Con los aranceles provocando que los mercados suban y bajen en cuestión de horas, conviene mirar otros indicadores para evaluar el estado de la economía: ventas de casas, horas laborales promedio en la manufactura, cuántas muñecas le permiten a una niña recibir en Navidad. ¿Yo? Yo observo las ventas de pizza.
Durante mucho tiempo, la pizza ha sido la opción rápida y económica para alimentar a una familia. Lo que muchos consideran el platillo favorito de EU ganó un atributo adicional durante la pandemia: seguridad. Domino’s Pizza Inc., la cadena más grande de entregas, y su rival más pequeño Papa John’s International Inc., registraron aumentos de ventas en tiendas comparables de dos dígitos en EU y América del Norte en 2020, impulsadas por los confinamientos por Covid-19. Pizza Hut alcanzó ese nivel hasta el primer trimestre de 2021, cuando la inflación ya empezaba a sentirse, lo que aumentó el valor percibido. En una llamada de resultados de ese trimestre, David Gibbs, CEO de Yum! Brands Inc., atribuyó el éxito a varios factores, incluyendo el “valor atractivo” de la oferta Tastemaker de Pizza Hut de 10 dólares: una pizza grande con tres ingredientes al gusto.
Pero cuatro años después, los consumidores de bajos ingresos parecen estar siendo excluidos del mercado pizzero. En el primer trimestre de 2025, las ventas en tiendas comparables bajaron en las tres cadenas: 5 por ciento en Pizza Hut, 2.7 por ciento en Papa John’s y 0.5 por ciento en Domino’s. Al menos Domino’s tuvo una métrica positiva: las ventas para llevar aumentaron 1 por ciento, ya que, según explicó el CFO Sandeep Reddy, cuestan menos que el servicio a domicilio.
Una parte del problema es la proliferación de opciones para llevar gracias a la expansión de servicios como Grubhub y Uber Eats. Además, en general la gente ha optado por opciones más saludables, lo que también puede estar afectando las ventas. Pero el mayor factor para los consumidores sensibles al precio —los que más compran en estas cadenas— es que la relación costo-beneficio ya no es lo que era. El precio promedio de una pizza grande en las cinco cadenas principales es ahora de 18.14 dólares, y el ticket promedio ha subido casi 30 por ciento desde 2019, según Richard Shank, analista de la firma Technomic. Es un aumento ligeramente mayor que en las cadenas de hamburguesas o pollo.
La pizza se ha encarecido en todas partes, en parte porque insumos clave como el puré de tomate han subido de precio, según el Instituto Agri-Food de Wells Fargo. Aun así, eso no ha disminuido el apetito de cierto grupo de estadounidenses. Las pizzerías donde una comida cuesta entre 31 y 50 dólares por persona registraron un aumento de 43 por ciento en el número de comensales durante los primeros tres meses de 2025, comparado con el año anterior, según datos de la app de reservaciones OpenTable.
Como señaló Moody’s Analytics en un informe reciente, el 10 por ciento de los hogares más ricos en EU ahora representa la mitad del gasto de los consumidores, el nivel más alto desde 1989. Este grupo, cuya sensación de estabilidad financiera ha sido reforzada por el alza en precios de viviendas y del mercado bursátil, es la parte alta de nuestra “economía en forma de K”, como la describe el analista Michael Halen, de Bloomberg Intelligence. En el otro extremo están los consumidores de bajos ingresos, cuyo poder adquisitivo ha sido devastado por el aumento del costo de vida sin un crecimiento de riqueza proporcional.
Las cadenas saben que tienen que ofrecer más opciones accesibles para reactivar las ventas. Domino’s confía en que su programa de lealtad, renovado en 2023 para atender mejor al público que recoge su pedido, atraerá más clientes ocasionales, dijo Reddy. Papa John’s impulsa sus “Papa Pairings”, un menú de valor donde se pueden elegir dos o más productos por 6.99 dólares cada uno. Pizza Hut tiene un menú “Deal Lover’s” de 7 dólares, una pizza grande para llevar con un ingrediente por 9.99 y un programa reciente llamado “Hut-Hook Up” que regala pizzas para incentivar pedidos desde la app. Aun así, la mayoría de sus pizzas grandes cuestan más de 20 dólares.
El supermercado cuenta una historia similar. Nestlé SA, en una presentación para inversionistas este año, calificó a la categoría de pizza congelada como una de sus “decepcionantes”, culpando sobre todo a una estrategia de precios demasiado agresiva. En respuesta, la empresa redujo 95 por ciento de su portafolio —con marcas como Tombstone, Jack’s y DiGiorno— al rango de 4 a 6 dólares. Pero pocos meses después lanzó una opción más cara: DiGiorno Wood Fired Style Crust Pizza por 6.49 dólares. “El nuevo lanzamiento aprovecha la tendencia de premiumización en la categoría”, dijo un vocero a Bloomberg Businessweek.
Aun así, en señal de lo poco que algunos consumidores están dispuestos a gastar, la marca con mayores ganancias —en ventas y unidades— fue Tony’s Pizza, que vende pizzas a cuatro por 4 dólares o menos, según datos de Circana LLC para las 52 semanas terminadas el 20 de abril.
También hay señales de que la incertidumbre económica está afectando a los ricos. Según el analista de Circana, David Portalatin, ha crecido la tendencia de preparar pizza en casa, aunque las pizzas refrigeradas y los kits cuestan más, en promedio, que las congeladas. Sin embargo, los precios en esa categoría bajaron casi 19 por ciento por unidad en el periodo.
En las pizzerías independientes, la tradicional rebanada de un dólar ya es difícil de encontrar, pero los restaurantes que atienden a la parte alta de la “K” siguen prosperando. Las rebanadas y pizzas son más caras, pero los clientes entienden que pagan por un mejor producto, a menudo con ingredientes importados como harinas, tomates y quesos, dice Scott Wiener, quien lleva más de 15 años guiando tours de pizza en Nueva York. En Lucia, en el Upper East Side de Manhattan, las pizzas van de 29 dólares la más sencilla hasta 58 por una Siciliana de pepperoni con vodka.
Toda esa harina fina y mozzarella de búfala importada de Italia está en la mira de la guerra comercial, dice Fred Mortati, propietario del importador Orlando Foods.
Con el arancel global del 10 por ciento impuesto por el presidente Donald Trump y la posterior devaluación del dólar, Mortati asegura que sus costos “aumentaron 20 por ciento prácticamente de la noche a la mañana”. No le queda otra que trasladar ese costo a sus clientes. Mortati espera que las pizzerías suban sus precios entre 2 y 5 por ciento solo por los costos de insumos, y no está seguro de que todos lo acepten. “Los consumidores ya están hartos de la presión inflacionaria”, dice.
Eso podría aplicarse también a quienes gastan 60 dólares en una pizza.