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La crisis masculina: ¿qué significa ser hombre hoy?

Desde el Despacho Oval hasta el Internet, la masculinidad hiperagresiva está en ascenso. Pero los impulsos que atraen a los jóvenes a la manosfera sugieren que buscan algo más.

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Masculinidad

MIRA A TU ALREDEDOR: LA MASCULINIDAD ESTÁ DE MODA OTRA VEZ Y EN LA CIMA DE LAS FINANZAS, LA POLÍTICA Y LA CULTURA GLOBAL, PERSONIFICADA POR LA “MANÓSFERA” (TÉRMINO CONOCIDO TAMBIÉN COMO MACHOSFERA, QUE SE REFIERE A UNA RED DE SITIOS WEB, FOROS Y BLOGS QUE PROMUEVEN UNA VISIÓN TRADICIONAL DE LA MASCULINIDAD), QUE AYUDÓ A LLEVAR A DONALD TRUMP A LA PRESIDENCIA Y HA IMPULSADO A OTROS ASPIRANTES A MACHOS ALFA HACIA EL PODER Y LA FAMA. PERO LOS HOMBRES (Y LOS CHICOS) SIGUEN PROFUNDAMENTE PERDIDOS RESPECTO A SU LUGAR EN EL MUNDO.

La agenda de la segunda administración de Trump hasta la fecha ha sido, en una palabra, masculinista. El presidente y su gabinete han amenazado el acceso al aborto y a la anticoncepción, han facilitado el nombramiento de hombres presumiblemente no cualificados para puestos de alto perfil (incluyendo algunos acusados de abuso) y han restringido el uso de palabras como “género”, “racismo”, “trans”, “equidad”, “BIPOC” e incluso “mujeres”. Se ha sugerido la anexión de naciones soberanas, el inicio de una guerra comercial global, se busca prohibir el servicio militar a las personas transgénero y el vicepresidente hizo un llamado pronatalista pidiendo “más bebés en Estados Unidos”.

Y, sin embargo, Trump y los hombres de su círculo cercano (Elon Musk, J.D. Vance, Marco Rubio, Pete Hegseth y el resto) no evocan los arquetipos masculinos tradicionales estadounidenses. El conservadurismo de viejo cuño de John McCain y Ronald Reagan evocaba sheriffs taciturnos que luchaban contra forajidos, soldados que corrían hacia el fuego enemigo para salvar a su pelotón, estrictos paterfamilias que llevaban el sustento a sus esposas e hijos. Aunque estos valores podían ser paternalistas y opresivos, también conllevaban un sentido de dignidad, honor y responsabilidad: la expectativa de que los hombres debían enfrentarse a los agresores, decir la verdad, proteger a sus comunidades y asumir la responsabilidad de sus actos.

Esas actitudes parecen haber sido reemplazadas por un nuevo tipo de masculinidad, caótica, nacida del vasto ciberespacio conocida como la manosfera. Durante su campaña, Trump cortejó astutamente a los ídolos de los jóvenes en Internet: Joe Rogan, los Nelk Boys, Logan y Jake Paul, y Adin Ross. Circularon videos de Tucker Carlson refiriéndose a Trump como “papito” y a Estados Unidos como una “niña mala” que merecía unas “buenas nalgadas”. La foto viral de Trump, que lo mostraba levantando el puño desafiante tras recibir un disparo de un francotirador, reforzó su imagen viril. No en vano, el perpetrador, de 20 años, fue posteriormente descrito como confundido y solitario, y se decía que había sufrido acoso escolar, características comunes en los chicos que pasan mucho tiempo en espacios en línea.

