento chino y enfocarse en el mercado local, o cortar lazos con China para atraer inversión global y usuarios internacionales. Incluso optar por esta última opción no garantiza que una startup escape del escrutinio. HeyGen Inc., una empresa de video con IA fundada en China en 2020, lo aprendió cuando se mudó en 2022 a EU, país donde sus fundadores estudiaron. Benchmark lideró una inversión en HeyGen el año pasado, que valoró a la compañía en 500 millones de dólares. Casi al mismo tiempo, el gobierno de Estados Unidos publicó un informe que expresaba preocupación por la influencia china en la empresa. “Me parece decepcionante que se trate mi herencia china como algo de lo que debería avergonzarme”, dijo Joshua Xu, cofundador de HeyGen, a Bloomberg el año pasado, asegurando que “no tiene más que ver con mi empresa que si hubiera sido fundada por estadounidenses, canadienses o británicos”.
La creciente desconfianza hacia China se da en un momento en que firmas como Founders Fund y Andreessen Horowitz están volcando su atención hacia inversiones en empresas estadounidenses del sector defensa, industrial y aeroespacial. En el proceso, han adoptado un patriotismo combativo. En 2023, Delian Asparouhov, de Founders Fund —una de las voces más activas de este movimiento— cofundó el Hill and Valley Forum, un espacio en Washington que reúne a legisladores, inversionistas y emprendedores para debatir sobre seguridad nacional. Durante el evento más reciente, y en intervenciones posteriores, cuestionó si Benchmark tiene vínculos con el Partido Comunista Chino. Otros asistentes se sumaron a las críticas, como Emil Michael, exejecutivo de Uber Technologies Inc. y recientemente nombrado director de tecnología del Pentágono. “No es como si no hubiera una abundancia de empresas estadounidenses de IA de alta calidad en las cuales invertir”, afirmó sobre el escenario.
Brad Gerstner, copresentador del podcast de Bill Gurley, declaró en el programa que las críticas al acuerdo con Manus eran xenófobas (no respondió a una solicitud de comentarios adicionales). Capitalistas de riesgo en otras firmas importantes compartieron esta opinión en privado, aunque evitaron hablar públicamente para no involucrarse en un tema tan polémico. Un inversionista en Benchmark, que pidió anonimato por razones similares, dijo no tener dudas sobre la capacidad de la firma para evaluar sus inversiones.

A pesar del aumento del sentimiento anti-China en el mundo del capital de riesgo, la industria no ha perdido su temor a quedarse fuera de las oportunidades. Los inversionistas continúan viajando a China, incluso si aseguran que no planean invertir allí en el corto plazo. En junio, Santi Subotovsky, socio general de Emergence Capital, participó en un panel sobre inversiones en IA en Chaoyang, donde dijo estar buscando empresas de software empresarial impulsadas por IA fuera de EU, según una transcripción del evento. Por la misma fecha, representantes de Thrive Capital —firma de Josh Kushner— viajaron a China para conocer su ecosistema de IA, informó Bloomberg. Un vocero de Thrive aseguró que la firma no tiene intención de invertir en China. Subotovsky no respondió a solicitudes de comentarios.
Tras la inversión de Benchmark, Manus entabló conversaciones con otras firmas estadounidenses para levantar cientos de millones de dólares más, según personas cercanas al tema, pero luego abandonó esos planes para concentrarse en el desarrollo de su producto, de acuerdo con una de esas fuentes.
Asparouhov afirma que la reacción negativa ante la inversión de Benchmark probablemente disuadió a otros inversionistas estadounidenses de realizar acuerdos similares. “Recibieron muchísimas críticas”, señaló. Sin embargo, buena parte de esas críticas provinieron del propio Asparouhov, y no está claro cuán extendido está su punto de vista. Josh Wolfe, cofundador de la firma de inversión en tecnología de defensa Lux Capital, publicó un mensaje en X a principios de mayo criticando a Benchmark, pero lo eliminó cuando Bloomberg Businessweek le pidió comentarios. “Lo borré porque lo publiqué impulsivamente y sin conocimiento”, escribió en un correo electrónico, señalando que había descubierto que los fundadores de la startup estaban intentando dejar China. “Creo que esto merece un análisis más profundo, no solo críticas”.
—Con la colaboración de Kate Clark y Zheping Huang, Katie Roof y Lulu Chen
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