Cuando a los 13 años Andrés Martínez pidió a su papá, maestro soldador, enseñarle el oficio con el fin de apoyarlo y acabar el trabajo más rápido, recibió un rotundo no. Siendo uno de los 8 hijos de la familia, sentía el compromiso de apoyarlo para que acabara más temprano su jornada, ya que su padre laboraba de 10 a 12 horas seguidas. Un día, se acercó y preguntó seriamente por qué no lo enseñaba; en su lógica, dos personas podían sacar más rápido el trabajo que una sola.
“Recuerdo que mi papá se quitó la careta de soldador y me dijo: ‘Ven para acá, no me vuelvas a pedir que te enseñe a soldar. Tú vas a tener las oportunidades que yo nunca tuve, y yo sé que tú vas a ser alguien en esta vida’”.
Hoy, Andrés es un líder de la NASA y visionario de la exploración espacial que no solo trabaja para llevar a la humanidad más allá de la Tierra, sino para sembrar las semillas de la industria espacial en México.
Nacido en Jojutla, Morelos, pasó su infancia en un hogar rodeado de árboles frutales, un lugar que consideraba su pequeño paraíso. Sin embargo, la ausencia de su padre marcaba esos años, ya que sólo lo veía dos veces al año: en los veranos y en Navidad, cuando regresaba de Estados Unidos tras largos meses de trabajo como migrante.
El 3 de enero de 1974, cuando Andrés tenía 10 años, su familia emigró a California. Llegar a Los Ángeles fue un cambio radical: de tener su propio cuarto en Jojutla, pasó a compartir un pequeño apartamento tipo estudio con sus padres y siete hermanos. Sin hablar inglés, enfrentaron las dificultades de adaptarse a un entorno desconocido. Sin embargo, la mudanza trajo consigo una alegría: por primera vez, la familia estaba unida.
Pronto, los maestros de Andrés notaron su talento para las matemáticas. A pesar de la barrera del idioma, fue seleccionado para un programa especial de niños dotados, uno de los 10 destacados entre mil, lo que le permitió tomar clases avanzadas. Fue allí donde tuvo su primer acercamiento a la programación, experiencia que le abriría muchas puertas. Tras graduarse de preparatoria, empezó a trabajar y dejó los estudios, creyendo que no los necesitaba. Pero cuando la empresa cerró, su padre le dio un consejo que marcaría su vida: “No juegues con tu futuro. Es momento de regresar a la escuela”. Inspirado, Andrés retomó su educación y se graduó como ingeniero.
Poco después, una feria de empleo lo llevó a Xerox en Silicon Valley, donde trabajó 10 años liderando proyectos clave. Al cancelarse uno de ellos, él y cuatro colegas negociaron salir con el capital y la propiedad intelectual para fundar su propia empresa. Más tarde, se unió al laboratorio Lawrence Livermore, donde lideró equipos de software antes de ser reclutado por Motorola y, finalmente, en 2007, por la NASA.
Hoy, Andrés lidera proyectos que preparan astronautas para misiones autónomas en el espacio. Su prioridad es clara: proteger a la tripulación y garantizar el éxito de las misiones. Además, busca optimizar operaciones a través de tecnologías autónomas que simplifiquen el trabajo de los astronautas.
Comprometido con México, Andrés trabaja para integrar a estudiantes mexicanos en proyectos espaciales, brindándoles experiencia real y conocimiento para transformar el panorama tecnológico. Bajo su liderazgo, el AzTechSat-1, primer satélite mexicano diseñado y construido en el país, fue lanzado desde la Estación Espacial Internacional. “Mi visión es que México sea un protagonista en la industria espacial, con startups y empresas innovadoras que lideren el futuro”, asegura.
Convencido del enorme potencial económico del sector espacial, Andrés señala que solo el mercado de satélites pequeños alcanza 5 mil millones de dólares, representando cientos de miles de empleos. “Es tiempo de actuar. México no puede seguir perdiendo oportunidades”, afirma. Su legado es una inspiración para que nuevas generaciones sueñen en grande y trabajen para alcanzar las estrellas.
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