La masculinidad arraigada en el machismo y que depende de la aprobación de los hombres alfa siempre es frágil. Implica una constante lucha por la posición, la estima y la sumisión al poder. No es una identidad estable ni adulta, sino infantil y volátil. Trump gobierna el mundo, pero le cuesta controlar sus propios arrebatos emocionales. Su círculo íntimo político se somete a sus caprichos y corre a satisfacerlos con vehemencia. Los directivos hombres, muchos de los cuales ejercen una enorme influencia en cómo nos conectamos y nos comunicamos, han seguido el ejemplo de Trump, abandonando compromisos pasados con valores más inclusivos, en consonancia con la campaña anti-DEI (Diversidad, Equidad e Inclusión) del presidente. Cuando Mark Zuckerberg, director ejecutivo de Meta Platforms Inc., apareció en enero en el podcast de Rogan y declaró que la sociedad y la comunidad empresarial habían sido “castradas” y apartadas de la “energía masculina”, y que sería bueno que la cultura “celebrara un poco más la agresión”, fue objeto de burlas generalizadas; muchos sospecharon que Trump lo había amenazado para que se cuadrara.

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Accesorios Desde el despacho olval hasta el internet, la masculinidad hiperagresiva va en ascenso. (Adrián Cuervo)

Un modelo frágil de masculinidad no es necesariamente a lo que los jóvenes deben aspirar. Aún existen visiones alternativas que reconocen que la masculinidad puede ser expansiva y saludable, y que la igualdad de género y los derechos de las personas marginadas también benefician a hombres y niños al liberarlos de normas y expectativas que limitan su potencial y humanidad. Estos enfoques incluso pueden encontrarse en la Red.

En 2018, durante la primera presidencia de Trump, publiqué un libro titulado Boys: What It Means to Become a Man. Era periodista y madre de un preadolescente, y había dedicado gran parte de mi carrera a cubrir temas de género, pero me había centrado principalmente en niñas y mujeres. Al ver crecer a mi hijo, me intrigó cómo los mensajes sociales y culturales sobre la masculinidad repercutían en él y sus amigos, y cómo esos mensajes moldeaban su identidad, autoestima y bienestar. En aquel entonces, el término “manosfera” (manosphere, traducido también como machoesfera o androsfera) todavía se refería a los confines de Internet: 4Chan, sitios porno, la dark web. Incluía a personas como Elliott Rodger, el joven de 22 años que asesinó a seis personas en California en 2014, dejando un video de YouTube y un manifiesto en el que hablaba de su deseo de castigar a las mujeres por rechazarlo y vengarse de los hombres sexualmente atractivos con los que estaba resentido. El movimiento #MeToo que estaba surgiendo había transformado las conversaciones sobre la violencia y el acoso contra las mujeres y había destapado a abusadores seriales de alto perfil como Harvey Weinstein y Bill Cosby. Pero también se enfrentaba a una creciente reacción defensiva. Después de cada crítica justa y válida hacia un hombre o hacia el sexismo sistémico venía un coro de “No todos los hombres”.

Entonces, la pandemia causó que una generación de hombres jóvenes que ya pasaban gran parte de su tiempo en línea intensificara su interacción con las redes sociales, las aplicaciones, las plataformas de streaming y los videojuegos. Aislados en casa, encontraron estos espacios como lugares valiosos de conexión, distracción y entretenimiento. Para 2023, según el informe sobre la situación de los hombres en Estados Unidos State of American Men (elaborado por Equimundo, una organización no lucrativa que promueve ideas saludables sobre la masculinidad y trabaja con jóvenes y hombres para prevenir la violencia), casi la mitad de los hombres jóvenes de entre 18 y 23 años consideraban que su vida en línea era más interesante, satisfactoria y con más influencia que su vida en el mundo físico. Dos quintas partes de los encuestados afirmaron confiar en figuras de la web como Andrew Tate, quien difunde ideas misóginas y ha sido acusado de violación, trata de personas y violencia de pareja (él niega las acusaciones).

Lo que distingue el peligro de la manosfera de otras esferas en línea del pasado es su enfoque definido y su vasta influencia. Se ha generalizado, llegando a los jóvenes a través de un flujo de algoritmos que los lleva de mostrar un simple interés en la superación personal a consumir contenido cada vez más misógino, engañoso y conspiranoico. Los creadores de contenido capitalizan los algoritmos que recompensan las publicaciones extremas y sensacionalistas, y las ganancias están supeditadas al engagement o interacción de los usuarios. Cuanto más escandaloso sea el contenido, más probable es que se promocione y comparta. La manosfera también ha canalizado las contrarreacciones al #MeToo y a la cultura “woke”.

Pero su atractivo inicial para los chicos, especialmente para aquellos vulnerables y fácilmente influenciables, no suele ser la hostilidad ni la ira. Es el deseo de conexión, amistad y la guía de un hermano mayor sobre temas como las citas, la familia, las finanzas o la superación personal. Esta idea contradice el estereotipo de que los chicos son insensibles, proclives a la agresión y se sienten incómodos con sus emociones. Numerosas investigaciones empíricas han demostrado lo contrario: tienen sentimientos complejos que desean expresar y necesitan la amistad tanto como las chicas. En su libro de 2013, Deep Secrets, la psicóloga Niobe Way habló con cientos de jóvenes de diversos estratos socioeconómicos y descubrió una intensa intimidad entre los chicos y el deseo de amistades significativas. Durante mi propia investigación, al visitar una asamblea escolar, un adolescente de unos 12 años me preguntó cómo lidiar con todos sus sentimientos. “Me temo”, dijo, “que después de reprimirlos tanto dentro de mí, nunca podré encontrarlos de nuevo”.

Los adolescentes necesitan lugares de refugio, sus padres están agotados y también pasan demasiadas horas en línea. El mundo podría entrar en recesión a corto plazo y se encamina hacia el colapso ambiental a largo plazo. ¿Por qué los jóvenes no sentirían desesperación y buscarían comunidad y conexión donde puedan encontrarlas? Esos vínculos son particularmente difíciles de buscar para los chicos, ya que las viejas normas sociales (que desestiman sus sentimientos, los castigan por mostrar vulnerabilidad y les dictan que sean hombrecitos) están volviendo a echar raíz en nuestra cultura.

Para muchos hombres jóvenes, los espacios digitales tienen un valor real porque les facilitan conexiones positivas, brindan la oportunidad de encontrar amigos, de interactuar con familiares en otros países, ver noticias y entretenimiento, organizar movimientos activistas, participar en juegos multijugador, crear videos y comentar sobre la cultura popular. Los espacios en la Red también ofrecen a los jóvenes marginados, como los LGBTQ+, un puente hacia amigos y apoyo social que podrían no tener en su comunidad local. Los espacios digitales no son monolitos, ni tampoco los chicos que se sumergen en ellos y consumen contenido misógino. Un estudio de la agencia de marketing Goat reveló que una cuarta parte de los hombres jóvenes en Estados Unidos sigue a influencers de moda; casi al 30 por ciento le gusta el cine, el teatro o la actuación; y un número significativo sigue a mujeres e influencers no binarios que publican sobre temas tan variados como la comida, la comedia y la salud.

La igualdad de género no es un juego de suma cero. Podemos garantizar los derechos y las oportunidades de las mujeres jóvenes y, al mismo tiempo, apoyar el bienestar de los hombres jóvenes, sin reaccionar con pánico moral a la cultura digital ni establecer medidas drásticas como la prohibición de los teléfonos inteligentes. Insultar y menospreciar los espacios que son relevantes para los hombres jóvenes nunca los convencerá. Podemos, en su lugar, intentar ofrecerles cosas que la manosfera promete pero que en realidad no da: atención y cuidado, buenos consejos, conexión y razones reales para creer en un futuro positivo para ellos.

Cómo ven los jóvenes a las mujeres y a sí mismos

No es ningún secreto que la visión que los hombres tienen de las mujeres difiere enormemente según el grupo demográfico, y que el exitoso cortejo de Donald Trump al público masculino se tradujo en votos cruciales en noviembre de 2024. No obstante, resulta sorprendente que muchos hombres jóvenes y liberales estén de acuerdo con algunas de las afirmaciones que la gráfica plasma, lo que refleja creencias retrógradas sobre el papel de género en el hogar y el trabajo. Por otro lado, la mayoría de los hombres no parecen culpar a las mujeres de sus propios problemas. Los investigadores utilizan preguntas como estas para clasificar la postura de los hombres con respecto a las concepciones más restrictivas de la masculinidad, es decir, cuán arraigadas tienen las expectativas tradicionales y estereotípicas de lo que es ser hombre (el concepto es conocido como man box). —Klara Auerbach

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